El Día Internacional de la Mujer Indígena se celebra desde 1983 en su honor. ¿Quién fue esta mujer indígena que luchó contra los ejércitos españoles?
Bartolina Sisa fue una mujer indígena de etnia aymara, comerciante y guerrillera que lideró luchas del levantamiento contra el colonialismo español junto a Tupac Katari, su compañero y líder insurgente, Inca Rey de los Aymara y Virrey del Inca. Luchando contra el dominio de los españoles, las agrupaciones indígenas combatieron la opresión a la que estaba expuesto su pueblo.
La invasión española en el continente americano fue responsable de introducir prácticas de violencia y explotación marcadas por el patriarcado, el racismo, el desarrollo del capitalismo y la esclavitud. Bartolina fue una de las mujeres que tomaron el mando de los rebeldes de su región. Combatiendo con fusil y liderazgo, Bartolina y otras compañeras como Gregoria Apaza organizaron batallones populares contra el Imperio español. Bartolina Sisa fue responsable por tareas de reclutamiento, de organización logística de provisiones y circulación en territorio rebelde.
Recopilando la historia de Bartolina Sisa
Según estudios que recuperan su trayectoria, Bartolina tiene posible origen en el 24 de agosto de 1753, en el corregimiento de La Paz, cuando parte del territorio boliviano era conocido como Alto Perú. Habiendo crecido en el seno de una familia acomodada por el comercio de coca, no se dejó cegar ante la realidad de los demás.
Bartolina fue una de las participantes del primer cerco a la ciudad de La Paz. A inicios de 1781, organizó campamentos durante la sublevación en ciudades como como El Alto, o zonas de la capital de Bolivia, como Killi Killi, Poto Poto (hoy Miraflores) y Pampahasi. El 13 de marzo de aquel año, el grupo montó campamento en La Ceja de El Alto, cerrando los accesos a la ciudad. La ocupación llevó semanas, y solo fue levantada en junio por una acción del Ejército. Bartolina fue presa un mes después, según fuentes, a consecuencia de una traición, y sufrió torturas para que entregara a los líderes de la insurgencia indígena, pero no hay indicios de que haya dicho una sola palabra. Se relata que, en el día de su cumpleaños, su agrupación organizó una “fiesta” en su homenaje, produciendo sonidos descentralizados alrededor de la zona de la ciudad donde estaba ubicada la cárcel, en una demostración de fuerza política y afirmación cultural.
Después de una segunda rebelión que nuevamente cercó La Paz, las fuerzas españolas arrestaron y sentenciaron a muerte a las y los líderes del levantamiento, incluso Tupac Katari, quien fue descuartizado en espacio público. A él se le atribuye la siguiente frase, que se mantiene viva hasta los días actuales: “a mí sólo me matarán, pero mañana volveré y seré millones”.
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Fue muy difícil mantener los múltiples levantamientos que ocurrieron en 1781, pues toda la estructura hispánica estaba en su contra. Asimismo, jugaron un papel central para la independización. Según una investigación realizada por la historiadora Pilar Mendieta, que estudió los diarios de un oidor miembro de las élites locales, “le sorprende el hecho de que las mujeres indígenas sean protagonistas en actos políticos que sólo son válidos para la esfera masculina, combatiendo junto con sus maridos, lanzando piedras e incluso comandando ejércitos. La actuación de las mujeres indígenas se realiza fuera de los muros de la ciudad sitiada, en el contorno espacial que dominan los indígenas.” En el diario, el oidor escribió que “circunvalaron con sus mujeres la ciudad como si concurrieran por cómputo diez o doce mil de ellos, bajaron los hombres y acometieron por todas partes con muchedumbre de una pedrea continua”.
Bartolina Sisa fue asesinada el 5 de septiembre de 1782, hace exactos 239 años. Su muerte fue violenta, en un intento colonial de poner miedo a sus compañeras y compañeros rebeldes, como muestra la brutal descripción del oidor recuperada por Mendieta: “(…) que sacada del cuartel a la plaza mayor por su circunferencia, atada a la cola de un caballo con una soga de esparto al cuello, una coroza de cuero y plumas y una aspa afianzada sobre un bastón de palo, en la mano, y a voz del pregonero que publique sus delitos sea conducida a la horca y se ponga pendiente de ella, hasta que naturalmente muera y después se claven su cabeza y manos en picotas con el rótulo correspondiente, y se fijen para el público escarmiento en los lugares de Cruz Pata, Alto de San Pedro y Pampajasi, donde estaba acampada y (…) después de días se conduzca la cabeza a los pueblos de Ayo Ayo y Sapaaqui, de su domicilio y origen, en la provincia de Sicasica, con la orden de que se queme después de tiempo y se arrojen sus cenizas al aire donde estime convenir.”
Su asesinato se debió a su intenso liderazgo y radicalidad en la batalla contra el poder colonial. Esta lucha, que no se apaga, se vuelve semilla para las nuevas luchadoras.
Fuentes:
Afroféminas