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Cuando VOX gobierne

Hace unos días Pablo Iglesias publicaba un artículo en Ctxt.es sobre la segura alianza del Partido Popular y el partido de extrema derecha de VOX si éstos formasen mayoría después de las elecciones, como ahora parecen indicar las encuestas que pasaría si se celebrasen hoy.

El exvicepresidente del gobierno escribe sobre las consecuencias, que según él, tendría esta alianza, con la ilegalización de partidos independentistas y el arrinconamiento de la izquierda casi definitivamente utilizando los resortes del estado, la prensa y la judicatura.

Cierto es que el Partido Popular no tendrá ningún reparo en pactar con VOX. Lo ha dicho y lo ha hecho. Es evidente que el partido conservador considera a la formación de Abascal el hermano pequeño descarriado y seguramente están convencidos de que en unos años (pocos) volverán al redil del gran partido consevador, por voluntad propia, o por aniquilamiento, como está pasando con Ciudadanos. Además para el PP no es problemático ni tiene coste electoral pactar con la extrema derecha, como sí sucede en el resto de Europa con otros partidos conservadores.

Nosotras hemos defendido esta tesis desde siempre. Las terminales mediáticas y opiniones de tertulianos de la derecha están hace meses en campaña preparando a la opinión pública para ello. Hay un evidente lavado de imagen de VOX desde los medios de la derecha con el mensaje de que no es para tanto.

Seguramente el PP pìense (o más bien desee) que un resultado electoral a la madrileña de unas hipotéticas elecciones, con ellos con más de 140 escaños y con VOX con 30 o menos, podría dejar fuera del gobierno a la formación ultraderechista, y tenerlos como simples comparsas, obedientes y silenciosos, para no levantar ampollas en los grandes socios europeos, que sin duda no verán con buenos ojos esta alianza, por mucho que se empeñen desde los medios de derechas en hacernos creer lo contrario. En Francia y Alemania están en una batalla constante contra el auge de este tipo de formaciones.

Pero esa idea del PP creo que se aleja de la verdadera intención de VOX. Para la estrategia de la ultraderecha las autonomías son prescindibles, su objetivo es el gobierno central.

En lo que diferimos con Pablo Iglesias es en las consecuencias, y sobre todo en los porqués que nos han traído hasta aquí y su cuota de responsabilidad de que hoy la ultraderecha sea la tercera fuerza política en el parlamento español con tres millones y medio de votos. Pero no hablemos del pasado.

VOX está llamado a ser el liquidador de avances sociales en un posible (que no seguro, queda mucha batalla…) gobierno futuro. Todas sabemos cuál es su posición en la llamada batalla cultural y su misión. Le tocará ser el que baile con esos temas y ese será el precio que le ponga al PP.

Nos vienen retrocesos en materia de derechos sociales ya conseguidos como el aborto o la ley trans. También una involución en materia de migración y un endurecimiento de las condiciones para el refugio. En la educación se favorecerá a la educación religiosa, se le dé facilidades a la Iglesia en los colegios a la vez que se eliminen o persigan todo tipo de contenidos que tengan que ver con valores inclusivos. Esto se hará en nombre de la llamada “libertad de elección de los padres”, coartada ultra para educar en el odio al diferente.

Las mal llamadas minorías seremos las que sufriremos las peores consecuencias. Con un estado con la ultraderecha en el gobierno se endurecerán las medidas coercitivas. Con unas fuerzas de seguridad con ya muchos ramalazos racistas, tendrán carta blanca para aumentar su presión sobre colectivos racializados: perfilamiento racial, abusos y malos tratos, violencia desproporcionada, CIES como centros de violencia institucionalizada.

La culpabilización del extranjero de todos los males es la táctica de VOX:

Así que ese será su campo de batalla. Así la población blanca y autóctona tendrá un enemigo en el que enfocar sus odios, mientras el PP desmantela lo que queda del estado del bienestar con tranquilidad. 

VOX es una fuerza política enorme, con mucho apoyo financiero y que apela a los sentimientos más inconfesables de la ciudadanía. Pero una de las razones de su fuerza es el miedo de las formaciones democráticas y de izquierdas a enfrentar los asuntos relacionados con la migración de cara y sin miedo. Muchas fuerzas de izquierda asumen que parte de los discursos antimigración son correctos y aunque formalmente tengan un discurso antirracista, normalmente lo esconden, lo tapan, lo manipulan o lo contradicen cuando están en el poder, ya que aspiran a no molestar o incomodar a una sociedad que no asume su racismo. 

Habría que hablar de quienes permitieron que VOX sea la tercera fuerza política, a quien le interesa  y quien irresponsablemente ha colocado a VOX siempre en el foco. Habría que hablar de la complicidad de los medios de comunicación de todo tipo y de muchos periodistas y opinadores. Pero eso nos distraería de la tarea de evitar que VOX ocupe parcelas de poder en el gobierno central.

Vienen tiempos difíciles, pero ni el antirracismo ni nosotras vamos a desaparecer.


Elvira Swartch Lorenzo

Colaboradora.



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