Antes de contestar a la pregunta, me gustaría analizar más detenidamente el artículo que Miguel-Anxo Murado escribió el 30/05/2020 en La Voz de Galicia, enlazado al final de este post.
En primer lugar, ¿en qué se equivoca estrepitosamente? Según este periodista, el nuevo caso de un asesinato por parte de la policía a un ciudadano afroamericano “ha vuelto a abrir el debate sobre la brutalidad y el racismo de la policía en Estados Unidos”. No, no se ha vuelto abrir este debate porque nunca ha estado cerrado. El hecho de que el racismo estructural e institucional sólo preocupe cuando hay un caso tan extremo no significa que no exista el resto del tiempo. Pero en ese mismo párrafo no sólo hay un error, no, hay otro. Murado considera que este debate se hace al margen de los datos. Es decir que los cientos de papers, investigaciones, activistas y expertxs que han expuesto este racismo, lo hacen “al margen de los datos”. Esto no es sólo ofensivo para todas las personas que estudian este campo, sino para la gente que está leyendo este artículo. Esto se puede interpretar como que nadie más ha sabido llegar a los datos que se exponen en el artículo, así que todo el mundo, excepto el autor, habla por hablar. Pero la realidad es que existe toda una ciencia, llamada Criminología, cuya corriente Crítica lleva tratando este tema desde hace décadas. Y no únicamente esta disciplina, sino que es un campo muy estudiado por las ciencias sociales en general.
En segundo lugar, habla de expertos y estudios, sin una sola cita que nos los permita leer, que corroboran que la policía norteamericana es violenta con todo el mundo por igual. Este argumento funciona como una bomba de humo. A parte de que está información se ha desmentido muchas veces, considerar a la policía norteamericana como violenta en general, obvia la estructuralidad y da a entender que esto es cosa de policías individuales con problemas mentales, trastornos de conducta, asuntos personales, etc. Esa idea de que las personas con conductas violentas entran a la policía para poder dar rienda suelta a estos comportamientos. Es decir, se considera que no es que la policía como institución se base en el uso de la fuerza para legitimar a las capas dominantes de la sociedad, sino que lxs agentes tienen problemas individuales que explican la brutalidad policial. ¿Por qué estos argumentos funcionan tan bien? Porque hay estudios que los corroboran. Si buscas motivos individuales en policías violentos, lo más probable es que los encuentres. Igual que si buscas peces en el mar y concluyes que en el mar sólo hay peces. ¿Esto significa que estas problemáticas explican la brutalidad policial? ¿No hay nada más a nivel social y estructural? Obviar estas preguntas es aproximarse a la realidad con un embudo, sin ver la imagen completa. ¿Estos estudios están mal? No, simplemente son parciales e inconsistentes, por lo que habría que ampliar el enfoque. Sucede que en lugar de considerar causas estructurales, parten de la base de que la brutalidad policial y el racismo son conductas individuales, sin atender muchos otros factores. Dicen “¿ves? Este policía tiene problemas para gestionar las emociones. No es que sea racista, es que es violento”. Nadie niega que tenga esos problemas, pero es de una gran ingenuidad e ignorancia concluir que esa es la única causa de la brutalidad policial. Por esto es tan importante informarse sobre investigación social, porque muchos estudios y datos son espurios (con falsas relaciones causales y sin introducir otras variables). Por otra parte, existen numerosos estudios que, analizando y comparando, demuestran que la población afroamericana sufre más acoso y brutalidad policial que otras comunidades (se pueden encontrar al final de este artículo, donde adjuntaré varias investigaciones). Entonces, si la policía es violenta con todo el mundo, ¿cómo se explica esa diferencia?
La tienda de Afroféminas
Y ahora entrando en materia, quiero tratar sobre los datos expuestos en el artículo. Según estos, la población afroamericana es un 12%, pero acumula más de la mitad de homicidios y el 70% de delitos de drogas. Algo que nos trae de cabeza a todas las personas que sabemos sobre estadísticas policiales y delincuencia es que es impensable que para hablar de la policía norteamericana no se hable de lo que se conoce como “racial profiling”. Básicamente, es como escribir una receta de un pastel y no incluir la harina. Como hablar del Covid-19 y no mencionar ni una sola vez la palabra “virus”. Es algo elemental. Pero ¿qué es el “racial profiling”? Es precisamente lo que sesga los datos expuestos, que asumiré que son policiales (ya que en el artículo no se específica en ningún momento y porque los datos policiales son la base de los datos judiciales y penitenciarios, por lo que lo que diré se puede aplicar igual sean cuales sean). Este profiling consiste en una cantidad desmesurada de actuaciones policiales hacia ciertos colectivos: más detenciones, más registros, más vigilancia, más control… Desde la Criminología Crítica, junto con los grupos antirracistas de EEUU, se ha venido denunciando esta diferencia de trato hacia la población afroamericana, y otras minorías étnicas. Para hacerlo más gráfico: si de 10 personas afroamericanas, la policía detiene aleatoriamente a 9, probablemente encuentre más conductas delictivas, que si de 10 personas blancas, detiene a 4. Es decir, ¿podemos decir que las personas afroamericanas delinquen más? ¿O es que se pone más esfuerzo policial en detectar e investigar presuntos delitos de la población afroamericana? Y no sólo más esfuerzo, sino más brutalidad. Entonces, si la policía es violenta con todo el mundo, que lo es, ¿por qué ante detenciones aleatorias se ensaña más con la población negra que con la blanca, como se viene mostrando desde la década de los 70 y 80? ¿Les detienen más porque cometen más delitos o parece que cometen más delitos porque les detienen más?
