Al comienzo de la dinastía XVIII en Egipto, un amanecer hacía un nuevo imperio de la historia de la humanidad, un cambio inusual acaba de llegar a establecer nueva forma de ver las cosas. Destruir la antigua infraestructura, para que aparezca una mujer fenomenal.
La Faraona, o mejor dicho, la mujer faraón, la dama más noble, hija de Amón, fue Hatshepsut. La fundadora de una nueva Era de poder femenino escondida tras los ropajes masculinos. La única mujer en aquella época que logró gobernar el imperio de Egipto.
Las mujeres tuvieron un gran papel en la antigüedad. Iban a las escuelas, aprendían idiomas, filosofía, ciencias, sabían tocar instrumentos musicales, lo cual era muy importante. Incluso llegaron a ser emprendedoras, gestionando sus propios proyectos. A pesar de todo esto no era suficiente para gobernar un país.
Sin embargo, Hatshepsut era capaz de desenvolverse dentro de un mundo hecho por y para hombres, saltó todos los obstáculos del poder, subiendo al trono sin meterse en conflictos con los políticos, ni sacerdotes. Su inteligencia facilitó el camino, y la simpatía y la amabilidad fue la clave.
Era una mujer con mente abierta, valiosa, y rebelde, con ojos brillantes de sabiduría. “Ojos de vaca”, antes era un piropo que se daba a la la belleza y sagaz. y podía llevar el país sin violencia. Su etapa como una de las pocas que no tuvo guerras, ni siquiera conquistas. Tenía amistad con los otros gobernantes de los países vecinos.
Hay una historia que define muy bien su pensamiento. En una ocasión ordenó al ejército egipcio preparar una remesa del mejor grano, semillas, oro, telas de lino. T Lo cargarón en barcos que salieron en dirección hacia países vecinos como un presente. Un gesto tan simple, demostrando sus intenciones de paz, y amistad, construyó la idea del intercambio comercial entre los países. En el templo de Hatshepsut en la franja occidental del río Nilo, se pueden ver las imágenes que cuentan la historia de los barcos comerciales que Hatshepsut envió.
Fue un período exitoso, el país vivía en paz, lujo y con gran desarrollo por todos los lados. El arte, y la cultura se expandió por toda la tierra gracias a una mujer que utilizaba su poder hacia para crear el bienestar y la estabilidad que permitiera a su pueblo vivir con dignidad e igualdad.
Hatshepsut tuvo una tierna belleza que fluyó desde el conocimiento, y el afán hacia un objetivo. Un unificado esfuerzo surgió de querer ser recordada y apreciada.
Después de estar estudiando la historia de Hatshepsut, de una mujer tan potente, llegué a una reflexión, un enfoque sobre la actualidad de las chicas, y mujeres hoy en el año 2023.
¿Qué está pasando ahora en Egipto? Me da angustia pensar en la superficialidad en la que acabamos. Si voy al azar preguntando a la gente en la calle ¿Qué es ser una mujer de verdad?
Normalmente me contestarían que bella, elegante, con un bello cabello y que sea bien liso,piel clara, etc… Nadie me hablar´ñia de una mujer con pensamiento propio, o que sepa leer, hablar con libertad, que tenga su propio trabajo, que estudia o al menos tiene sueños.
Las propias mujeres son las primeras en creer que lo más importante es la cantidad de productos de piel que usan para valorarse a sí mismas. No se cómo puede ser que con toda la revolución feminista en la que estamos hoy en día, todavía hay marcas que venden productos para que te veas con piel más clara “BLANCA”. Nuestras inseguridades son el objeto principal de esa industria de la belleza. Tenemos que desbloquear nuestras mentes de este tipo de estafa que nos venden.
Cada vez que voy en el transporte público a las 8 de la mañana, me pregunto cuánto tiempo tardan todas estas chicas, y mujeres en prepararse, solo la cara, maquillaje completo, a las 8 de la mañana, ¿Por qué? No quiero que me malinterpreten, no digo que debemos salir de casa descuidadas. Cuidarse es algo esencial, pero intentar ocultar nuestras faltas, es otra cosa.
Es igual que barrer la alfombra y después guardar el polvo bajo ella Nos tenemos que querer, y aceptar tal cual.
Malgastar el tiempo en ocultar un grano en la mejilla, es una de las malas costumbres de las que debemos aprender a deshacernos.
Rodina Osama era una estudiante de 16 años con una mente brillante. Sus compañeras en el colegio siempre se burlaban de su aspecto, de su manera sencilla de ser, y de su inteligencia porque solía acudir a la biblioteca para leer. Rodina contaba a sus padres, profesores lo que sus compañeras le hacían. Pero no le hicieron ningún caso. Hasta que su pequeño corazón no aguantó más los empujes emocionales de sentirse incapaz, no apreciada, no querida. Sus últimas palabras fueron dirigidas a sus compañeras “Sí, soy muy fea, ¿contentos?”. Cayó muerta, su corazón se paró.
La sociedad, la única culpable de cultivarnos desde muy pequeños, que la belleza tiene solo un aspecto, el físico, nada más importa: no discutas, no hables en voz alta, ¿para qué lees? -Así vas a necesitar gafas, que te harán verte menos femenina. Tápate estos brazos no son nada bonitos, llenos de flacidez, estrías. Ponte la mano al reír, ¡Vaya, boca con dientes grandes!
Nos enseñan que debemos compararnos con todo el mundo: Tu prima se va a casar, y es menor que tú. Cumplirás ya los 30 y aún sigues trenzando el cabello, tu amiga… tiene pelo liso, largo. Ponte el velo, eres demasiada reservada, sales con el pelo natural, y chándales, eres muy masculina, si te pongas falda corta es que quiere enseñar las piernas, nunca llegarás a entender cómo los demás piensan, y lo peor que los primeros que te empiezan a criticar son tus propios familiares.
Todo esto hace germinar las primeras semillas de la falta de autoestima, aumentar la base de inseguridades, nos llevan a ser muñecas de plástico.
Los estereotipos nos enchufan al estrés circulo que solo dispone que nos encajemos según formas que no son para nosotras. A veces olvidamos que somos humanas imperfectas. Sí, imperfectas, y así seremos para siempre. La perfección no existe, aunque uses filtros, y cirugías para adoptar un cuerpo y una cara que no son tuyas, sólo para que la sociedad esté satisfecha y feliz.
La belleza está en los ojos de quien mira.
Oscar Wilde
Nourhán Elshamy
Interprete cultural egipcia. Defensora de los derechos humanos.