Afroféminas

El día de la mujer para una feminista negra

Chimamanda Ngozi Adichie: «si sólo escuchamos una historia sobre una persona o un país, corremos el riesgo de caer en una incomprensión grave.»

¿Por qué un día de la mujer trabajadora? A veces tengo la sensación que algunas reivindicaciones quedan para eso, para hablar de ellas el 8 de Marzo, para hacer discursos políticos, para decir que nos acordamos de un sueño irrealizable.

Reivindicar el trabajo de la mujer a  día de hoy es quedarse a mitad de camino. Los medios aprovechan y, para cumplir con aquello que llaman actualidad. comienzan a adentrarse en temas que ya no son tan actuales como son: la conciliación, las diferencias de salario entre mujer y hombre, la cantidad de directivas en comparación con la proporción de mujeres que salen de la universidad, etc. Y mientras más escucho más me pregunto: ¿de verdad que alguna vez esto se resolverá?

Aún más me sorprende cómo se debate tanto de estas cosas como si esto fuese el único problema que tuviesen las mujeres. ¿De qué mujer se está hablando aquí?

Ayer escribía una lectora y decía que el día de hoy, 8 de Marzo,  es dedicado a  todas las mujeres, todas juntas. Totalmente de acuerdo. Eso sí, si apareciéramos todas. Lo que no se puede es reivindicar el día de la mujer con los referentes de mujeres blancas, la historia de mujeres blancas, la imagen de la mujer blanca y los problemas de la mujer blanca. Esto en el siglo XXI debería ser inadmisible.No hace falta ser negra para tener referentes en el Afrofeminismo. No sigamos perpetuando el prejuicio que dice que nuestros problemas son eso, problemas de negros, cuando en realidad son problemas de TODXS.

No faltará quien me tilde de racista. Y como siempre cuando no me doy por aludida ni siquiera me molesto en explicar, porque es eso: no lo soy. Pero parece que para que todo vaya bien, para no molestar, debo callar y aceptar que esos deberían ser mis problemas y en cambio, los que me surgen como mujer negra, debo resolverlos en la intimidad, en el silencio porque lo que no existe para los otros, parece que no debe existir para una mujer negra.

bell Hooks: Mi anhelo de encontrar fuentes que pudieran explicar la experiencia (especialmente mi presunción de que los libros escritos por blancos podrían contener tal explicación) es precisamente un reflejo de la socialización de los grupos oprimidos y explotados en una cultura de dominación. Nosotras aprendemos que no tenemos poder para definir nuestra propia realidad o para transformar las estructuras opresivas. Nosotras aprendemos a buscar en aquellas capacitadas por los sistemas de dominación, que nos hieren y nos dañan; buscamos ser liberadas y nunca lo hayamos. Para nosotras, es necesario hacer el trabajo por nosotras mismas si queremos conocer más acerca de nuestra experiencia, si queremos ver esa experiencia desde perspectivas no conformadas por la dominación”

Llevamos mucho tiempo denunciando lo que las grandes referentes del feminismo negro llevan haciéndolo hace dos siglos. ¿Qué tiene que pasar para que esto se entienda? ¿Más educación inclusiva?

El problema del patriarcado, por ejemplo, no es el problema fundamental en nuestra historia. Por ello nuestro discurso cambia. ¿Hay puntos de contacto? Por supuesto, pero claramente digo que no tenemos la misma historia, no tenemos las mismas reivindicaciones. Aunque a veces entre tanto clasismo, se da por sentado que si no formas parte de la historia Occidental, no tienes historia. Lo cierto es que si, que la tenemos, que no todo vino de la Ilustración, que el siglo de las luces tiene muchas sombras y que a pesar que las primeras feministas negras fueron exeesclavas, no necesitaron ilustrase para tener muy claro qué querían para ellas.