Si seguimos profundizando, veremos la fuerte criminalización que existe hacia esta población. La pobreza, los “guetos”, la migración… Todo esto está criminalizado. ¿Quiénes protagonizan estas situaciones? Personas blancas, menos. Por lo tanto, se están criminalizando situaciones protagonizadas por personas afroamericanas. De nuevo, ¿podemos decir que delinquen más? ¿O es que hay ciertos delitos y situaciones que estadísticamente sólo pueden cometer las personas afroamericanas? Pondré otro ejemplo: las ordenanzas municipales criminalizan la mendicidad y pernoctar en la calle. ¿Quién es más probable que cometa estos actos: una persona con hogar o una persona sin hogar? ¿Esto quiere decir que las personas sin hogar delincan más? ¿O es que se están castigando actos que van a cometer en mayor medida las personas sin hogar? Lo mismo sucede con la prostitución, por ejemplo. También mencionar los casos de condenas erróneas, más comunes en personas negras, que siguen esta lógica de ver a la población afroamericana como una amenaza preconcebida. Con esto quiero decir, que la recogida de datos está muy condicionada por estereotipos y persecuciones étnicas y hay que cogerlos con cuidado. Y tener en cuenta, también, que existe una cifra invisible a la que sólo nos podremos acercar, pero no tomar como verdad absoluta. Analizar los datos de delincuencia protagonizada por personas afroamericanas sin prestar atención al contexto y a los factores de riesgo es un grave error metodológico.
El resto del artículo de Murado creo que no es necesario ni comentarlo, ya que intenta justificar que “no hay tantas muertes” y que no nos tenemos que escandalizar tanto. Parece ser que no ha oído nunca hablar de la pirámide o el iceberg de la violencia, dónde los casos más extremos son sólo los más visibles (la punta de la pirámide/iceberg). Además, ni siquiera cuenta las muertes de personas negras a manos de policías en las comisarías o en las prisiones, o las ejecuciones. Por lo que, una vez más, el análisis de los datos deja mucho que desear. Y esto es inadmisible en una sociedad en la que existen personas expertas. Quedarse con una visión parcial de los datos, sin saber analizarlos porque no tiene por qué saberlo (ya que probablemente no sea su campo), y no hacer ese trabajo de investigación y consulta es intolerable. Por lo que, contestando a la pregunta que titula este post: ¿por qué debería La Voz de Galicia borrar el artículo? Pues como mínimo, por ética profesional y por respeto a las personas que sufren este racismo estructural e institucional a diario en todo el mundo. Porque, ¿y si esos datos pudiesen tomarse como ciertos y efectivamente las personas afroamericanas cometen más delitos (lo cual no pueden afirmar ni lxs expertxs)? ¿Eso justifica que se las asesinen? ¿Cuál es el sentido del artículo? ¿Decir que tampoco es para tanto porque están quitando vidas de gente negra, que delinquen más y por lo tanto tienen lo que merecen? ¿Cuántos asesinatos mediáticos le hacen falta a La Voz de Galicia para que le dé importancia al asunto?
Sinceramente, todo el artículo me parece un despropósito. No sólo por la falta de conocimientos y análisis, sino por la motivación de fondo. Espero que este post, que he intentado que no sea muy académico, invite a reflexionar y abra algunas puertas sobre qué es la Criminología Crítica y por qué debemos mantener este espíritu crítico y analítico ante los datos. Dejaré algunos artículos sobre el tema, por si a alguien le interesa. Sólo quiero recordar que los datos no son verdades absolutas y que siempre hay que contextualizar y saber analizarlos. La ciencia constantemente se utiliza para legitimar discursos de odio y, normalmente, por parte de personas que no tienen ni idea. Menos desinformación y más espíritu crítico. Muchos ánimos a todxs y muchas gracias por leerme.
Noticia de La Voz de Galicia:
- Murado, M-A. (2020). ¿Es racista la policía de Estados Unidos? En La Voz de Galicia. Disponible en:
Artículos de interés:
- Arenas, L., & García, E. (2016). Identificaciones policiales y discriminación racial en España. Evaluación de un programa para su reducción. Boletín criminológico, (163), 1-9.
- Chaney, C., & Robertson, R. V. (2013). Racism and police brutality in America. Journal of African American Studies, 17(4), 480-505.
- Legewie, J. (2016). Racial profiling and use of force in police stops: How local events trigger periods of increased discrimination. American Journal of Sociology, 122(2), 379-424.
- Wagman, D. (2006). Discriminación policial. Boletín criminológico, (87), 1.
- Whitney, M. (2008). The statistical evidence of racial profiling in traffic stops and searches: rethinking the use of statistics to prove discriminatory intent. BCL Rev., 49, 263.
Virginia Ávila Vázquez
Criminóloga, especializada en violencias machistas, género e interseccionalidad
Activista en la Colectiva Eclipsades
Instagram @vvirgnie