La historia de mujeres valientes, poderosas e inspiradoras del continente africano suele ser desconocida. Figura emblemática de su país Mauritania, Fatimata Mbaye es la prueba que sí, estas mujeres existen.
Un ejemplo de valentía y superación
Fatimata Mbaye (1957-) es una activista mauritana por los derechos humanos y los derechos de las mujeres. Nacida en una sociedad muy tradicional, su historia es marcada por la injusticia y la violencia contra las cuales se empeñó en luchar, lo que la convierte en un símbolo de esperanza para su país.
A los doce años, sus padres la casaron a la fuerza a un hombre de 45 años a causa de un acuerdo familiar entre primos realizado antes de que naciera. De ese matrimonio forzado, nacieron tres hijos. Dio a luz a su primera hija Salimata a los catorce años, a su segundo hijo Baba a los dieciséis y a su tercer hijo Tidjan a los dieciocho.
Sin embargo, Fatimata Mbaye nunca se dio por vencida. Se escapó varias veces y consiguió que su esposo le permitiera estudiar. Sus estudios la salvaron la vida ya que, a los dieciocho años, obtiene su bachillerato y su divorcio el mismo día. Esta doble victoria le dio la fuerza de superar los estereotipos y prejuicios de una sociedad machista. Por ende, tras una carrera de derecho, se convirtió en la primera mujer abogada de Mauritania.
La voz de los sin voz y sin derechos
Para entender el combate de Fatimata Mbaye, hace falta adentrarse en la historia de su país.
A caballo entre África subsahariana y el Magreb, la sociedad mauritana siempre ha sido atravesada por divisiones y rivalidades étnicas. Dos amplios grupos étnicos conforman la diversidad cultural de Mauritania: arabo-bereberes, beydán , y negroafricanos sahelianos, sudán. Desde su independencia en 1960, los sucesivos gobiernos dominados por una élite minoritaria arabo-bereber han perpetrado discriminaciones en contra de las etnias negras (los peúles, soninkés, wólof, bambara, tukulor, haratines) que constituyen el 70% de la población. Este racismo institucional culminó en 1989 cuando unos 70 000 negromauritanos fueron expulsados a Senegal y Mali por el gobierno del entonces presidente Ould Taya.
Esta opresión racial se manifiesta también por la práctica de la esclavitud tradicional que sigue persistiendo en Mauritania. Aunque la esclavitud fue oficialmente abolida en 1981, según la ONG local SOS Esclavos alrededor del 18% de la población aún vive en condiciones de esclavitud. Esta práctica ancestral que data del siglo trece afecta principalmente a los haratines (moros negros). Se traduce de tres maneras distintas: la esclavitud doméstica, sexual, agrícola. La primera somete a familias enteras bajo la autoridad de un amo por el que trabajan desde su nacimiento hasta su muerte sin salario, sin derechos, sin cuidados. El amo puede decidir de la vida o muerte de su esclavo, de venderlo o cambiarlo.
Si bien una ley en 2015 reconoció la esclavitud como un crimen de lesa humanidad, en realidad los activistas antirracistas y antiesclavistas sufren una constante represión por parte de las autoridades. En su informe sobre Mauritania de marzo 2018, Amnistía Internacional denuncia un incremento de la represión en contra de dichos activistas. “Los que defienden estas causas se enfrentan a detenciones arbitrarias, campañas de desprestigio, tortura, reclusión en prisiones remotas y la prohibición sistemática de sus reuniones”, asevera François Patuel, investigador de la organización experto en el país africano. Una situación escandalosa que el presidente actual Mohamed Ould Abdel Aziz sigue negando públicamente.
Fatimata Mbaye, desde su juventud, se ha comprometido en la defensa de los derechos de los negromauritanos. En 1986, contribuyó a la publicación del Manifiesto del Negro-Mauritano oprimido, lo que la condujo a la cárcel con otros intelectuales negros. Volvió a prisión otras dos veces en 1991 y 1998 por su compromiso a favor de los derechos humanos. Víctima de tortura y testigo de abusos y maltratos en la cárcel, su arresto solo acabó reforzando sus valores y convicciones. Por lo tanto, en 1999, logró ser la primera mujer africana en recibir el Premio internacional de derechos humanos de Núremberg. En junio de 2012 fue galardonada con el premio estadounidense “Trafficking in Persons Report» que recompensa a las personas luchando contra el tráfico de seres humanos. Actualmente, es también presidenta de la Asociación Mauritana de Derechos Humanos (AMDH).
Así mismo, Fatimata Mbaye condena todas las formas de discriminación y opresión contra las mujeres; desde las mutilaciones genitales femeninas hasta la violación conyugal, pasando por el matrimonio forzado y precoz. En 2016, la activista mauritana gana el premio de la mujer Goralska en homenaje a una “mujer excepcional”. Cabe destacar que el 54% de las niñas menores de 14 años en Mauritania han sido sometidas a la práctica de la mutilación genital femenina, según UNICEF. Este drama humano subraya el peso de las costumbres y tradiciones que aún prevalecen sobre la ley.
La impresionante trayectoria de Fatimata Mbaye nos recuerda que los derechos humanos de los que gozamos hoy como mujeres y/o personas negras son el fruto de siglos de lucha por la libertad, la igualdad y la dignidad humana. Es nuestro deber hacer que estos héroes y heroínas no sean olvidados de la historia con el fin de rendir homenaje al increíble legado que nos dejaron.
Giselle Diampova
Estudiante de ciencias políticas. Francia.