Cada etiqueta es un barrote y muchas etiquetas, una cárcel. El problema es que, en ocasiones, somos nosotrxs mismxs quienes levantamos los muros de nuestras prisiones interiorizando, creyéndonos todo aquello que dicen que somos como colectivo y como individuos.
Es imposible abandonar un presidio si lo llamamos hogar, si nos sentimos cómodxs en él, si pensamos que es suficiente con el sol que entra a través de una ventana mínima cubierta de pentagramas verticales de hierro.
Por eso, lo que hoy en día llaman deconstrucción es tan necesario.
No es la primera vez que tocamos el tema de la hipersexualización de la mujer negra, catedral erigida con ladrillos machistas y racistas, desde hace siglos, para justificar un trato desigual entre damas ociosas y bestias de trabajo, esposas y concubinas, seres delicados y musas lujuriosas. En general, nos molesta que nos aduzcan esta serie de atributos, pero… ¿y qué hay de los hombres negros? ¿Cómo viven ellos que se aluda a la supuesta sobredimensión de su pene o a su vigor «testosterónico» tantas veces? Hoy, el músico, director de documentales y contador de historias barcelonés Sergio Aparicio, conocido artísticamente como Creisy Lyon, nos da su respuesta. Esperamos también las vuestras.*
¿El miembro más grande del hombre negro? La mente.
Las Olimpiadas siempre traen consigo una mayor presencia de las crónicas deportivas, de ahí que hayamos tenido la oportunidad de leer más artículos en los que hablan de la gente de raza negra, utilizan elogios para resaltar sus méritos deportivos, su poder físico sobre las pistas y los terrenos de juego. En ellos nos cuentan cómo Usain Bolt pulveriza récords de velocidad o Serena Williams se impone en una cancha de tenis por su potente complexión. Analizo, a su vez, los halagos dirigidos a los deportistas blancos, destacan su magia, su elegancia y su inteligencia. ”A priori” la normalidad se cierne sobre mi momento de lectura hasta que reparo en qué adjetivos y/o apelativos son utilizados para definirnos a nosotrxs, a las personas de raza negra: “la gacela”, ”la garra”, ”ruge nuevamente la fiera”, ”esta leona es imparable”, ”zarpazo de la tenista”…Se trata de símiles con la, “en principio” , idea de generar una imagen en nuestra “psique” de lo que está aconteciendo y mantener al lector con cierto grado de excitación mental y expectación sobre el texto que ojea mientras toma su café. Pero… ¿qué hay detrás de esos calificativos, de esa “animalización” metafórica ?
Todas estas cuestiones me hicieron pensar hasta qué punto los hombres negros, como pasa con la hipersexualización de las mujeres negras, nos hemos visto envueltos en esta visión “animalizada” de nuestro ser hasta nuestros días ,especialmente, en el marco de la sexualidad.
Cuando era mas joven, antes de alcanzar los 31 años que tengo en la actualidad, he de reconocer que todos esos adjetivos concernientes a nuestra sexualidad hacían que me sintiese orgulloso y viril, que me gustase refrendar la expectativa que giraba en torno a mí por ser hombre negro, en relación al «mito del negro en la cama”, mito que, resumidamente, cataloga al hombre negro como un ser más activo sexualmente, más salvaje, con un tamaño mayor del pene y que nos posiciona de manera automática, por ser de color negro y sólo por el hecho de salir a la calle, en maquinas del placer. Para buena parte de los hombres negros no resulta extraño escuchar frases como “si pruebas a un negro ,no vuelves atrás “ ,”éntrale tú a esas tías que eres negro”, ”me encantan los chocolatitos”, ”quiero saber qué tienes ahí”, ”le he dicho a mis amigas que cumples con las expectativas”. Debo admitir que me agradaba que algunas mujeres dijeran eso de mí. A día de hoy, en cambio, pienso “¿expectativas? ¿qué expectativas?” Fácil, aquellas que, con el paso del tiempo, he visto que nos afectan a nosotros, a los hombres negros y cuyos fundamentos provienen de estudios etnocentristas occidentalizadores por los cuales el hombre blanco es la representación de la racionalidad, la intelectualidad y la sabiduría, mientras que el hombre negro es ese ser fuerte, salvaje,con unas ganas de sexo desorbitadas y poseedor de una hipersexualidad capaz de poder cumplir las más sucias y prohibidas fantasías de cualquier mujer casada.
