Si me dijeran con 12 años que los productos para el pelo que utilizan mi madre o mis amigas no sirven para el mio, me hubiese ahorrado bastante tiempo aplicando en mis rizos productos que en vez de ayudar a su cuidado, lo estaban empeorando. Pero también hubiese entendido que ante esa ignorancia de no saber que hacer con mi afro, la mejor solución para tratarlo no era alisármelo, si no encontrar una rutina adecuada para su mantenimiento.
Ahora, que ya soy más mayor y entiendo que los productos que venden en los supermercados o en las grandes tiendas no me sirven para realzar mi cabello, es cuando me doy cuenta de que la accesibilidad a esos productos es un privilegio. En mi ciudad de unos 100.000 habitantes, nunca antes había encontrado productos para el pelo afro hasta hace pocos meses. Llevo veintidós años viviendo aquí y cuando empecé a descubrir las cremas de peinar, champús sin sulfatos, los aceites… y todo el arsenal que se necesita para que tus rizos brillen en su mejor forma, observé que la única manera de encontrarlos era a través de internet.
Entonces, fue cuando me di cuenta que un champú o una crema de peinar que a mi me cuesta 7 euros en internet, porque no me es posible encontrarlo en una tienda física, a mis amigas blancas que tienen el pelo liso les puede costar 3 euros en el supermercado. Y es que esto es un ejemplo de desigualdad estética que se produce por el hecho de que resulte imposible encontrar productos para las texturas afro, y también que el precio sea altamente superior en comparación a los artículos genéricos.
El problema de esto es que las rizadas se ven en la tesitura de invertir más dinero en artículos para el pelo, que a día de hoy puedes encontrar en muchas tiendas online, pero antes resultaba más complicado. Cuando eres una niña mestiza a la que nadie sabe tratar su pelo, esa desinformación acerca de una parte tan esencial de ti, sumada al poco acceso que tienes a los productos específicos para tus rizos, te lleva a alisarte el pelo porque es lo más “fácil” o porque es lo que ves que llevan las chicas negras como tú en la televisión.
Esta irregularidad desafortunadamente crea una desventaja, sobre todo cuando no conoces del todo las cremas o champús que te funcionan para tu melena afro. Hace poco tiempo me topé con la primera tienda física que había visto en mi ciudad dedicada al cabello rizado, y la sorpresa no pudo ser mayor. Desde pelucas hasta geles, o cremas de peinar de diferentes marcas, puedes encontrar en esa pequeña tienda que guarda un enorme paraíso para nuestras cabezas afro. Este sin duda me pareció un gran cambio, pues pone la esperanza en que otras niñas, a diferencia de mi, puedan tener acceso a todos esos productos.
Aún así, el hecho de que esta mercancía llegue de países como Estados Unidos, deriva al aumento de sus precios. Ya no es solo que mujeres negras y racializadas tengan a su disposición estos artículos, si no que el valor de ellos sea equiparable al de cualquier otro que utilice una mujer con el pelo lacio u ondulado. Tener el pelo afro no debería costar tan caro. El coste de cosméticos para una parte de la población debería ser similar al los que cuestan para la otra parte restante, y no tener un valor casi como si se tratarse de un producto profesional o exclusivo.
Cynthia García
Graduada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid