“Te recibo…
Jeferson Torres Guerrero
atraca el barco de tus cuitas
en la amplia bahía de mi regazo,
deja que mi calor las derrita
sin que al tiempo
se evaporen mis fuerzas”
Estoy convencida de que la experiencia de la maternidad es única, y que cada mujer tiene el derecho de expresarla y vivirla como estime conveniente. Digo esto para que quede claro que de ninguna manera mis reflexiones pueden ser generalizadas como experiencias que “todas las mujeres negras” han, hemos tenido o tendremos. Es importante, aunque no parezca dejar ciertos detalles claros respecto al punto de enunciación.
Soy una mujer negra, afrodescendiente, afroecuatoriana -en ese orden, respecto a la importancia- de veinte y seis años, actualmente vivo mi primer embarazo y estoy aprendiendo mucho de la experiencia. Me gusta escribir, tener discusiones sobre política y análisis sociales, y tengo una debilidad por la temática de derechos humanos. De tal manera que intento participar y construir espacios de incidencia e investigación respecto a los derechos humanos aplicados a las personas afrodescendientes.
Ahora bien, con esto claro debe entenderse también que soy una mujer llena de privilegios, y reconozco esto con la finalidad de que mis experiencias no sean leídas como un reflejo instantáneo de lo que pasa en mi país; pues siempre es importante matizar las distintas condiciones y realidades que las mujeres vivimos y atravesamos. Es decir, el simple hecho de que yo esté escribiendo y publicando esto implica un ejercicio de privilegio académico que otras mujeres afroecuatorianas no tienen.
Entonces bien, una vez realizadas las respectivas aclaraciones, me permitiré compartirles un par de reflexiones acerca de mis sentipensar al recibir la noticia de que estaba embarazada. He tenido la oportunidad de escuchar algunos relatos de mujeres negras, y como ellas recibieron la noticia de que se encontraban embarazadas. Para algunas ha sido una confirmación de lo que ya sospechaban por la obviedad de los síntomas, o porque esperaban tener unx bebé. Para otras una completa sorpresa, que las alcanzó al pasar los meses; y para unas pocas una noticia karmática que las asustó y finalmente no se alegraron. Y es sobre este punto al que me quiero referir: “la alegría de la noticia”, ¿Qué es lo que determina alegrarse o no ante un examen médico cuyo resultado es un embarazo?
La Tienda de Afroféminas
Bueno, yo no me alegré, tampoco me entristecí…al conocer el resultado me hicieron mucho sentido los síntomas que llevaba un par de semanas teniendo, ya que según el médico estaba de vuelta mi gastritis de la adolescencia debido al estrés. Inicialmente me tranquilizó saber que ya no me encontraba en una dieta blanda para regular los malestares de mi estómago. Alegrarse me parece que es el resultado de esperar, o de una fe ciega respecto al camino de la maternidad, una imagen romantizada de una mujer que recibe la noticia más feliz de su vida, y por supuesto se alegra. Sin embargo, esos tres o cuatro minutos en que estuve parada en el laboratorio, después de haberle enviado el resultado del examen a mi parejo –y con una enfermera abrazándome mientras yo no decía nada-, significaron la llegada de una serie de cambios que en el momento no me imaginé, de miedos y de reflexiones sobre la naturalidad de un asunto que, si se decide, insisto SI SE DECIDE no es imposible de transitar.
Tomar una decisión sobre si se desea o no la maternidad, implica una serie de condiciones psicológicas, de pareja, socioeconómicas, familiares, etc., que van más allá de la noticia del embarazo. Si decimos entonces que la alegría ante la noticia estaría determinada por la capacidad de decidir ¿Quiénes están en la capacidad de decidir? Se me hace bastante difícil pensar que el 72% de mujeres afroecuatorianas, que según el Instituto Nacional de Estadística y Censos hemos sido víctimas de algún tipo de violencia hemos estado en condiciones plenas de decidir sobre la maternidad, nuestros cuerpos y sobre el significado explícito e implícito de continuar o no con un embarazo. Y esto, por supuesto deberá ser matizado por el hecho de que el 39% de las mujeres afroecuatorianas han sido víctimas de violencia sexual (CONAMUNE, 2021). Es decir, las mujeres afroecuatorianas difícilmente estamos en capacidad de ejercer el derecho a decidir, pues los elevados indicadores de violencia tienen una influencia directa en las condiciones psicológicas, de pareja, socioeconómicas, familiares, etc. En esa relación bilateral, la noticia se recibe y se asume sin que haya opción de preguntar.
En mi caso, la tranquilidad inicial de que ya no tenía que hacerme un tratamiento agresivo para la gastritis, se convirtió en emoción porque ya podía consumir lácteos con tranquilidad. Así que mientras caminaba de regreso al trabajo, compré mi yogurt favorito y me dejé ser. Caminé, las náuseas volvieron y seguía tranquila, pues tuve la certeza de que sería un camino que no transitaría sola, y decidí. En definitiva, la alegría de verse frente al espejo siendo “la luna llena y de perfil contigo dentro” que menciona Alejandra Guzmán en su canción “Yo te esperaba”, establece una imagen profundamente idealizada sobre quienes deciden vivir la maternidad y quiénes no.
Referencias:
Coordinadora Nacional de Mujeres Negras CONAMUNE. (2021). Diagnóstico de la situación socioeconómica de las mujeres afroecuatorianas en el Territorio Ancestral de Imbabura y Carchi
Guzmán, Alejandra. “Yo te Esperaba”. https://www.youtube.com/watch?v=jcH4hL0LVn8
Torres Guerrero, Jeferson. (2019). “Conjuro de Almindro” en Por todos los silencios Antología poética POEPAZ. Édver Delgado, editor. Bogotá: Editorial Libros para Pensar
Kimberly Minda Borja
Soy una mujer futura mamá negra, cimarrona, afrodescendiente, afroecuatoriana -en ese orden de importancia- interesada en la investigación de criminalización, derechos humanos y afrodescendencia con una mirada de seguridad internacional.