En el ruidoso centro de Argel, en un café cerca de la Grande Poste, Medjeda Zouine y Nadjoua Rahem, periodistas de Radio Voix de Femmes, la primera radio web en Algeria, me acercan a su trabajo diario. Radio Voix de Femmes está activa desde 1995 y se encuentra en la Maison de la Presse, lugar simbólico de resistencia para los periodistas durante la guerra civil argelina, o la «Decénnie Noire» (decenio negro). Zouine y Rahem graban en el estudio de la Maison de la Presse y transmiten su trabajo en YouTube. El nombre del proyecto refleja la intención de: aprovechar todo el espacio posible para informar las historias sobre mujeres en Argelia.
El encuentro entre Medjeda y Nadjoua es el primero de lo que sería un mes de investigaciones en Argel, de escuchar las voces que pueblan las emisiones y espacios digitales. Soy huésped en la casa que una vez perteneció a Mohamad Kadda (1930–1991), pintor y militar del movimiento independentista, un espacio que la galería Rhizome, está transformando en un centro de cultura y resistencia. En las paredes aún se ven algunos de los antiguos carteles de Khadda que promocionan conferencias y exhibiciones, como el Día para la Preservación de la Oralidad y el Simposio Internacional sobre la Oralidad Africana.
Estos carteles me transportan a Ici la voix l’Algérie, el texto de Frantz Fanon sobre el papel decisivo para la revolución sobre una forma peculiar de oralidad, la de la radio. Durante los años de colonización, Radio-Alger fue una plataforma en la que «los franceses hablaban a los franceses». La población argelina, en su rechazo y desinterés por la voz del colonizador, no tuvieron equipos de radio hasta 1955-1956.
Fue entonces, en 1956, cuando se produjo el momento decisivo: el 16 de diciembre, con el anuncio «Aquí está la radio de Argelia libre y combatiente», la radio clandestina inauguró sus transmisiones para el pueblo argelino. En menos de 20 días se agotaron todos los aparatos. Por fin se podía escuchar «la voz de una Argelia libre y combatiente». Se transmitía desde un lugar indeterminado, y tenía la complicidad de Egipto, Siria, y una red países árabes que utilizaban las frecuencias de radio para evitar que la potencia colonial sabotear las emisiones.
La radio era discontinua, y a menudo quedaba interrumpida, y logró liberar nuevas lenguas, lo que por fin empezó a hacer que fuera posible y verdadera la idea de una nación independiente.
De la radio al podcast
Hoy en día, la regulación del Gobierno argelino en materia de difusión, tanto en la radio como en la web, es exigente. Las autorizaciones son tan difíciles de obtener que el número de estaciones de radio privadas pueden contarse con los dedos de una mano y, la gente suele pensar de la radio como un monopolio estatal.
Sin embargo, cada semana nacen nuevas producciones radiofónicas, que burlan los obstáculos gubernamentales gracias a las plataformas de podcasts y redes sociales. Tan solo hace falta un dispositivo para grabar y cualquiera puede presentar una nueva producción en Instagram, YouTube, Soundcloud o Spotify.
En Instagram, por ejemplo, las autoras de Radio Voix de Femme, protagonistas del amplio, plural y vibrante movimiento feminista, han presentado recientemente Laha_podcast, programa ajeno a su formato de radio establecido. Ahí hablan sobre los proyectos de las artistas argelinas y sus triunfos, pero también de la violencia o la fuerte discriminación que soportan las mujeres, y que está sancionada por el Código de Familia argelino, que aún establece una subordinación efectiva de las mujeres a los padres, hermanos o maridos. Por ejemplo, en caso de divorcio o herencia, las mujeres están en desventaja frente a sus pares hombres.
«La voz de las mujeres es un acto revolucionario, como la de todos los oprimidos», me dice Besma Ait, autora del podcast Thawra (revolución). «La voz de las mujeres es un acto revolucionario» (صوت المرأة ثورة – sawt el mar’a thawra) es un lema del movimiento feminista egipcio que se gritó en las calles durante la Primavera Árabe. Consiste en un juego de palabras que cambia una sola palabra en el antiguo dicho de la tradición oral canónica musulmana: «la voz de las mujeres trae vergüenza» (صوت المرأة عورة – sawt el mar’a ‘awra).
El podcast Thawra se estrenó en febrero de 2024 impulsado por la necesidad de que se escucharan las historias de las activistas feministas. Las historias se desarrollan a través de largas conversaciones, lo que suprime los factores de tiempo y urgencia.
