Afroféminas

Sobre el calificativo de negro(a)

En lo complejo del uso del lenguaje, es posible encontrar referentes para estudiar diversos fenómenos sociales, los cuales guardan en sí mismos innumerables respuestas a preguntas que nos asaltan a diario especialmente al contemplar la discriminación, el racismo, la esclavización de las personas y sus terribles consecuencias incluso en las versiones más “modernas”. En este caso deseo  detenerme en la denominación de “Negro(a)” para el ser humano, palabra que más allá de calificar, pasa a sustantivo directo para determinar como un daño irreparable, a seres humanos con sus terribles consecuencias en diversos planos, por el hecho de tener la piel oscura cuando eso es una perfecta creación ecológica de la naturaleza, en algunos ámbitos del planeta.

Sobre el particular, el estudio del continente africano y su papel en el surgimiento del mercantilismo y su consecuente derivación en el capitalismo salvaje -como sistema y Modo de Producción- nos lleva a descubrir un alto costo como CRIMEN DE LESA  HUMANIDAD, cuyo daño perdura a través de los siglos con un sedimento ideológico que fue afianzado por diversas religiones del mundo occidental, impuestas precisamente para consolidar como único y definitivo ese sistema. En tal sentido la calificación de negro(a) ha constituido una carga letal para las personas de piel oscura, la cual cosificó a millones de africanos a través de la denominada TRATA NEGRERA con la que generaron una diáspora involuntaria y criminal, junto a una gran acumulación de capital económico, sin precedentes.

El desarrollo y esplendor de la economía occidental se edificó bajo ese crimen, donde religiones como la Católica y la Protestante montaron un discurso que justificó esa esclavitud, deslegitimando la condición humana de los africanos, necesarios para repoblar a la Abya Yala, bautizada después con el nombre de América, luego de exterminar en este “nuevo” continente a  millones de aborígenes, pobladores originarios arrasados en medio siglo a punta de invasiones y saqueos característicos de la denominada Conquista . En ese contexto, la Iglesia Católica expuso su postura y enfoque en un documento –entre otros- denominado Doctrina para Negros, citada por el investigador  Javier Lavina (editorial Sendai, España 1989) junto al Código Negro como instrumento jurídico (Ver los Códigos negros de América Española de Manuel Lucena Smoral, 1996 UNESCO, España), los cuales han sido estudiados por el prominente investigador venezolano Jesús Chucho García, militante activo contra la discriminación y el racismo,  quien ha publicado diversos libros al respecto y por cierto, mi trotamundos predilecto, hermanado conmigo por ésta y otras causas.

De igual manera, la supremacía blanca se ocupó de sembrar la idea de que las personas de piel oscura estaban “muy cerca” de los simios y gorilas, razón que justificaba el hecho de darle el trato que según ellos merecían los animales, siendo ésta otra manera de justificar el trabajo forzado y la esclavización para preservar sus cuantiosas fortunas, fortalecer sus reinos y garantizar mano de obra permanente. En este contexto se sembró en el cerebro humano toda una teoría con elementos bilógicos, económicos y religiosos sobre la minusvalía y degradante condición de las personas de piel oscura hasta nuestros días, perpetuándose con mensajes subliminales descalificadores a través de los medios de comunicación a todos los niveles: TV, cine, chistes, canciones, cuentos infantiles, novelas, y demás recursos ideologizadores de uso cotidiano, en escuelas, universidades, iglesias, entre muchos otros, que estamos en la obligación de identificar, desmontar y combatir donde quiera que estemos. 


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En la búsqueda de hacer justicia se ha manejado el término afrodescendiente, el cual posee la suficiente amplitud como para combatir una calificación que ha ocasionado daños irreparables que implican una deuda eterna ante tanto maltrato, injusticia y degradación del ser, en planos conscientes o inconscientes que deben ser identificados en el aquí y el ahora, en pueblos y vecindades, en todos los caminos de la vida, para lograr una verdadera justicia ante tanta perversidad, donde el poder y la riqueza tienen un peso significativo. 

En lo que respecta a la mujer, el daño ha tenido doble ración: el patriarcado, al apoderarse del liderazgo que desde las bases fundacionales de la humanidad había venido ejerciendo la mujer, se valió de todos los medios posibles para minusvalizarla, devaluarla, cosificarla, incluso en complicidad con la Iglesia Católica, la cual se ocupó de quemar vivas a mujeres creativas, curanderas y destacadas como inteligentes , bajo la acusación de Brujas en una sociedad de cómplices, tema tratado en artículos anteriores (¿Brujas? Discriminación y Feminicidio: Afroféminas). Si a lo anterior se le une la condición de tener la piel oscura, el fenómeno  trae consigo un capítulo doloroso por decir lo menos, que ha puesto a prueba la capacidad, la inteligencia, la entereza, la resistencia, el arrojo de la mujer, que con esa doble opresión ha tenido que sobrevivir, sobreponerse y rebelarse en una sociedad tan injusta y desigual como la que nos ha correspondido vivir en esta batalla de nunca acabar: recuperar espacios de liderazgo, la lucha por la equidad e igualdad de género, contra la discriminación y el racismo, contra la violencia y el Feminicidio,  contra la opresión de los imperialistas que someten a los pueblos del mundo en general y en especial atacan a los que luchan por su independencia y soberanía. La gran prueba durante varios siglos, ha sido sobrevivir, mantenerse y seguir adelante en una lucha impredecible, pero donde la condición de mujer ha sido puesta a prueba en diferentes fuegos, regenerándose y reproduciendo nuevos mecanismos para no desmayar ni desaparecer en el liderazgo familiar, social, político y militar que la naturaleza le otorgó definitivamente: contra eso, nadie puede ni podrá, ni siquiera los machistas que arremeten a diario contra los movimientos feministas, lo cual les delata el sedimento ideológico!

Mi pensamiento, mis palabras, mis sentimientos en estos momentos tienen un telón de fondo: la necesidad de justicia con la vigencia de la fuerza que interpreta a la mujer esclavizada, la de ayer, hoy y mañana, como una fuente inagotable de lucha permanente, por esa maraña ideológica preñada de ideas que tienden a sumir al ser humano en falsos conceptos, en conductas machistas y patriarcales, imponiendo un modelo de seres maltratadores que se creen dueños de la verdad y pretenden perpetuar un sistema en decadencia, que en su fase superior imperialista, se torna mucho más violento, descaradamente agresivo y violador ya de frente de los Derechos Humanos Internacionales y su respectiva legislación: la situación del mundo actual es testigo de esa realidad, cuando han puesto en riesgo la propia supervivencia del planeta: la lucha es de todo aquel que comprenda y comparta este clamor y  DONDE TODOS SOMOS UNO no hay imperio que valga!


Obdulia Molina Jara

Soy escritora de prosa, cuentos y poesía, estoy profundamente identificada con la madre África, y con la lucha contra el racismo y la discriminación de cualquier tipo; mi poesía está identificada con esa lucha y me encantaría compartirla; tengo 66 años, estoy jubilada y me he dedicado más que todo a escribir lo que me gusta, esposa y madre de afrodescendientes. De Venezuela.


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