Nos imponen un estereotipo ,a partir del cual, el hombre heterosexual blanco occidental observa lo que considera una realidad, la contextualiza y reinterpreta bajo su mirada etnocéntrica. De ahí deriva hacia el prejuicio, “a los negros les gustan todas las mujeres”y, partiendo de ese supuesto, se infiere que, supuestamente, “deben de tener unas ganas de sexo desenfrenado a todas horas y seguramente traigan consigo enfermedades”. ¿Jamás habéis oído frases como “con ése ponte dos condones, por si acaso…”?. Este tipo de prejuicios son el germen de una actitud no racional que desencadena en el rumor ya sea “positivo” o “negativo”, una noticia no verificada que corre de boca en boca y que sólo necesita “la figura legitimadora” para convertirse en cierta.
- “El otro día Marta se acostó con un negro y dice que son súper morbosos en la cama”.
- “Una mujer no es completa hasta que un negro se la meta”.
- “Ten cuidado a ver si te va a atravesar con su anaconda”
- “¡Aaah! ¿así que era negro, eh? ¡viciosilla!! “.
Al final te das cuenta de que el morbo recae en la “cosificación”. Lo que, de entrada, me resultaba algo divertido y una baza a mi favor, se vuelve en mi contra, en contra de los hombres negros: se presupone, por mi color de piel, que he tenido que estar con muchas mujeres, que tengo muchas probabilidades de ser infiel, de contraer enfermedades de transmisión sexual, que no soy ese hombre serio para tener una relación sino esa aventura loca que se busca después de romper con una pareja estable. Para ciertas mujeres (y/u hombres) llevo “sexo” escrito en la frente, me acaban agenciando el papel de “apagafuegos” y ese será mi rol, un papel impuesto por el imaginario colectivo que se me atribuye sin ni siquiera interactuar conmigo. La reflexión provoca que me percate de que, a ojos de algunas personas, soy ese juguete, ese morbo o esa curiosidad que saciar, algo exótico, formo parte de una parafilia sexual creada por la sociedad y en la cual, la fantasía de muchas mujeres u hombres, pasa por probar alguna vez a un negro.
Pues me toca dirigirme a vosotrxs, a aquellxs a lxs que se os ha pasado por la cabeza que algún día tenéis que probar a un negro, a lxs que queréis dar rienda suelta a vuestras fantasías mas prohibidas, donde escapareis de la cama de vuestro marido para buscar el fuego y la pasión desenfrenada mientras él duerme, a lxs que pensáis que no seréis completxs hasta que un negro os la meta os digo: Eso únicamente forma parte del imaginario del mundo en el que vivís, ”el negro es un hombre con alma”, un hombre con mayor índice de melanina que un hombre blanco, sí, pero nada más que eso. Por lo demás, con las mismas características ,habilidades físicas e intelectuales y capacidad amatoria que cualquier otro hombre.
El fuego que buscas sólo esta en tu cabeza, así que busca, mejor, un hombre/mujer inteligente, comunicativo, empático y respetuoso y te darás cuenta de que la llama pasa por encender tu mente.
Sergio Aparicio, aka Creisy Lyon.
Si quieres saber más de él, aquí te dejamos su canal de YouTube, su página de facebook como cantante y la de su interesantísimo proyecto audiovisual rodado entre Senegal y España.
https://www.facebook.com/creisylyonoficial/
https://www.facebook.com/galsenellenguajedelasalmas/
https://www.youtube.com/channel/UC7Xt4FdVKqztQ8CUGNEiLMQ
Foto 1 de Dilayla Romeo
Foto 2 de Nieves Gentil
*Introducción al texto de Sergio Aparicio de Lucía Mbomío