Segunda parte de la entrevista con Louelia Mint El Mamy para hablar acerca de su labor como abogada de extranjería para que nos explique qué ha estado ocurriendo en Canarias con los llamados campamentos de la vergüenza, en los que se han acinado a cientos de inmigrantes en situación irregular, que han llegado, arriesgando su vida, por mar a las islas y cuyo principal objetivo era poder continuar su viaje porque la mayoría tienen familia en la península o en otras partes de Europa. Ella nos cuenta hoy su experiencia y los distintos problemas a los que se enfrentan estas personas cuyo único delito es buscar una vida mejor para ellos y sus familias.
Hace poco veíamos lo que sucedía en la frontera entre Marruecos y Ceuta. Y nos llamaba la atención la imagen de Luna, una chica de Cruz Roja, abrazando a un migrante recién llegado por mar a la costa y en estado de shock, y cómo luego ella había acabado cerrando sus redes por el acoso al que se vio expuesto, por algo tan sencillo y humano como un abrazo. ¿Qué está pasando? ¿Cómo combatimos esos mensajes de odio?
Tenemos que quedarnos con esas acciones humanas y tan necesarias, y no con las otras, no con la postura del rechazo y del odio, sobre todo porque son minoría, son minoría pero que a veces hace ruido y también se ha pretendido elevar esas minorías para el auge de los partidos que quieren que esto vaya a más. Pero la verdad es que yo me quedo con que es más la gente que está haciendo, que está trabajando, que quiere cambiar la realidad de otros, desde ONG, a título individual, hasta mujeres que tienen más de 60 años que viven en Tegueste, pasando por el niño o la niña que se han podido familiarizar porque han tenido a Mohamed o Abdul en su casa. Es más esa gente la que está haciendo, la que se está movilizando por ayudar a los demás, que los que se toman el tiempo en criticar en las redes y en usar esa herramienta para esconderse detrás y generar odio. Entonces, al final, pues sí es triste que hoy en día, con todo lo que tenemos a nuestro alcance, las personas no vean sus privilegios y no entiendan la injusticia de este mundo, pero está comprobado que son muchísimos menos. Y, aparte de que son muchísimos menos, les pediría lo que dice un compañero que se llama Chema: Justicia y Educación. Ni más ni menos, porque no hay otra. Y a mí lo que me da pena es que el abusón, que el fuerte, sea el que tenga que ganar. Pues no, no debería ganar ninguna partida ni ninguna batalla, y el problema de la ignorancia y de la violencia es que van hacia otro camino y lo que buscan es hacer daño. Por eso yo a esas personas les pediría educación, conocer y poco más, porque, sinceramente, cuando siempre se pone el foco en eso, yo es que veo tanta gente que está haciendo cosas que digo “yo en los que están ahí criticando –en artículos y demás que me han publicado– no pierdo ni el tiempo”. Cuando me envían algún mensaje del tipo “pues acógelos en tu casa”, digo “pues sí, y también a ti, si te hace falta”. Pero no pierdo ni el tiempo y ojalá no tuviéramos que perder ni un minuto en darles más importancia a los violentos y a los matones, sino intentar en la medida de lo posible educarlos, enseñarlos, si es que quieren, y si no, combatirles. A los ignorantes y a los violentos, se les combate, no se les enseña. Parece una frase violenta, pero si después la analizas es que la violencia también genera un impacto sobre otras y más sobre esta chica en concreto.
Por cierto, también me han parecido muy buenas interpretaciones las que han hecho varios compañeros sobre el tema del abrazo, como que se ha quedado todo muy superficialmente en ese abrazo, pero en ese abrazo no vemos todo el racismo que hay debajo, todo lo que se sufre, todo lo que es la externalización de fronteras, todo lo que hay detrás de las personas, sobre cómo venimos o cómo llegamos y cómo se quedan solo con esa imagen, que es muy bonita y a mí me encantan los abrazos, pero es verdad que también me ha gustado la reflexión que yo no me había planteado sobre esos abrazos, sobre cómo nos hemos quedado todos con la imagen de “Gracias luna” y con el abrazo, pero no hemos visto todo lo demás. Que esa persona, que es una persona negra racializada nadie sabe quién es, qué ha pasado con esa persona después… y cómo hacemos constantemente, como dice un compañero, el consumo de los cuerpos. Nos quedamos con los cuerpos muriéndose de personas negras o llegando, pero después nos da igual.
Es verdad que de ella sabemos quién es, cuál es su nombre, pero de él no, no sabemos nada, por qué ha llegado hasta aquí, cuál es su historia.
