Es un hecho que las redes sociales han ayudado a incidir en muchos aspectos de la vida de las personas, transformando nuestros entornos en algo distinto a lo que conocíamos hace veinte años. Hace veinte años no podíamos hablar de Facebook, twitter, Instagram y youtube de la manera cotidiana que hoy lo hacemos. Estas herramientas han servido para conectar ideas, personas y fortalecer lazos entre éstas. Sin embargo, como toda forma de tecnología, también ha servido para sacar lo peor de los seres humanos.
Es un hecho que el humor misógino y racista proviene de una realidad social a la que nos hemos tenido que afrontar históricamente, pero que hoy, a pesar de que hayan personas que no hagan más que quejarse de que lo políticamente correcto ha invadido la red, siguen vociferando y riéndose de luchas que han defendido siempre los derechos humanos de una variedad de personas que se han visto históricamente relegadas. Se quejan de lo políticamente correcto porque hoy fácilmente se señala cualquier forma de discriminación y hay grupos de personas en contra de este tipo de acciones; se quejan porque ya no pueden discriminar como antes, en la que los grupos oprimidos se quedaban más callados o todo era más invisible.
Con estas transformaciones, las tendencias de humor en las redes tienen un aire misógino racista, que les acompaña o de un texto e imagen de justificación del humor negro o un ella se lo buscó, aludiendo a determinadas conductas y/o características en la víctima (por supuesto, sin validez alguna). Yo admiro a muchas cantantes en la industria musical, tanto a aquellas que son populares como las que aún no han alcanzado un nivel de fama internacional; en tal sentido, yo revisaba un día un grupo de fans de música pop y veía con mucha tristeza un despliegue de insultos tanto racistas como misóginos a artistas como Beyoncé, Nicki Minaj y Rihanna, que son muy populares a nivel mundial. Encuentro tan desagradable que estas personas arremetan contra las artistas juzgándoles por su vida sexual, cualquier actitud y su color de cabello o piel, simplemente porque no comparten el gusto por la música de ellas o sencillamente, una actitud desmedidamente inmadura frente al triunfo o éxito de ellas.
Burlas que van desde los golpes que Rihanna recibió por su ex pareja Chris Brown; que si a Beyoncé les compra sus premios su esposo; imágenes comparando a Nicki Minaj con simios; que porque ellas se tiñan el cabello de rubio, siendo negras. Lo impensable ¿es que acaso estas chicas no pueden hacer lo que quieran con su cuerpo? ¿Acaso deben ser blancas para merecer tal privilegio de la autodeterminación corporal? Veo con tanta tristeza cientos de imágenes que recorren la red argumentando sus dolencias, fracasos y hasta agresiones por su vida sexual, por salir del molde que la sociedad machista ha prefijado para ellas.
¿Acaso las mujeres no pueden ser libres? Y si estas mujeres que tienen cierto grado de privilegio frente al resto no pueden ser exitosas sin ser constantemente humilladas a través del ‘humor’ ¿qué hay de las que vamos por la vida simplemente exigiendo respeto? Esto demuestra muchas cosas: el machismo y racismo está en todos lados. Desde la vida cotidiana de un hogar hasta las redes sociales que expresan nuestros sentires y fascinaciones.
¿En qué clase de seres humanos nos convertimos al reírnos de una ‘broma’ racista/misógina de este tipo? En unos tolerantes a la violencia; es precisamente lo que hace la violencia simbólica, mediante el uso de imágenes o textos nos transmite una idea que claramente agrede a una persona discriminándola, para que después podamos tolerar aquellas agresiones en la materialidad. Triste, indignante y repudiable.
A ver si un día aprendemos a mejor quejarnos por la discriminación y violencia alrededor de todos los espacios, en vez de lo políticamente correcto.
Cesia Eunice Portillo
El Salvador