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Despenalización y trabajadorxs sexuales racializadas

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Ir hacia el punitivismo en el trabajo trabajo sexual no traerá ningún beneficio. En realidad aumentará el riesgo para las trabajadoras sexuales, especialmente las mujeres negras. Si aumentamos la vigilancia del trabajo sexual solo conseguiremos exacerbar el estigma, justificar la violencia policial e incrementar las disparidades raciales. Las mujeres racializadas, especialmente las mujeres, niñas y mujeres negras cis y trans, son particularmente vulnerables. Todas estas intervenciones penalistas se centran únicamente en abolir la industria del sexo en lugar de eliminar los problemas estructurales que impulsan la explotación.

La violencia que sufren las trabajadores sexuales viene en gran medida de parte de las fuerzas policiales. Desde el perfilamiento racial, hasta los registros, abuso sexual y extorsión, las fuerzas del «orden» son perpetradores frecuentes de violencia contra las trabajadoras sexuales. Las mujeres negras, que están siempre bajo sospecha, empobrecidas y viven en comunidades racialmente segregadas, están marcadas como objetivos principales.

Cuando las trabajadoras sexuales negras y racializadas son víctimas de violencia la policía mira para otro lado. En la violencia contra las trabajadoras sexuales, las mujeres migrantes, racializadas y negras se llevan la peor parte, ya que está más desprotegidas ante los abusos y la violencia.

Debido a la política de invisibilización del factor raza en los estudios sobre la prostitución en España no podemos saber cuántas prostitutas son personas racializadas o negras. Este hace imposible ver el efecto real que causa la raza en las políticas punitivistas. Invisibilizar el factor étnico incide en la discriminación, no la evita.

Además de la violencia física, la criminalización tiene consecuencias colaterales sustanciales, que incluyen las retiradas de custodia de lxs hijxs, la deficiencia en la atención médica, cuando no la falta total de ella y las barreras para encontrar empleo fuera de la prostitución.



Si bien el daño producido por la criminalización y el estigma hace que las trabajadores sexuales negras sean hipervulnerables, cuando se habla de dar derechos de las trabajadoras sexuales todavía no incluimos la justicia racial en el debate.

Las mujeres negras siempre han luchado por la autonomía corporal y resistido contra la explotación. En lugar de reprimir las estrategias de supervivencia, deberíamos poner más medios en que tengan más opciones. La despenalización del trabajo sexual también es un problema de justicia racial que requiere que abordemos las causas profundas de la vulnerabilidad.

«Nada sobre nosotras, sin nosotras» es un lema que se puede escuchar en sus manifestaciones de las trabajadoras sexuales. Debemos dejar de oírnos a nosotras mismas y oír a las trabajadoras sexuales, respetando sus elecciones y desafiando la opresión estructural que sufren en todos los frentes, también el racial.

Hoy es el Día Internacional para Poner Fin a la Violencia contra las Trabajadoras Sexuales. Reconocer su derecho a existir y a tener derechos laborales es el primer paso para su sanación. No podemos dejarlas sumidas en una oscuridad que no las beneficia.

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