Su fundadora, Besma, es parte de una nueva generación de feministas que intentan crear una continuidad entre las luchas y mantener un diálogo entre las mujeres que han vivido diferentes acontecimientos: desde la violencia traumática del terrorismo islámico, pasando por el agravamiento de los cambios en el Código de Familia, hasta la franja feminista que marchó cada viernes durante más de un año durante Hirak. Tras lograr la dimisión del presidente Abdelaziz Bouteflika, el movimiento de reivindicaciones demócratas de 2019, se vio abruptamente abatido por los arrestos y la violencia hasta que el Gobierno lo interrumpió en marzo de 2020 con la llegada de la pandemia.
Besma me transmite la importancia de esta genealogía de luchas, que proviene sobre todo de las mujeres de su familia. Su abuela fue una mujaheddine (término del FLN utilizado para sus guerreros y que significa «aquellos que luchan por una causa sagrada»), y formaba parte del Frente de Liberación Nacional que operaba en Francia. «La historia del exilio se entrelaza con la primera lucha anticolonial exportada a suelo enemigo», añade.
La sigo mientras entreteje la biografía de su abuela, que escapó de la cárcel para mujeres Petite Roquette de París, dentro de la colección de historias que se cuentan en los episodios del podcast. El primer episodio cuenta la historia de Fadila Boumendjel Chitour, endocrinóloga, activista de los derechos humanos y cofundadora de Réseau Wassila, importante red de apoyo a las mujeres víctimas de violencia, con sede en Argel.
Chitour se acerca a la conciencia feminista a través de la práctica de la medicina social, trata los efectos visibles e imperceptibles de la violencia y la tortura. Saadia Gacem, otra de las entrevistadas, también forma parte del Réseau Wassila, pero se dedica especialmente en la investigación sobre el Código de Familia y el trato que reciben las mujeres en los tribunales argelinos. Por último, Saadia lleva a cabo una valiosa obra colectiva, Archives des luttes des femmes en Argelia, porque la historia de un movimiento tan poderoso sigue sin escribirse. La propia Thawra se inscribe en esta misma tendencia, como una forma de arte que podría describirse como historia oral.
‘El sonido es el futuro de la lucha’
Besma me despide para unirse al programa de creación feminista, organizado por el Journal Féministe Algérien, del que la fundadora Amel Hadjadj e instructora Khadidja Markemal me hablarán unos días más tarde.
Khadidja es una artista sonora refinada y perspicaz, y en sus obras logra plasmar con intensidad las imágenes sonoras de una calle o un barrio. Al final de nuestro encuentro, me entrega una memoria USB que tiene «Hermanas con transistores«, película sobre las mujeres pioneras de la experimentación sonora y de la música electrónica. Algunas, como Daphne Oram o Delia Derbyshire, hicieron historia en la radio.
Uno de los temas más recurrentes en nuestras conversaciones es sobre la falta de figuras técnicas femeninas en el mundo audiovisual que puedan crear de forma independiente su propia narrativa. En respuesta a esta carencia, en 2020 comenzó el programa de formación en creación de contenidos feministas Journal Féministe Algérien, dirigido a activistas de distintas realidades, grupos y colectivos argelinos.
En la sede del periódico, un gran piso con vista a la bahía de Argel, Amel Hadjadj me muestra una habitación que puede transformarse, si es necesario, en un estudio de grabación, insonorizado con colchones. Todo el material se guarda en un armario, y está disponible para el equipo editorial, y también al público que lo necesite para sus proyectos.
«El sonido es el futuro de la lucha», dice Amel. Encuentra en la sencillez de la grabadora las condiciones perfectas para captar las palabras de las mujeres, a menudo reacias ante la presencia de una cámara. El sonido, al tiempo que mantiene la subjetividad de cada voz, protege del posible reconocimiento a quienes se encuentran en una situación de riesgo, como las personas LGBTQ+.
Continúa: «Además, el podcast es una forma que le permite a las mujeres, para quienes sentarse frente a de una pantalla es un lujo que pocas pueden permitirse, seguir informándose y escuchando a otras mujeres mientras corren entre sus tareas domésticas y sus trabajos de cuidados».
Al final de esta edición, los podcasts estarán cofirmados y «pertenecerán» a todas las realidades feministas participantes, por ejemplo, el reciente grupo Feministas Argelinas. En un principio, una página de Instagram creada por Ouarda Souidi en 2019, más tarde se convirtió en un colectivo de pleno derecho. Feministas Argelinas quiere contribuir como parte de la nueva generación a las luchas feministas, en respuesta a la invisibilidad de las mujeres en la sociedad y a las iniciativas del movimiento feminista. Publican boletines mensuales sobre acciones en el país, y se dirigen al mayor número posible de mujeres a través de la creación de contenido principalmente en darija argelino.
Recientemente han publicado su primer podcast dedicado a la menstruación, que es un tabú social en Argelia. El episodio contiene diez testimonios que recogen un relato polifónico del momento decisivo que supone la menstruación en la vida de una niña, un umbral que se cruza a menudo sin preparación alguna.
La sangre en los muslos, la primera explicación de la madre o el primer intento de ponerse un tampón, microrrecuerdos seguidos de una sensibilización: la menarquia es un rito de paso. Para algunas es una entrada al circulo de mujeres de la familia reunidas en el patio, a sus confidencias, a la posibilidad de afeitarse juntas, pero para otras puede significar el inicio de los mandatos de vestimenta, el cambio de apariencia y las nuevas normas sociales. Una de las voces revela: «Mi madre me dijo que se lo ocultara a mi padre, de lo contrario, no me dejaría jugar más con mis primos».
Escuchar lo real de otra forma
Ouardia me traduce con precisión estas palabras a través de una serie de mensajes voz y luego añade: «¿Has escuchado ya ¿Mujeres serias, trabajadoras y no fumadoras?«.
Se trata de un documental sonoro de Sonia Ahnou, artista y cineasta que vive actualmente en Francia. El documental es una inmersión en la vida de una joven que decide vivir sola en Argel. El título toma irónicamente una fórmula recurrente en los anuncios inmobiliarios.
«¿Qué pensarán los vecinos de mí, de la chica que vive sola en el tercer piso? Fui a preguntarles con el micrófono en mano». Así comienza la historia, cargada de muchas experiencias que retratan la dificultad de lograr la propia independencia incluso en la capital.
Si la opresión es sistemática, se convierte rápidamente en un negocio. Las entrevistadas denuncian las constantes negativas de alquilar o las abusivas restricciones impuestas, e incluso el aumento de los alquileres para las mujeres solteras. «Así también se hace segregación», concluye una, con voz firme.
Sonia también ha pasado por una sólida red de realidades militantes que constituyen la riqueza de la escena artística argelina. Un nexo importante es Habiba Djahanine, cineasta y poeta feminista, cofundadora del colectivo Cinéma-Mémoire. Desde 2007, primero en Bejaia y luego en Timimoun en el desierto argelino, el colectivo acompaña a jóvenes durante un año de formación en la producción de documentales.
Todas las personas que conocí tienen una historia que les une a Habiba y a los talleres, a menudo un punto de inflexión importante en su trayectoria.
Al final de mi residencia, invité a Habiba, que estaba de paso por Argel, a mostrar algunas creaciones sonoras de su valioso archivo. Actualmente estamos planeando una sesión de escucha colectiva con un pequeño círculo de mujeres que tengan un proyecto sonoro o que estén construyendo uno.
¿Qué son los feminismos sino una serie de prácticas para romper el silencio, para escuchar al yo y al otro?
De este modo, a primera hora de la tarde, sentadas en la alfombra de Mon Autre École (mi otra escuela), lugar importante de formación y creación artística, nos sumergimos en la escucha de «Mon peuple, les femmes» (Mi pueblo, las mujeres). La autora, Sara, intercala fragmentos de conversaciones íntimas entre feministas –«¿Por qué eres feminista? No veo por qué no debería serlo»– o de una madre que discute con su hija la elección de vivir sola, y, de nuevo, testimonios de acciones contra el feminismo y de apoyo a quienes han sufrido violencia.
Para liberar el mundo, es necesario el anonimato. Es necesario atreverse a contar opciones radicales, como la de no volver a entablar relaciones íntimas con hombres.
En 2021, la programación de Cinéma-mémoire dejó de lado el elemento visual para dedicarse por completo al paisaje sonoro.
Escuchamos las obras que, con gran variedad de temas y elecciones artísticas, nos trasladan al oasis de Timimoun. Las de Assia Khemici y Lila Bouchenaf nos permiten cruzar el umbral de los espacios femeninos, las zonas liminales entre el interior y el exterior, entre el espacio doméstico y colectivo. Sin rastro de exotismo o voyeurismo, ningún marco nos separa del paisaje, estamos en su interior.
En todas las creaciones que he escuchado hasta ahora, el poder de estas voces y sonidos resuena para cuestionar las narrativas hegemónicas de un mundo puramente ocular, que deja fuera todo lo que no se pueda captar visualmente. Entonces el micrófono se convierte en la posibilidad de romper con el orden impuesto, de contribuir a una reescritura polifónica, que vuelve a convertirse en sujeto de su propia historia. Como nos dice Habiba, al fin y al cabo, todo lo que hacemos es un intento continuo de transformar lo real para poder mirarlo o escucharlo de otra forma.
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