El triunfo de la candidata de Punta Cana, Clauvid Dály, como Miss República Dominicana para Miss Universo 2019, ha desatado indignación y un gran debate dentro de la población dominicana. La reacción adversa tras la elección de la ganadora del certamen, se justifica atendiendo a que ella no representa la belleza que caracteriza a la mujer dominicana. Incluso se la ha tildado de haitiana (como si ser haitiana fuese un pecado) poniendo en duda su origen dominicano.
Históricamente, los concursos de belleza han sido parte de la tradición cultural dominicana. Sus regiones y municipios presentan candidatas que, con su belleza, gracia y destreza, representan el sentir local en cada concurso de belleza nacional.
República Dominicana no escapó este año a esta tradición y el lunes 19 de agosto, se celebró el concurso “Miss República Dominicana”, coronando a la joven modelo Clauvid Dály como la mujer más bella del país y en consecuencia representará la tricolor del país caribeño en la 68.ª edición del evento Miss Universo, que se llevará a cabo el 15 de diciembre de 2019 en Tokio, Japón, en el que candidatas de alrededor de 96 países y territorios autónomos competirán por el título de la mujer más bella del universo.
Dály representó a la localidad de Punta Cana que se encuentra al este de la Republica Dominicana, llevándose la corona y el premio a «Mejor comunicación» durante el evento realizado en el Teatro Nacional Eduardo Brito en la Ciudad de Santo Domingo de Guzmán, quedando como primera finalista la candidata de La Romana, Kimberly Jiménez y Francesca Astier, del Distrito Nacional, como segunda finalista.
Después de haberse realizado la elección de la mujer más bella de Republica Dominicana, en las redes sociales se ha desatado el apocalipsis, puesto que la población dominicana reaccionó en contra de la elección de la reina del certamen, haciendo sentir su total indignación en forma inmediata al considerar que Clauvid Dály no representa la belleza que caracteriza a la mujer dominicana, basándose en sus características fisonómicas y, principalmente, en el color de su piel. Incluso, han puesto en duda su origen manifestando que su nacionalidad es haitiana y por ello solicitan que no debe representar al país en el certamen internacional.
La población cuestionó la ascendencia de Clauvid y a través de las redes sociales, solicitaban se develen sus orígenes filiares, su nacionalidad y si era cien por ciento dominicana. Porque, para muchos, según sus propias palabras “esa morena, no es fina”, “esas facciones tan negras, no son dominicanas”, “si hasta el nombre es haitiano”. Es por ello que la misma Miss R. Dominicana, se sintió compelida a responder a cada una de las críticas. Especialmente sobre su nacionalidad, negando ser descendiente de haitianos. En el programa de radio “El Mañanero” dijo: “Mi madre es de San Pedro de Macorís y mi padre de Santiago de los Caballeros, yo nací en Miami, Estados Unidos y a los tres días vinimos a vivir a Punta Cana. Mi nombre es una mezcla de los nombres de mis padres, puesto que mi mamá se llama Claudia y mi papá David, de ahí viene mi nombre”.
También respondió a los que decían que ella era hija de Magalí Febles la organizadora del certamen por el parecido que le adjudican. Manifestó: “Muy orgullosa de que digan que yo soy hija de una mujer tan empoderada y trabajadora como Magalí, pero, yo tengo una mamá biológica”.
Aparte de poner en duda su dominicanidad, muchos internautas se han dirigido hacia ella con expresiones tales como: “Si esa mofia es la que pretende ganar, se jodió todo”, “esta tipa sí es fea”, “cada día estamos peor, cuándo será que nacerá otra Amelia Vega” (haciendo alusión a la única Reina de Belleza dominicana que ha ganado la corona de Miss Universo, en el año 2003), “debemos esperar que las hijas de Amelia Vega crezcan para tener otra corona”. Otros exigen la entrega inmediata de la corona a la representante de La Romana, Kimberly Jiménez, que, a pesar de ser hija de un puertorriqueño, nunca fue cuestionada.
Todo este revuelo ha generado que esta joven modelo reciba un sinnúmero de comentarios violentos y racistas de parte de muchos ciudadanos, debido a que estos consideran que el trasfondo de su elección, es una campaña propagandística con el fin de ir acostumbrando a la población a aceptar el hecho de que la fusión entre República Dominicana y Haití está prácticamente dada, pues consideran que este tipo de evento no es un acto trivial sino la elección de una candidata que se vuelve un símbolo, que representa nuestra idiosincrasia, nuestra cultura, nuestros rasgos físicos típicos que conforman nuestra identidad.
Las teorías conspirativas que se tejen son innumerables, pero la más repetida es la que estima que: “lo que pasa es que hay un anhelo de resaltar, aunque sea ridículamente, a los haitianos para amedrentar a los dominicanos y mostrarnos ante el mundo como si fuésemos una misma nación, nunca ha sido así, no lo fue y nunca lo será. Aunque la traición esté siendo ejecutada desde la primera instancia de Poder en República Dominicana”. Tal parece que, en un concurso de belleza, se juega “la patria, la libertad y sus límites fronterizos” y si se tiene una opinión distinta, automáticamente pasas a ser un detractor/a de la identidad nacional y en consecuencia un traidor a la patria.
El cyber bullying que ha recibido Dàly es violencia simbólica y racista que caracteriza a todos los que se esconden detrás de un perfil en las redes sociales para destilar su odio e inmundicia. Todo esto se produce en las entrañas de una sociedad dominicana que niega, sostenida y rotundamente, la existencia del racismo, bajo el entendimiento que negar la existencia de actitudes racistas la convierte en una sociedad tolerante, abierta y carente de prejuicios.
El negacionismo social predominante en República Dominicana tiene que ver con la construcción de la identidad dominicana sobre la base de los parámetros colonialistas que prevalecen hasta la actualidad. En los cimientos de nuestra identidad tiene mayor relevancia lo hispano, lo europeo, lo blanco, que se superpone sobre lo negro, lo africano, lo que vulgarmente se asimila a lo haitiano. Es un hecho muy conocido por antropólogos y sociólogos que cuando una persona tiene que definir su identidad, en general, elige la identidad asociada a la comunidad de más prestigio social. Este fenómeno explica por qué muchos mulatos se consideran blancos, y muchos negros, mulatos.
Este caso en particular muestra una sociedad hipócrita, insensible, segregacionista y atada a un racismo intrínseco que relaciona el color de la piel con la nacionalidad y el sentir patriótico, negando consecuentemente nuestra afrodescendencia por considerarla algo impropio del dominicano.
Además de repudiar la violencia cruel y desmedida hacia una joven que lo único que ha hecho fue presentarse y ganar un concurso, es sabido que la belleza es un valor que se mide con la subjetividad de cada persona que la evalúa, pero eso no habilita a nadie a denigrar o menospreciar la belleza ajena.
Más allá de la problemática que atraviesa cada manifestación pública en contra o a favor de la candidata, considero oportuno mencionar que los concursos de belleza, en mi opinión, solo sirven para fijar estereotipos que a través de patrones tales como: Mensajes, valores, íconos o signos, transmiten y reproducen la dominación, desigualdad, fomentan la discriminación, naturalizando la subordinación de la mujer al mismo tiempo que la cosifica y mercantiliza, utilizando sus cuerpos para entretener. Por ello deben ser abolidos.
Melina Schweizer
Periodista Dominico-Argentina, ciudadana y libre pensandora