Betty Boop, el icónico personaje de dibujos animados símbolo de las chicas flapper de los años veinte, caracterizado por su presentación de la sexualidad y la provocación de manera despreocupada, cumple este año 90 años y aunque siempre se ha pensado que estuvo inspirado en la actriz y cantante Helen Kane, fue la artista afroestadounidense Esther Jones quien dio origen a este fenómeno mundial.
En 1930 Max Fleischer y Grim Natwick crearon al personaje de Betty Boop inspirandose en la imagen y el estilo de la cantante de Jazz y residente en Harlem Esther Jones, más conocida por su nombre artístico “Baby Esther”, que actuaba en el Cotton Club de Nueva York en los años veinte. Su estilo único a la hora de cantar con sonidos infantiles, su imagen infantilizada y su característica frase “Boop-oop- a-doop” se convirtieron en su insignia la cual llamó la atención de Fleischer para convertir a esta artista en la musa de su caricatura. La cantante Helen Kane al ver este peculiar estilo de Jones se apropio de él y comenzó a utilizar los característicos “boops” en sus canciones adjudicándoselos a su seña artística. Tras ver que Max Fleischer lanzó el primer cortometraje de Betty Boop, Helen Kane quiso demandarle por robarle su personalidad como artista, pero perdió el juicio en el que se conoció que “Baby Esther” era la verdadera inspiración del dibujo, y los argumentos de Kane no fueron validos pues ella se había adueñado del estilo de Esther Jones y no merecía ninguna indemnización económica por ello.
A pesar de haberse reconocido en el juicio que Esther Jones fue realmente la inspiración del personaje, nunca fue recompensada por ello. Nadie recuerda a esta mujer quién al igual que muchos otros artistas negros de la época fueron víctima de una apropiación de sus propios estilos, invenciones e incluso de una imagen que ha sido blanqueada para obtener el máximo beneficio sin proporcionar el reconocimiento, que como en este caso, se merecía a la artista de Harlem por ser la causa de su origen.
La verdadera Betty Boop ha permanecido en el olvido mientras otros obtenían beneficio a su costa, con camisetas, películas, pegatinas… y un sin fin de imágenes que han circulado por medio mundo donde todavía muchas personas siguen pensando que la cantante Helen Kane o la actriz Clara Bow son la razón de la existencia de Betty Boop.
La historia de Esther Jones es una evidencia del Whitewashing o blanqueamiento que siempre se ha dado en el cine de Hollywood y en la televisión, desafortunadamente en demasiadas ocasiones en las que se anulaba el origen afrodescendiente de los personajes y se buscaba la bonificación de la estética blanca como algo comercial, ignorando completamente ese origen negro o racializado del que se pretendía alejar.
Betty Boop siempre ha aparecido como un personaje de tez blanca haciendo difícil imaginar que detrás de él este la historia de una mujer negra sin la cual a día de hoy no existiría ese icono sexy de dibujos animados, que en una sola ocasión fue representada con tez más oscura en un cortometraje junto a “Popeye” pero posteriormente fue eliminado y no se ha vuelto a ver a este personaje en esa representación.
Quien sabe cuantas historias como estas se hayan perdido en el olvido, en las que personas negras y racializadas eran merecedoras de estar en primer plano y que al igual que Esther Jones mecían algo más, mucho más que los que otros han conseguido en su nombre.
Cynthia García
Graduada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid