En muchas ocasiones de mi vida me he enfrentado a un dilema: ¿Acaso debo considerarme mexicana o cubana? Ambas son mis raíces, sin embargo aquí en México se me considera extranjera. Cuando no logran aprenderse mi nombre, me llaman «la cubana».
Un ejemplo muy claro fue hace unos días, en plena víspera del día de la Independencia cuando había quedado con mi novio, también de raza negra. Una de las cosas que conversábamos fue sobre lo que haríamos para festejar esta importante fecha y entonces me di cuenta de que la gente que estaba a nuestro alrededor nos miraba con asombro por esta razón y hasta murmuraban cosas como: ¿De verdad festejaran estas fechas? Lo cual obviamente resultó algo incómodo para mí y para mi novio también .
En el momento de ir a Cuba pude notar que allá tampoco me consideraban como cubana, pero tampoco mexicana. Muchas personas me hablaban en inglés o me llamaban «Yuma», porque pensaban que yo era estadounidense, mientras que otras me preguntaban si yo era originaria de Brasil o de Venezuela.
Pese a todas estas experiencias puedo decir que me siento orgullosa de quien soy, porque me considero una fusión de dos culturas que, aunque muy diferentes, son muy bellas. Yo no sé qué sería de mi vida sin un platillo de mole o sin un platillo de congrí, o sin la tradición del Día de Muertos y sin el alegre son cubano. Siempre ha existido gente en mi entorno que me preguntan de dónde soy, y yo únicamente respondo: Orgullosamente Ciudadana del Mundo.
Autora: Zayin Daleth Aguila Jiménez
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