El pasado viernes, el grupo musical Camela actuó en Baza, celebrando un concierto que fue bien recibido por el público. Sin embargo, lo que debería haber sido una simple jornada de música y celebración se vio empañado por un comentario racista lanzado por Rafael Azor, concejal no adscrito de la localidad. A través de su perfil personal en Facebook, Azor no dudó en perpetuar un estereotipo profundamente dañino sobre la comunidad gitana, afirmando: «Los gitanos nunca han sido muy trabajadores, y anoche tampoco». Un comentario que refleja el racismo estructural que permea no solo en la sociedad, sino en las mismas instituciones políticas que deberían velar por la igualdad.
Azor, quien en su pasado estuvo vinculado al partido de extrema derecha Vox, ha intentado desviar la atención sobre el contenido de sus palabras, eliminando el comentario original y publicando otro en su lugar donde, en un alarde de descaro, volvió a insinuar lo mismo: “La tercera vez que vienen a Baza en treinta años y cada vez con menos ganas de trabajar…”. Esta manipulación no es más que una forma de camuflar el racismo detrás de una supuesta crítica sobre el concierto, pero la intención es clara: reproducir prejuicios que han sido utilizados históricamente para discriminar a la comunidad gitana.
El comentario de Azor no es un incidente aislado, sino una manifestación de un problema más profundo: el racismo que persiste en las esferas de poder en España. Resulta preocupante que este tipo de discursos no solo sean proferidos por un representante público, sino que además se intente minimizar su impacto a través de excusas vagas, tal como lo hizo Azor al decir que se refería «solo» al grupo musical. La realidad es que el racismo, en cualquiera de sus formas, es inaceptable, y esta clase de comentarios perpetúan una narrativa que no hace más que marginalizar y oprimir a comunidades históricamente discriminadas.
El grupo municipal del PSOE en Baza reaccionó con una condena pública a través de sus redes sociales, denunciando lo inadmisible de este comportamiento y destacando el silencio cómplice del alcalde de la localidad, Pedro J. Ramos. Este tipo de silencios no son más que una confirmación de que el racismo no solo se expresa en palabras directas, sino también en las omisiones y la falta de acción frente a las injusticias.
El Partido Popular, por su parte, no tardó en sumarse a la condena, aunque lo hizo bajo el manto del “oportunismo político” y la “demagogia”, dejando claro que su rechazo a estos comentarios no es más que una estrategia para evitar el daño a su imagen pública, mientras el racismo continúa presente entre sus filas.
Solo la dimisión inmediata es una respuesta aceptable.
Redacción Afroféminas