Las mujeres indígenas, afrodescendientes y de comunidades locales de América Latina y el Caribe, históricamente excluidas en la toma de decisiones, reciben menos del 1 % de la financiación internacional para llevar a cabo proyectos de conservación del medio ambiente y para mitigar las consecuencias del cambio climático, pese a ser sostenedoras de vida y del territorio.
Entre el 2019 y el 2022, se registró una disminución de un 2 % en los fondos de Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) para organizaciones enfocadas en los derechos de las mujeres y organizaciones gubernamentales que trabajan temas de género, pasando de 891 millones de dólares en 2019-2020 a 631 millones de dólares en 2021-2022. Esta última cifra representa menos del 1 % del total de la AOD.
Así lo denuncia el informe ¿El financiamiento global está llegando a las mujeres Indígenas, Afrodescendientes y de comunidades locales?, elaborado por la Iniciativa para los Derechos y los Recursos (RRI) y la Alianza de Mujeres en el Sur Global (WiGSA), y presentado en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre Biodiversidad (COP16), que se celebra en Cali, Colombia, hasta el 1 de noviembre.
«El trabajo de las mujeres indígenas no puede seguir invisibilizado como ha ocurrido hasta el momento», reivindica la directora de los Programas de América Latina y Justicia de Género de RRI, Omaira Bolaños, en una entrevista con EFE.
«Ellas han desarrollado importantes conocimientos ante la crisis del cambio climático. Sin embargo, cuando se definen planes de acción, se realizan a través de la visión de los hombres o se habla con los hombres sin las mujeres. Esto no puede continuar. Las mujeres somos parte integral de la vida de todas las comunidades, necesitamos tener una voz paritaria en las decisiones y acciones que se desarrollan en contra del cambio climático y a favor de la protección de la biodiversidad», agrega.
Discriminadas por razón de género y etnia
Entre 2016 y 2020, de los 28.500 millones de dólares de la AOD designados para apoyar a mujeres y niñas, sólo el 1,4 % fue destinado a organizaciones que trabajan con mujeres indígenas, de acuerdo con datos del Fondo Internacional para las Comunidades Indígenas y el Foro Internacional de Mujeres Indígenas. Pero este porcentaje ha continuado decreciendo hasta no alcanzar ni un uno por ciento en la actualidad, recoge el informe.
Bolaños explica que si bien en la COP26 de 2021 los donantes se comprometieron a hacer llegar los fondos contra el cambio climático a los pueblos y comunidades indígenas, se percataron de que este compromiso no incluía una declaración concreta alrededor de los derechos de las mujeres y el rol de ellas en la conservación del territorio. Fue entonces cuando decidieron comenzar a investigar y encontraron los datos expuestos.
Pero además de ello, han realizado talleres y entrevistas con mujeres indígenas, afrodescendientes y de comunidades locales para conocer cómo les afecta esta realidad y las razones por las que sigue sucediendo.
La directora de los Programas de América Latina y Justicia de Género de RRI señala que las mujeres entrevistadas sienten que debido a su condición de género y etnia los organismos financiadores tienden a pensar que «como son de pueblos y comunidades tienen menos capacidad de manejar y que perciben un mayor escrutinio cuando se les va a verificar si les van a dar los fondos. También hay menos esperanza de que obtengan algo porque tienen un mayor nivel de pobreza».
La lucha por el acceso a la tierra y la gobernanza
Por otro lado, Bolaños apunta a que los organismos de cooperación o fundaciones que financian este tipo de proyectos desconocen la situación real de las mujeres, ya que éstos solicitan resultados de los proyectos por hectáreas de campo, mientras que las mujeres tienen un limitado acceso a las tierras.
«Cuando logran financiamiento, se espera que ellas trabajen por hectáreas y desconocen que precisamente el derecho a la tierra es una de las luchas que las mujeres están tratando de lograr a nivel local. Si bien viven en sistemas colectivos de tenencia de tierra, aun queda que alcancen el derecho a la participación en los procesos de gobernanza, que puedan decidir y que puedan beneficiarse de ello», asegura.
Asimismo, Bolaños recuerda que muchas de estas mujeres están expuestas a diferentes tipo de violencias, en especial, aquellas que viven en contextos de conflicto, como en los sectores colombianos que aún no han salido de la violencia armada.
En este sentido, solicita a los organismos de cooperación y fundaciones que sean más compresivos con las condiciones vitales de estas mujeres y que además de dirigir fondos a programas específicos, también apuesten por fortalecer el liderazgo de las indígenas y afrodescendientes.
Las consecuencias del escaso financiamiento
Que el dinero no llegue a estas mujeres hace que cada vez enfrenten más dificultades para desarrollar sus programas sobre biodiversidad, que sea más complejo proteger los bosques o que las familias no satisfagan sus necesidades alimenticias, advierte Bolaños. Sin embargo, estas mujeres tienen un rol fundamental en la preservación del medio ambiente.
«Las mujeres tienen diferentes roles que han desarrollado siempre, pero que no son visibles. Ellas poseen conocimientos ancestrales fundamentales para la seguridad y soberanía alimentaria. Tienen conocimientos sobre las semillas y las plantas medicinales que se usan para el mantenimiento propio de la comunidad», asegura.
Y afirma que su rol no se visibilizará hasta que no se acabe con las «barreras estructurales de discriminación». Para ello, reivindica una mayor participación de las mujeres en los procesos políticos y de gobernanza, y que los hombres también les permitan gestionar el sistemas económico y territorial de sus comunidades.
Ahora que la RRI y la WiGSA se encuentran en la COP16, esperan que el acuerdo final firmado por los Estados participantes incluya el mandato de realizar un seguimiento sobre la incorporación de la perspectiva de género en los programas financiados para la conservación de la biodiversidad, con el objetivo de garantizar que se trabaje desde este enfoque, pues si bien existe un Plan de género, apenas se ha cumplido hasta el momento. EFE