“la construcción identitaria ha representado de cierta forma, una metáfora de los concursos de belleza.
Por efectos de la idiosincrasia del reinado, justamente,
Martina siempre ganaba la corona de las feas y finalmente, ninguna
de nosotras alcanza(ba) a ser lo suficientemente blanca.” 94
El color del espejo: Narrativas de vida de mujeres negras en Bogotá.
Natalia Santiesteban Mosquera
Cali / Universidad Icesi, 2017
Contacto: ns843@cornell.edu
El color del espejo es el texto fruto de la investigación de Natalia Santiesteban acerca de la relación de las mujeres afrobogotanas con la estética, la que aborda a través de los relatos de vida de cuatro mujeres. Así el texto es de carácter doble: académico y relato biográfico, abordando ambos estilos de escritura, trabaja de forma magistral los relatos libres de las entrevistadas con los postulados teóricos sobre el análisis del discurso, el feminismo Negro y la estética.
Santiesteban es afrocolombiana, magíster de la Universidad Nacional de Colombia, publica este libro a través de la Universidad Icesi en el marco del decenio de las y los afrodescendientes declarado por las Naciones Unidas.
Las protagonistas, además de ella misma, son: Orika, Flor de Ipanema, LaCigarra y Martina. De ellas toma relatos de sus vidas, nacidos en conversaciones abiertas, donde deja vía libre a la asociación de recuerdos, lo que repercute en la extensión del texto y la inclusión de elementos íntimos para sus protagonistas, pero comunes y por ende factibles de ser analizados en lo comunitario. Estos relatos terminan siendo muestra de los procesos de construcción de identidad étnico-racial y de género en relación a la belleza, sobre todo la que se promociona en los reinados de belleza en contra posición con los rostros y cuerpos de mujeres afrodescendientes.
Santiesteban encuentra que sus mujeres relatadas consiguen sobrevivir a sus contextos hostiles a través de la creación de estrategias de resistencia como “la mascarada, el cimarronaje, la escritura y el mestizaje.”201
Otras dos grandes intelectuales dan cuenta de la calidad de esta obra: la primera, Aurora Vergara Figueroa, PhD. Directora del Centro de Estudios Afrodiaspóricos (CEAF) de la Universidad Icesi, quien hace una presentación de tono personal y afable del libro, donde nos acerca al trabajo en tanto forma y contenido. La siguiente, es el prólogo que hace la reconocida Mara Viveros, que entre ostros aspectos afirma que el libro se trata de “vínculos entre estética, subjetividad y raza, se estructura en dos grandes partes: la primera, explora la relación que tienen las protagonistas de cada de estos relatos con los cánones estéticos impuestos por un entorno racializado […] La segunda parte, analiza los efectos de la ideología del mestizaje, como discurso que racializa la experiencia subjetiva, en las identidades y auto-reconocimientos étnico-raciales.”15
Considero vitales y de gran importancia a la literatura académica muchos de los aportes que hace la autora de la propia representación de las mujeres afrocolombianas, particularmente la forma eficaz de conjugar los aspectos de la academia en la investigación y puesta en el texto de los aspectos teóricos, utilizando las voces comunes de las mujeres con las que trabajó, mostrando que ellas allí no son objetos de estudio de una observadora exterior, son sujetas en igualdad.
Otro elemento de los que disfruté, en el que coincido con Viveros, es que la autora no pretende totalitarismos, tiene en cuenta las “contradicciones y zonas grises presentes en las reconstrucciones de sus biografías. Con este libro comprendemos que autorepresentarnos como mujeres negras es oponernos a la imposición de un relato nacional que ignora o estereotipa nuestras actuaciones y producciones culturales. Autorepresentarnos es crear y recrear -desde nuestras propias identificaciones y con nuestros propios recursos estéticos e intelectuales- la historia y la cultura negras colombianas en toda su polifonía”18
Otro elemento poco utilizado en esta clase de textos, y del cual la autora advierte, es el uso de la letra «x» (equis), en remplazo de «a» u «o», como marcadores de género, teniendo en cuenta que pueda ser incómodo para quienes la lean, atreve su uso en vías de atacar el sexismo y como invitación a la apertura de este asunto.
Respecto al sentido del texto, la autora señala “La investigación que sustenta este libro nace de mi interés por contribuir a la labor de construcción de nuevas, más justas y más positivas representaciones de la existencia de las mujeres negras. En este sentido, el presente trabajo articula mi inquietud frente a la normalización de nuestra ausencia o, dicho de otro modo, frente al hecho de que usualmente no produzca alarma generalizada la escasez en referencias a trabajos académicos y científicos de mujeres negras, más aún en las ciencias, la academia crítica, y los movimientos sociales.”21 Observación con la cual coincido totalmente y en la cual he pretendido intervenir desde hace tiempo.
Para finalizar, a modo personal
señala “Fue un proceso larguito y difícil, pero muy enriquecedor”[i]
y no tengo la menor duda que no solamente fue enriquecedor para ella, también
para quienes nos acercamos a la lectura de este libro, y en general para los
estudios sociales en Latinoamérica.
[i] Conversación con la autora.