Afroféminas

Los españoles primero

Foto Diario de Valladolid

El discurso de que todas las ayudas son para “los de fuera” no es nuevo. Tampoco es cierto, pero, por algún motivo, a nadie le interesa comprobar qué hay detrás de esos bulos sobre los miles y miles de euros y las mansiones en La Moraleja que nos dan según bajamos de las pateras. 

Estaba yo viendo “El objetivo”, y me quedo boquiabierta cuando una señora le pregunta a Gabriel Rufián por qué había tantas ayudas para gitanos e inmigrantes y tan pocas para los españoles. 

Boquiabierta es poco. 

Lo primero que pienso es por qué esa mujer no considera española a la población gitana. ¿Cuántos siglos más tendrán que pasar aquí para dejar de ser considerados extranjeros? 

Mi segunda reacción fue ponerme en el lugar de esa mujer, que, superada por una situación personal que parecía muy difícil, necesitaba alguien a quien señalar. No creo que encontrar falsos culpables ponga el pan en su mesa, pero pedir explicaciones sobre datos no contrastados parecía otorgarle cierto alivio. 

Y sí: hablaba de datos no contrastados. 

Como trabajadora de ese ente conocido como “lo social”, me encuentro cada día con las mismas quejas: “no hay para mí, porque hay demasiado para los otros. Que el Estado me dé la prioridad que me merezco.” Y es comprensible que a cada cual sus problemas le parezcan los más urgentes, los más difíciles de solucionar, los que más atención requieren, pero eso no se puede atender bajo la premisa de que, si es necesario, le quiten al de al lado aquello a lo que tiene tanto derecho como tú. 

Empecemos por dejar clara una cosa, por muy obvia que parezca: todas las prestaciones son para quienes reúnen los requisitos que se determinen en cada caso. Sin negar que muchas veces hay que presentar una montaña de papeles, y conocerse al dedillo lo más enrevesado de la burocracia, y pasarse la mañana haciendo colas y solicitudes, y esperar meses y meses por la respuesta. Cada ayuntamiento, provincia, y Comunidad Autónoma tiene sus propios ritmos. Ojalá fuera todo más rápido y hubiera más ayudas para todo el mundo, pero ¿qué pasa con las que hay?

No sólo no se favorece a los migrantes, sino que, en ocasiones, se nos pide más. En el caso de las ayudas para vivienda, por ejemplo, se nos exige un permiso de residencia de larga duración para acceder en las mismas condiciones que los españoles. Aunque trabajemos y coticemos aquí con permisos de residencia temporal, el acceso a estas ayudas empieza a los cinco años de residencia legal con el cambio en la fecha de caducidad de la tarjeta. 

Así que en caso de inclinarse la balanza, no lo hace precisamente a nuestro favor. Ya se ha encargado Maldito Bulo de desmentir rumores como este, que circula libremente por Whatsapp:

El otro “incidente” que me ha animado a escribir hoy, ha sido un artículo de El Español sobre “la mayor endeudada por el impuesto de sucesiones en España”: 

Sin entrar a valorar el contenido de la noticia, lo que me dejó realmente impresionada fue encontrar comentarios que no tenían nada que ver con la situación de la afectada, el impuesto de sucesiones, la organización de las Autonomías, ni con nada que no fuera vomitar odio sobre todo lo que nos llevamos por nuestra cara bonita. Esas verdades como puños que airean los simpatizantes de Vox, recordando que a los de fuera y a los ilegales nos regalan beneficios, estamos primero, nos ponen todas las facilidades del mundo, mientras los españoles están abandonados por el Estado. Que la culpa de la situación de Paloma es de las paguitas que les dan a los MENAS. 

Ya sabes: si tienes algún conflicto con Hacienda, recuerda que la culpa es nuestra. No te perdonan los impuestos para que los gitanos, saltavallas, mataviejos, moros y panchitos nademos en oro. 

