Representativa, representatividad. Resulta que no estoy dentro de esas palabras. Parece ser que mi color de piel no encaja con esos conceptos. Mi herencia, mis genes y mi físico no concuerdan con la idea que poseen en España sobre lo que es un ciudadano medio.
Lo escucho hace tiempo, la verdad que desde siempre.
Lo veo en la ficción. Una vez leí en una entrevista a un guionista de series de televisión que comentaba que no aparecían más negros en la ficción española porque se intentaba reflejar la realidad del hecho que se narraba: “Intentamos ser creíbles. Muy pocos conocen muchos médicos o policías negros. Si los pusiéramos, perderíamos verosimilitud”. Curioso tratándose de series de FICCIÓN. Todo el mundo sabe que el asalto la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de La Casa de papel es algo muy verosímil. Poner un actor negro no sería representativo.
Lo veo en las novelas que leo. Haced un ejercicio, pensad en las 3 novelas escritas por escritores españoles. ¿Cuantos personajes no blancos hay en ellas?
El otro día lo vi en El Objetivo de la Sexta. Presentaba a un grupo seleccionado de telespectadores que hacen preguntas a los candidatos a las elecciones generales. Dice que han sido elegidos con criterios de representatividad de la sociedad española. Nos hay ninguna persona negra. Nunca hay una persona negra.
Lo veo en el parlamento. En 40 años de democracia solo hemos tenido tres diputados negros. Una en la legislatura anterior, Rita Bosaho y en la última dos, un ultraderechista (increíble pero cierto) Ignacio Garriga y el socialista Luc André Diouf.
Lo veo en nuestra directora a la que acaban de quitar de sus listas Más País y Chunta porque iba a resaltar demasiado entre tanta piel pálida. Dicen que la lista de la que la han quitado a quedado muy mona y que: “… representa a varios sectores de la sociedad y está configurada por personas representativas de la cultura, la universidad, el sindicalismo, la juventud comprometida, el sector primario, el feminismo…”
Lo he visto desde niña, nunca hablan para mí. Los juguetes no eran para que yo jugase con ellos. Las niñas que disfrutaban de ellos en los anuncios eran todas blancas, y normalmente rubias.
Lo he visto de adolescente, no interesaba a las marcas. La ropa que yo quería ponerme no la hacían para mí.
Cuando crecí los trabajos tampoco eran para mí o el piso de alquiler o el asiento de autobús o la entrada a la discoteca.
Las mujeres y hombres negrxs aprendemos a no estar, a no existir. Por eso molesta tanto cuando sacamos la cabeza, porque no están acostumbrados a nuestra presencia.
No nos ven. Ni siquiera nos miran.
Ayomide Zuri
Inconformista, luchadora, africana y mujer negra. @ayomidezuri ayomidezuri@gmail.com