Hace unos días mi hermana me pasó este post de una página brasileña en facebook, que con tristeza hacía la denuncia de un salón de belleza en el que se alisaba el cabello crespo de infantes, en la foto la modelo tiene solamente dos años. Hay varias cosas que este post pone de manifiesto, aunque tal vez no de manera evidente, y es necesario detectarlo y problematizarlo para reflexionar al respecto.
No se puede comparar la responsabilidad que tienen los responsables de un infante, de vestir y proporcionar la satisfacción total de sus necesidades básicas, con el hecho de modificar directamente su apariencia. A la edad de dos años, nadie es capaz de auto adjudicar juicios de valor a su propia apariencia puesto que eso es algo aprendido, someter a una criatura a un proceso “estético” que es tedioso incluso para personas adultas, implica una falta de sensibilidad por la identidad que el menor está camino a construir, así como un prejuicio a lo que se pretende cambiar.
Además del abuso de poder, que en este caso es ejercido sobre menores, vemos que hay toda una industria detrás del aparente deseo de alisar el cabello. En este caso, no se trata de gustos personales, o decisiones de consumo que una persona puede decidir adquirir o no, ya que personas adultas están en su pleno derecho de ejercer su voluntad, en este caso, al tratarse de menores, la decisión no es propia, y la industria que se empeña en ocultar lo afro gana nuevos consumidores, y no sólo eso, de cierta manera al empezar tan temprano ese tipo de “tratamientos estéticos” genera una dependencia a los mismos, en detrimento de la naturalidad del cabello afro y afectando directamente la identidad del menor.
De esta manera, al haber intervenido sobre la apariencia de alguien que no puede decidir por sí mismo, la criatura considerará su cabello algo a “corregir”, por tanto podemos decir que el hecho de aprender que el cabello afro es algo malo deviene directamente de un abuso de poder. Ese poder se encuentra en el sistema que se empeña en estigmatizar a lo afro como algo que debe “suavizarse”, como algo que debe parecerse más a lo que es norma, si un afrodescendiente tiene la piel blanca y el cabello afro, el sistema dice que hay que corregir el cabello y alisarlo, para que resalte la blancura, escondiendo la identidad y todo lo que el cabello afro significa.
No crean que son sólo apreciaciones mías, totalmente subjetivas o sesgadas, sólo hay que prestar un poco de atención a toda la industria que hay detrás de este tipo de “tratamientos estéticos”, hay que prestar atención, porque, que yo sepa, ningún salón de belleza ofrece encrespar el cabello de infantes de cabello liso… Hay que prestar atención, porque no se trata sólo de decir desde una postura individual “yo nunca lo haría” y punto, nos olvidamos y volvemos a nuestras cosas, se trata de reconocer los mecanismos de poder que están accionando nuestra sociedad y que aún ahora, se empeñan en esconder lo afro como si fuera algo malo. Pero sólo para que quede claro: nuestro orgullo es más fuerte.
Twitter @larasalvatierra
Filósofa afroperuana, feminista y activista especializada en estudios de género