Por hacer un resumen: 

Otra cosa son las ONgs y asociaciones que trabajan con personas en riesgo de exclusión social, que, independientemente de la situación legal, ofrecen servicios de asesoría jurídica, clases de castellano, entrega de ropa y alimentos, y/o pequeñas ayudas económicas. Esto no se contempla como un derecho, sino como ayuda o caridad, y no está controlado por el Estado.

La crisis y la precariedad laboral han sido un revés para todos, pero, si sigues buscando a quien culpar, creo que la burbuja inmobiliaria, la corrupción, el rescate a la banca, y la reforma laboral pueden haber tenido mucho más que ver en tu desempleo que nuestra presencia. Presencia que nadie cuestionó mientras el país pedía mano de obra barata y se iban los aviones a cargar peones de construcción a América Latina. Presencia que no cuestionas cuando te vas de putas, y cuanto más exóticas, mejor. 

NO SOMOS DESECHABLES. No existimos para acudir a tu llamada cuando necesites una interna que cuide a tus mayores, y volver a nuestro país cuando decidas que por cobrar las prestaciones que nos hemos ganado estamos quitándote hasta el aire que respiras.

Todo el mundo recuerda la foto, aunque no el nombre, de ese niño sirio ahogado en la playa. Casi nadie recuerda a aquel otro encontrado en Caños de Meca, porque tendría unos seis años, pero era un negro como tantos otros, de los que llegan en patera día sí y día también, porque aún no hemos encontrado cómo poner vallas con cuchillas en mitad del mar. Digamos entonces que tenemos refugiados de primera y refugiados de segunda. Y a los refugiados de primera, si tanto los quieres, podrías meterlos en tu casa. Los refugiados de segunda directamente que se mueran.

Para más información sobre el tipo de ayudas que reciben, te guste o no, consultar aquí.

También hay situaciones mucho más sutiles, donde no te das cuenta de que el racismo y el clasismo que llevas dentro te hacen ver privilegios donde no los hay. A lo mejor no viste más que ventajas en la propuesta del PP de no expulsar a las mujeres en situación irregular que quisieran dar a sus hijos en adopción mientras durase el proceso. Las madres españolas no tienen esos dilemas. O nunca te has preguntado qué pasa con las mujeres que no pueden denunciar casos de abusos sexuales no contemplados como Violencia de Género o trata porque, al estar en situación irregular, pueden acabar en un CIE o deportadas al interponer la denuncia. Puede que nunca hayas tenido miedo al acudir a una institución cualquiera al pedir ayuda o información, porque no sabes si cruzan los datos con la policía. E incluso cuando estamos en situación regular, es a costa de denunciar que es imprescindible acudir a las oficinas de extranjería con una cita imposible de conseguir. De que bloqueen cuentas bancarias en masa. De intentar no poner mala cara cuando nos piden la documentación en una de esas redadas racistas tan frecuentes, donde cuatro o cinco policías echan la tarde en las estaciones de metro a la caza de sinpapeles

Nosotros somos inmigrantes, y los españoles que se van a trabajar al extranjero son jóvenes emprendedores y aventureros. Nosotros venimos a robar empleos y a acaparar ayudas, y ellos se van a hacerse un futuro. Y cuando digo nosotros, somos nosotros los pobres. Los europeos y norteamericanos ni siquiera son considerados inmigrantes. Si eres de Alemania, Bélgica, Suecia o Canadá, eres un ejemplo a seguir. Bienvenido. Si eres de Ecuador, Guatemala, Senegal o Bangladesh, eres un ser inferior que viene a delinquir y a vivir del cuento. 

Y entonces, ¿cuándo habrá suficiente para todos? 

Nunca. 

Nunca hasta que no nos consideres iguales. Nunca mientras pienses que te mereces más por el simple hecho de haber nacido en una u otra parte del mundo. Nunca, mientras no reconozcas que también contribuimos al crecimiento del país. Nunca mientras pienses que “los de aquí, primero”, porque eso implica que los demás tendremos que esperar hasta que tú no tengas ninguna necesidad para disfrutar de nuestros derechos.


Sara Tiyá


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