Afroféminas

Síndrome de impostora y su impacto en las personas racializadas

El síndrome del impostor se produce cuando dudas de tus propias habilidades, talentos, competencias, logros y cualificaciones. Puedes sentirte como un fraude y te preocupa que la gente descubra que no te mereces lo que has ganado. Fue acuñado en 1978 como el «fenómeno del impostor» por las psicólogas estadounidenses Pauline Rose Clance y Suzanne Imes, que creían que las mujeres eran menos propensas a interiorizar el éxito.  

En esta figura vamos a explicar el ciclo del síndrome del impostor: 

Figura: El ciclo del impostor (Clance, 1985), (Salkulku y Alexander, 2011)

A los impostores se les asigna primero una tarea para alcanzar un logro, lo cual les provoca ansiedad, inseguridad y/o preocupación; los impostores se preparan en exceso o una vez completada la tarea, sentirán una explosión temporal de alivio, mientras que de alivio, a la vez que descartan cualquier feedback positivo atribuyendo su éxito al esfuerzo o a la suerte; la sensación de alivio se esfuma y los impostores empiezan a sentirse como un fraude, dudan de sí mismos y pueden empezar a sentirse deprimidos o ansiosos. El ciclo se repite.

Las investigaciones posteriores han revelado que el síndrome del impostor no se limita a las mujeres, y que interrelaciona con la discriminación racial afectando especialmente a las personas racializadas y comunidades históricamente marginadas y sistemáticamente excluidas. Estas son las que pueden padecerlo porque la sociedad suele decirnos que no «merecemos» tener logros, prosperar o incluso vivir. «El síndrome del impostor limita a estas personas porque nunca sienten que tienen un verdadero éxito. Bajo esta fachada suele haber una falta de confianza», explica Carver-Madalon, y añade que otra posible desventaja es que el síndrome del impostor puede impedir que la gente actúe según sus ambiciones, por ejemplo, optando por el » trabajo seguro» en vez del trabajo soñado, y puede que se arrepienta de esa decisión en el futuro. Por otro lado, el racismo ha creado una situación en la que las personas racializadas están lamentablemente subrepresentadas en los puestos de trabajo y en la sociedad en general. La necesidad de contrarrestar estas expectativas negativas provoca un estrés racializado y una tensión en los negros que no es insignificante ni marginal. Existen abundantes investigaciones revisadas por expertos que demuestran los efectos mentales y físicos muy reales y nocivos de encontrarse con el racismo a diario.

Las personas racializadas son especialmente vulnerables al síndrome del impostor, tanto en el trabajo como en las interacciones cotidianas. En un artículo de HuffPost titulado «Imposter Syndrome Hits Harder When You’re Black», la autora Jolie A. Doggett señala que para lxs racializadxs, el síndrome del impostor no es sólo una voz imaginaria en sus cabezas.

«Podemos oírlo alto y claro cuando recibimos mensajes casi diarios de la sociedad de que realmente no encajamos», escribe. «Este sentimiento de otredad es un hecho común en el lugar de trabajo donde, con demasiada frecuencia, podemos ser la única persona racializada presente».

Aunque la lucha es acabar con los sistemas y las culturas opresivas para disminuir el alto índice de síndrome del impostor en las personas racializadxs, existen algunas medidas que puedes adoptar para evitar los sentimientos de impostor y son: 

La noción popular del «síndrome del impostor» oculta los efectos del racismo estructural, por lo tanto, Acuérdate que a veces no es un «síndrome», sino una consecuencia de la opresión y de un racismo sistemático.


Chaimaa Boukharsa

Marroquí. Licenciada en estudios árabes e islámicos por la UGR, especialista en feminismo islámico.


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