Afroféminas

Poemas Afroféminos (II) de Ashanti Dinah Orozco Herrera

Poemas Afroféminos (II) de Ashanti Dinah Orozco Herrera

Segunda entrega de los hermosos poemas de Ashanti Dinah Orozco Herrera ha llamado Afroféminos. Más belleza y más palabra amadas. Más mujer negra, gritando bien fuerte que lo es. Más vida a raudales de esa que se te escurre por las manos al cogerla como si fuera un tesoro. Ashanti Dinah nos vuelve a medir bien como somos, como nos vemos, como nos amamos. 

Nos queda decir que se llamen Afroféminos nos ha hecho ilusión. No sabemos si tiene algo que ver con este blog, pero nos encanta. Sin más, porque nuestras palabras interrumpen la llegada de los tambores…a disfrutar.

 

ALGUNA VEZ… LAS MUJERES NEGRAS

Alguna vez… las mujeres negras nos importamos,
alguna vez… nos respetamos,
alguna vez… caminamos juntas
Alguna vez… nos encontramos y nos escuchamos
y fuimos brujas y fuimos magas… 

Cuando la luz de luna quemó su aroma sutil de ajo,

alguna vez…

volamos bajo los árboles

sentadas en la escoba,

con nuestros brazos estirados
para sentirnos paloma-colibrí, al menos por un rato.

Y aunque a nadie le gustó

que preparáramos pócimas y conjuros

de alas de búho y plumas de avestruz,

cocidas al vapor de trocitos de estrellas,

Alguna vez…

hechizamos nuestras propias manos

y las convertimos en pájaros,

nuestras voces en canto de fuego interior

y nuestras piernas en palabras heredadas

de un antiguo libro de hadas africanas.

Y aunque a nadie le gustó

que sobre una colina de río verde y matorral de enredaderas

se escuchara el rumor de nuestras carcajadas

zumbando las ventanas del lenguaje,

Alguna vez…

aullamos juntas en un solo grito con la garganta de la selva,

y con los suspiros de las ballenas cuando la lluvia arrecia sus espinas.

 

Alguna vez…

desgranamos los desencantos del alba en nuestros cuerpos,

e hicimos desaparecer el monstruo animal de los miedos a nuestro antojo.

Uno, era violeta como los recuerdos
y otro, gris como lo que no podemos recordar.

Alguna vez…

cuando un ejército de caballos resurgió desde nuestros vientres
como una gacela mirando a un jaguar en su travesía por los campos,

corrimos desnudas y nos vestimos de viento huracanado del sur

con nuestras pieles olor a albahaca,

a mermelada de girasol y polvo de romerillo.

Y aunque los patriarcados 

y las invasiones y las guerras
han roto el círculo por fuera y por dentro,

y han hecho telaraña de olvido la memoria,

un eco solidario surcó alguna vez…

y sopló la tierra de lágrima rebelde con la fuerza de la historia

de aquellas noches de aquelarre

cuando bebimos del mismo néctar un aire de burbujas,

y nuestros cabellos danzaron juntos alguna vez…
para ombligar nuestras conciencias negras con un mapa de sueños.

 

FEMINARIO MANDÁLICO

Hoy estamos sentadas en círculo de yoga tántrico.

Mujeres, hermanas, compañeras, amigas… conocidas, extrañas…

Yo inicio el ritual de presentación colectiva con un ovillo de lana cobriza entre mis dedos… 

Mi lengua es imperfecta.

Hablo en lengua retórica amalgamada por la savia entraña de la tierra creciente y palpitante.

Hablo en imágenes, en poesía hecha de plumas.

Me nace el principio esencial de la palabra robusta

que me rescata de la bruma y el silencio dormido en el inconsciente.

Emergen palabras evocativas adheridas en las paredes de mi útero-amapola,

un encantamiento de sílabas me despiertan y abren puertas y laberintos;

en mis manos se vuelven criptogramas, conjuros, ecos, gritos, silbidos, tambores

que me hacen vibrar el esternón del alma.

Palabras de poder chamánico colmadas de pétalos líquidos,

palabras desnudas de culpas, miedos, dudas, mentiras, rencores, pecados e infamias

que expulsan las viejas agonías, angustias, amarguras y hasta las heridas verticales

más microscópicas que me cobijan a diario en el estupor solitario de la noche.

Me nombro en la ronda. Me escucho nombrarme…

Esta soy yo Dinah Orozco Herrera… cuento algo de mí…

Soy el soplo de vida que fluye de regreso desde los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos, las cuatro estaciones: el sol, la luna, el fuego, la lluvia y el viento.

Soy la memoria pupilar de mis espíritus, en mí nadan seres antiguos, trazan su mapa de signos.

Soy la voz arquetipal de mis ancestras.

