En 1955, Rosa Parks se negó a renunciar a su asiento en un autobús segregado en Montgomery, Alabama. Este pequeño gesto de una mujer negra, condujo a un boicot de autobuses en toda la ciudad. Un año después, la Corte Suprema de estados Unidos dictaminó que la segregación en el transporte era inconstitucional.
Durante décadas, el papel de Parks en el boicot la convirtió en una figura conocida en el país. Durante el tiempo que pasó desde el incidente del autobús a su reconocimiento público, la vida de Parks tuvo numerosas dificultades, penas y victorias. Esta es su historia.
Viviendo en la pobreza
Poco después de boicotear los autobuses de Montgomery, Parks perdió su trabajo en los grandes almacenes de Montgomery. También su esposo, Raymond, tuvo que renunciar a su trabajo como peluquero en una Base de la Fuerza Aérea.
El final del boicot no hizo que a ninguno de ellos les fuera más fácil ganarse la vida: Parks era demasiado conocida en Alabama por la protesta y la pareja ya no volvió a encontrar trabajo en el estado.
Ni siquiera las organizaciones locales de derechos civiles, con las que había colaborado activamente, le dieron trabajo a Parks. Al parecer, los líderes locales masculinos de la NAACP tenían ciertos reparos, o más bien celos, debido a la atención que Parks había recibido. Finalmente, decidió que su única opción era irse de Alabama con su esposo y su madre.
Parks y su familia fueron a Detroit, donde tenía parientes. Pero tampoco fue fácil encontrar trabajo. Parks pronto se fue a Virginia para trabajar en él Hampton College, pero regresó a Detroit a fines del semestre de otoño de 1958, cuando comprobó que no iba a obtener alojamiento para su madre y esposo, tal y como le habían prometido.De vuelta en Detroit, Raymond y Rosa siguieron sobreviviendo en trabajos precarios y encargos por piezas de costura.
Entonces llegaron los problemas de salud que habían aparecido en los momentos de tensión del boicot en Alabama. Se sometió a una cirugía por una úlcera y también tuvo que extirparse un tumor de garganta.
Los costos médicos y las dificultades laborales cuando estaba enferma empujaron a Parks y su familia al límite, viviendo en un apartamento de dos piezas y endeudada completamente.
A principios de los sesenta la situación de Parks no cambiaba. Parks se había mantenido involucrada en la lucha por los derechos civiles después de mudarse a Detroit, pero ella no tenía la titulación universitaria que exigían en organizaciones como NAACP, y al igual que en Alabama, ninguno de los líderes masculinos intentó ayudarla a encontrar un trabajo. Lo que sí hizo la NAACP fue pagar sus deudas hospitalarias, seguramente movida por el escándalo que provocó al hacerse pública sus situación.
En 1961, su situación había mejorado laboralmente. Su esposo Raymond estaba trabajando como peluquero y ella estaba lo suficientemente sana como para tener un trabajo estable como costurera. Allí trabajaba 10 horas diarias a 75 centavos por pieza. Esto le daba lo suficiente para vivir.
Luther King, Malcolm X y compromiso comunitario
Después de haber trabajado con Martin Luther King durante el boicot de autobuses, Parks admiraba al líder de los derechos civiles. En la convención anual de la Southern Christian Leadership Conference en 1962, vio a un hombre atacar a King, y fue testigo de cómo King se aseguraba de que el agresor no sufriera ningún daño. Después de su asesinato en 1968, ella viajó a Memphis para apoyar una marcha de trabajadores en la que el líder afroestadounidense había estado involucrado antes de ser asesinado.
Pero Parks se sentía más cercana a el liderazgo de Malcolm X, ya que creía que había unos límites para la no violencia. En una entrevista de 1967, Parks declaró: «Si podemos protegernos contra la violencia, en realidad no es violencia de nuestra parte. Eso es solo autoprotección, tratando de evitar ser víctimas de la violencia».
A pesar de sus dificultades, Parks siempre estuvo comprometida en ayudar a su comunidad. Luchó contra el racismo desde las escuelas, hasta el registro de votantes, pasando por los derechos laborales de lxs trabajadorxs negrxs.
A mediados de los sesenta se hizo voluntaria de la campaña al Congreso de John Conyers por Detroit. Parks consiguió que King diera respaldo público al candidato, lo que le valió que Conyers la contratara como recepcionista y asistente en su oficina de Detroit. Comenzó en 1965 y permaneció hasta su jubilación en 1988.
Ese puesto dio una seguridad a Parks para el resto de su vida. Durante su desempeño se distinguió por seguir colaborando con la comunidad y la ciudad de Detroit en todo lo que se la necesitase. Su popularidad se hizo mundial y su gesto de no levantarse en el autobús ha pasado al imaginario colectivo.
Rosa Parks estuvo rodeada de alguna que otra polémica en su vejez y hubo algunas personas poderosas que intentaron aprovecharse de su figura. En 2004 le fue diagnosticada la enfermedad de Alzheimer y murió a la edad de 92 años el 24 de octubre de 2005 a consecuencia de un infarto de miocardio, en la casa de retiro en la que pasó sus últimos años.
El 30 de octubre de 2005, los restos de Parks fueron honrados en el Capitolio, convirtiéndose en la primera mujer negra en recibir ese honor.
Rosa Parks, no era una persona especial. Era una mujer negra, como muchas otras de su época, con conciencia de comunidad y antirracista. Lo que hace de Rosa Parks alguien a quien recordar es lo que significó su gesto: Cualquier persona puede negarse a levantarse de su asiento, puede no ceder ante la opresión. Esos gestos de la gente corriente son los que cambian la historia.
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