Si Simone de Beauvoir planteaba, además con mucha razón, que “el problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”, en el caso de la mujer negra no ha sido así precisamente. Nuestros problemas parten del conflicto raza-género que más tarde a esto se añadió el problema de la clase, origen (la mujer negra inmigrante) y la sexualidad. Es decir no es que los derechos de las mujeres fueron usurpados por los hombres o por un sistema dirigido por hombres sino que dichos derechos tampoco fueron reconocidos por las propias mujeres blancas. Y lo que sorprende es que aún esta situación no ha terminado, no se ha cerrado.  Precisamente el pasado domingo hubo una marcha en Francia por este día y por supuesto allí estaban las feministas negras reivindicando discursos que en España aún a más de unx sonroja y sorprende. Baste media vez que alcemos la voz para que llegue el aluvión de críticas donde la opinión que predomina es: que estamos acomplejadas porque, insisto, parece que son los otros quienes nos tienen que decir cómo nos tenemos que sentir y qué nos tiene que afectar.

Feministas negras francesas en una manifestación el 6 de marzo del 2016

La historia de la mujer afro, y esto es otra diferencia y además fundamental, no viene de grandes tratados europeos ni mucho menos. El Afrofeminismo depende en gran medida de la experiencia vital de la mujer negra y es esa experiencia la que marca nuestra agenda, la que dice cómo debemos luchar, cuáles son nuestras prioridades y no las de una mayoría que ni siquiera se molesta en aprender al menos un poquito de Afrofeminismo.

Esta es la razón por la que una mujer blanca alejada de estas cuestiones le resulte tan difícil de entender todo esto a menos que tenga voluntad explícita de aprenderlo y esa es la razón por la que una mujer blanca con hijos negros empatiza especialmente con esta lucha: porque lo viven a través de sus hijos y muchas de ellas saben de sobra que la negritud en un país de mayoría blanca como España no acaba sabiendo cómo tratar y querer el pelo afro; los problemas tienen un alcance mayor y conviene estar informadxs.

En el feminismo negro, y esta es otra característica que nos diferencia, coinciden en la misma persona tanto el activista como el oprimido. A las pruebas y testimonios de Afroféminas me remito. Con esto quiero decir que no se trata de un experimento antropológico que vivenciamos intentando meternos en el papel: LO QUE DENUNCIAMOS ES LO QUE VIVIMOS. Y cuando leo las típicas frases de ánimo y fuerza, me sonrío como no podía ser de otra forma: UNA MUJER QUE LUCHA, SE SIENTE LIBRE Y FUERTE. La condescendencia chirría y bastante. Mejor abstenerse por favor.

¿Qué pueden aprender las mujeres blancas del feminismo negro?

Que reconoce la diversidad entre las propias mujeres. Ese es el motivo por el que en Afroféminas escriben tantas mujeres, de tantos orígenes. Una sola mujer no puede hablar por todas. Una mujer que nació en la Habana no puede coincidir en todo con una que nació en Malabo. Sin embargo hay muchas cosas que nos unen y eso es lo que se intenta potenciar, sin olvidar lo que nos diferencia.

La mujer negra en las grandes generalidades desaparece. Obviar sus particularidades conduce a una segura invisibilidad. De aquí que la frase “todos somos iguales” no nos debería servir fundamentalmente porque no lo somos, es una realidad y no pasa nada en reconocerlo. Las historias se entrecruzan y eso desde mi humilde opinión siempre es bueno, siempre y cuando no perdamos de vista que sus orígenes son completamente diferentes.

Finalmente quiero decir que el feminismo negro representa otra forma de entender a la mujer. Recomiendo que se enseñen estas cosas, que lleguen a los colegios pues constituirá una gran herramienta para derribar tantos y tantos estereotipos, arraigados en nuestra sociedad, cómplices del microrracismo y que sobre todo son los responsables de fomentar una falsa imagen de la mujer negra occidental.

¡Feliz 8 de Marzo a todas!

Autora: Antoinette Torres Soler

Directora de Afroféminas

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