Nombraré a todas las esclavizadas, asesinadas, ahorcadas, quemadas, violadas, desaparecidas, explotadas, golpeadas, discriminadas, desterradas:

Agustina, Catalina Luango, Polonia, Matamba, Nzinga, Wiwa, Orika…

Soy un círculo-mandala que corazona la huella de todas las mujeres que me precedieron

                                                                                         [y que he sido al mismo tiempo]

ese linaje femenino de Sí-misma, viviendo a través de mí y sanando junto a mí

con la Conciencia absoluta, entera y luminosa.

Soy la sangre silenciada re-existiendo, resistiendo, in-surgiendo como espuma salitre de mar.

Soy la sangre múltiple de cada una de ellas bendecida, honrada, celebrada.

Soy la resonancia de su canto heroico, su plegaria en armonía esperanzada,

su emoción que duele en la parte más profunda del paladar,

y estoy aquí para engendrar semillas en su nombre

Hoy me levanto en la órbita del aire como un colibrí.

Entonces, comienzo a recordar la historia de aquellas mujeres embrionarias

que menstruaban todas en la misma fecha…

Juntas… comprendían que esos días de ofrenda a la luna roja eran especiales…

Sentían bajo sus faldas manchadas de barro la fuerza-madre del centro del universo,

y un misterio de sacrificio lunar las volvía más intuitivas, más sabias, visionarias, generosas…

Sangraban al mismo tiempo una llovizna escarlata de aguas cósmicas

que se escurría sobre las hebras de sus vientres de arcilla,

y todo se aromatizaba con el drenaje de ese olor a hierro.

Pero no sólo estaban en sintonía las fuentes hormonales de su sistema arbóreo,

sino también su energía psíquica se alimentaba, se sostenía, se acompasaba,

se conectaba con el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza… esférica… coagulante…eterna…

Luego, le paso el ovillo a otra compañera… al azar… que asimismo cuenta quién es…

se descubre también en lo negado, lo oculto, lo callado, lo no dicho, lo temido, lo soñado…

Y suavemente…nos vamos abriendo al contacto con la otra… a su territorio arcano…

las palabras manantiales nos acercan… y el ovillo se desliza entre nosotras… de mano en mano…

Algo muere en nosotras, se agrieta, se evapora, se desvanece…

dejaron de pesarnos los pensamientos que cargábamos de niñas.

El acto perlocutivo de la palabra curativa nos resplandece las venas,

se vuelve sagrado, metafísico, primordial

forma una red secreta de yantras contemplativos, un cálido tejido de proxemias y kinesias

desde la complicidad de las miradas, las sonrisas, las sorpresas…

reintegra nuestros fragmentos corporales,

restituye el ejercicio de un poder que durante siglos nos fue usurpado.

Se vuelve a producir la raigambre alquímica de la Eva negra mitocondrial,

como en los orígenes milenarios de la creación,

cuando las diosas se sentaban en el mismo trono de los dioses

mucho antes que el patriarcado se inventara

el teorema de la maldición bíblica sobre nuestros cuerpos.

 

AFRO-RIZO-MÁS

Y aquí estoy con mi pelito bailarín de crespos serpentinos,

vegetación sonriente de soles danzantes

que deslizan apotemas de júbilo, ritmo y memoria sensorial.

Mi pelo, ese alboroto indomable que me sigue a todas partes.

Hebra de lluvia crujiente desperezándose

hasta reverdecer en los raudales de los ríos.

Pelo de cafetales floreados en su rito de selva perfumada

pelo de tierras cálidas que cosecha platanales, cocoteros y miasma de manglares

pelo enfiestado de ardillas, flamingos y armadillos

pelo ombligado de colmena de abejas, mariposas y gorriones.

Mi pelo, rebelde bosque tutelar:

todo un arco iris vegetal movido por el rumor de las caracolas del viento.

Espesa melena rizomática de enredaderas y jardines,

como bejucos de racimo [que enreversan /recubren con su textura y filigrana]

la órbita de mi rostro en un parloteo de grillos.

Pelo explosivo, el gran enigma de la genética mendeliana,

curvilíneo como un relámpago que estrangula el aire para desafiar la gravedad.

Colina enmontañada de fuego volcánico [con su sembradío de hoguera telúrica]

que cae convulso como un tornado sobre las cataratas de luz,

entre el éxtasis de la espiral laberíntica del tiempo.

Geografía capilar sobre el lomo del mapa africano,

que mozambiqueó las comarcas por donde nace el sol.

Imperio de rizos, que se anidó por más de cuatrocientos años 

entre los vientres anochecidos de los barcos,

y aguardó sigiloso al acordeón del mar Caribe embravecido

para cimarronear un intrépido canto de vida.

 

 

Ashanti Dinah Orozco Herrera

Nació en Barranquilla (Caribe Colombiano). Es Licenciada en Lenguas Modernas, Universidad del Atlántico, Magíster en Lingüística y Literatura Hispanoamericana del Seminario Andrés Bello, Instituto Caro y Cuervo. Docente del Programa de Pedagogía Infantil de la Universidad Distrital.

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