VOX se ha enfadado y lo entiendo. Con este ridículo juego de trileros que lleva con PP y Cs se le ha agotado la paciencia. Ha soltado un papel, a modo de eructo fascista, con las condiciones que quiere que acepten los partidos que quieran su apoyo. Es decir, los azules y naranjas.
Y ahora llega la hora de la verdad, las cosas claritas y ya empiezan a pedir medidas concretas. Esas medidas que son patadas con botas Dr Martens de puntera de hierro del odio y el resentimiento. Ese es el caldo de cultivo de VOX, los resentidos y miedicas, que quieren un gobierno que les quite de en medio todo lo que les incomoda, molesta o avergüenza. Eso son los votantes de VOX, yo no les voy a justificar.
He leído el papelote con olor a vómito de SA camisa parda después de una borrachera. Estas SA tienen líderes con trajes caros y familias de dinero, los Martinez el Facha de la política patria.
Los odios que destilan son los clásicos: los pobres, el colectivo LGTB y los migrantes. Tres odios que pueden diversificarse y ampliarse, porque odiar sale barato y trae muchos votos. Tiene sus ventajas ya que puedes apuntarte a odiar además a las asociaciones que apoyan a personas migrantes o trans. También puedes odiar la educación pública, allí donde no quieren llevar a sus hijos, no vaya a ser que se les pegue algo.
Ellos dicen que quieren bajar impuestos. Cuando eres pobre sabes que eso no va contigo. Es para otros, amigos suyos a los que son útiles pero que realmente les desprecian, porque tienen ese punto zafio del nazi embrutecido. Eso da mal en las fiestas de la alta sociedad.
Dicen que van a quitar los chiringuitos, esa fantasía ultra-conservadora de que hay un montón de «rojos»viviendo de su dinero. Triste mentira que muchos creen, pero que desmienten los cientos de casos de corrupción de la derecha de este país, que esconde millones de euros en altillos de suegros y se queda los fondos de cooperación internacional para pagarse cenas caras. Los «gorrones» son ellos, como Abascal, el Gran Capitán de las mamandurrias de Esperanza Aguirre a noventa mil euros anuales por no hacer nada de nada.
Y siempre tienen la libertad en la boca, la de educar a sus hijos como quieren. Y si a estos les da por querer salirse de la línea heteronormativa poder llevarles a un sitio donde les resitúen en la corrección, reeducación. La libertad de la separación del diferente desde niños, que les tiznan. La de los colegios concertados, que les parece genial que paguemos todos, usurpándome mi libertad, porque la mía vale menos.
Y los de fuera. Su otro tema, el que más me toca. Su odio zafio y repugnante. Esos que no quieren que nadie acabe con un feto, pero les importa muy poco si mueren a cientos ahogados en el Mediterráneo.
Odian, odian mucho, y desprecian lo que no es como ellos. No son más que fachuzos casposos, llenos de bilis patriotera. Liberales de billetera, gorrones, paletos y payasos con ínfulas de grandes estadistas. Pagafantas de los poderosos de verdad.
Lo que también pasará, es que se bajarán los pantalones. Son muy gorrones, tienen muchas ganas de pillar y no tienen principios, solo los escriben en papeles. No olvidéis de donde han salido.
Elvira Swartch Lorenzo
Colaboradora habitual Afroféminas. He trabajado de todo. Hija de migrantes afrocolombianos.