Hace unas semanas Inglaterra y Gales, aprobaron la creación del primer censo sobre personas gays, lesbianas, bis o trans. No libre de polémica, sus defensores entienden que únicamente a través de las cifras se podrán diseñar políticas públicas efectivas.
Así fue que el movimiento feminista español entendió que una de las claves para que las políticas públicas para la igualdad fuesen efectivas era incorporar la variable género en todos los registros públicos. Con esta intención, se creó el Sistema Estatal de Indicadores de Género que permiten obtener datos cuantitativos en función del género, que se utilizan para obtener cifras sobre las desigualdades entre mujeres y hombres, a la vez que para medir los progresos alcanzados.
Ahora bien, si lo enfocamos desde una perspectiva racial, nos encontramos con la misma dificultad a la hora de diseñar acciones, programas o políticas que busquen la integración efectiva: la falta de estudios e investigación que sirvan de base para su diseño. ¿Cómo se pueden hacer políticas públicas cuando no tenemos datos de la población? Por ejemplo, ¿cómo podemos saber si los menores racializados tienen una mayor tendencia al abandono escolar si no sabemos los porcentajes? ¿Cómo saber si entre las personas de igual formación, las personas racializadas tienen mayor o menor probabilidad de estar desempleadas? No tenemos forma de saber si hay una brecha salarial racial, como sí sabemos que la hay de género, sencillamente porque no existen esas cifras.
Desde hace décadas, los países anglosajones incorporaron un elemento informativo de autoidentificación en el que los residentes escogen la « raza » con la que se sienten más cercanamente identificados. En Estados Unidos, desde 2010 se permite identificarse con más de una « raza » en el registro. En España, los registros oficiales, como el padrón, recogen si una persona es extranjera, pero no si es racializada.
Sin embargo, éstos registros no están exentos de polémica, y con motivos. En el pasado las « listas rosadas » donde se inscribían las personas homosexuales fueron utilizadas para su localización por el régimen nazi, por lo que muchos acabaron en campos de concentración. Del mismo modo, que después de Pearl Harbor en Estados Unidos ya que los datos de origen nacional y raza constan en el censo de dicho país. Más recientemente, y con motivo del 11S, en Estados Unidos se solicitó al censo la ubicación de todos los musulmanes residentes en el país, con la intención de llevar a cabo un seguimiento informático, la solicitud fue rechazada.
La cuestión pasa entonces por decidir que es más importante, realizar estudios e investigaciones sobre la desigualdad y la discriminación racial en España que permitan diseñar instrumentos para corregirlas y medir su impacto, o evitar el riesgo de que en algún momento éstas cifras puedan caer en malas manos.
¿Qué opinan afroféminas?
Sheila Pierre Louis
Trabajadora social. Master en investigación aplicada a estudios feministas de género y ciudadanía. Estudiante de derecho.