Claro, porque su imagen se queda allí, pero su historia se la llevan. Entonces, también está bien ese abrazo porque creo que son más las personas que son como Luna que las que machacaron a Luna. Entonces, al final, yo me quedo con eso, que es más la gente que está haciendo y abraza, que la que está criticando sentada en su casa, aunque hagan daño.
¿Cómo decidiste estudiar Derecho y especializarte en abogacía de extranjería? ¿Tuvo que ver en parte con tu pasado migrante o porque veías la situación y quisiste aportar tu grano de arena a cambiar las cosas?
Al principio, yo cuando era pequeña quería ser modelo y quise ser hasta monja porque como fui a un colegio de monjas aquello me parecía como superdivertido porque cantaban, tocaban la guitarra… Uno de pequeño va viendo diferentes figuras y se siente identificado con ellas. Pero después ya, a medida que estaba en Secundaria, yo tenía el deseo de ser abogada. Yo tenía también esa parte de querer luchar por las injusticias, no sé si es porque soy africana, porque soy saharaui, no sé si va en mis genes por mi familia, pero yo tenía claro que quería ser abogada y luchar contra las injusticias. Ahora bien, yo no pensaba que yo me iba a dedicar al ámbito de extranjería y dentro de extranjería, que es muy amplia, que me iba a dedicar a la migración en sí, a las personas migrantes que llegan por vía marítima. Creo que, al final, no se puede separar lo que uno es de lo que te va tocando en la vida. Podría haberme preparado unas oposiciones y haberme dedicado a otra cosa, pero la pasión, las ganas de hacer justicia y demás han ido encaminadas a que yo termine donde estoy ahora. También está muy vinculado a que hablo el idioma y las personas migrantes buscan a alguien que hable también su idioma, por lo que asisto a saharauis, marroquíes, mauritanos. Y esto a mí me hizo darme cuenta y entrar en contraposición con mi identidad como saharaui, es decir, en un mundo sin fronteras, donde puedan transitar libremente, ¿dónde queda mi lucha por la determinación de mi pueblo? Quizá mi pueblo va a sufrir lo mismo que otros pueblos que vienen, pero habrá que luchar para que todos y todas podamos ser iguales. Primero es la lucha por la libertad y como mi pueblo está oprimido, que sea libre, y después ya, seguir luchando porque todos los pueblos puedan serlo.
¿Cómo fueron los comienzos?
Yo comencé como voluntaria en el centro de internamiento de extranjeros de Hoya Fría, en Tenerife, con una de las embarcaciones que llegaron, entré como intérprete. La gente que llegaba estaba dañada emocionalmente y en los CIE no hay psicólogos, no hay asistencia jurídica, excepto si la pides porque solicitas protección internacional o algo muy concreto, pero es verdad que no hay lo básico.
Cuando entras allí, ves a una persona que ha sufrido un tránsito muy duro y te lo cuenta. Cuando empecé, entré con dos psicólogas, también voluntarias, para ayudar a gente que estaba muy dañada porque fueron embarcaciones muy duras, donde tuvieron que viajar con cuerpos sin vida de compañeros y tirarlos al mar para poder sobrevivir. Ellos no podían dormir y el director del CIE nos invitó a colaborar y trabajar en lo que pudiéramos. Las dos compañeras iban haciendo su terapia y yo hacía de intérprete y fue en ese momento, que yo estaba en mi realidad, en mi vida, pensando en mi máster y en mis cosas, cuando esto me impactó tantísimo. Yo no entendía que esas personas, después de todo lo que habían pasado, estuvieran dentro de ese espacio, me pareció injusto y dio como un vuelco a mi realidad. Yo estaba preocupada por lo mío, pero cuando ves que alguien está preocupado porque ha visto a gente morir y te cuenta que no puede dormir, que no entiende por qué está dentro de ese espacio, y tú no le puedes dar nada digno, sino un momentito de ti, eso engancha. Y a mí me enganchó y terminé trabajando en los centros de internamiento de extranjeros. Las familias me contratan como abogada y me pagan por ese trabajo, obviamente, pero lo hago con todo el amor y justicia del mundo, porque sé que tengo una responsabilidad y sé que puedo ayudar a esa persona y trato de hacerlo en todo lo que pueda.
Al principio lo pasaba muy mal porque había vuelos de deportación por la noche… Ahora lo pasas mal por la desesperación, porque este sistema es injusto, porque la gente se autolesiona porque no entiende toda esta burocracia y le hace sentirse atrapado. Todo eso te genera una gran frustración porque ves que hay muchas cosas injustas y porque se tiende a criminalizar la migración, eso es para mí lo más fuerte.
¿Cómo es la vida en un CIE?
Es verdad que ahora las personas están en los macrocampamentos pero no están privadas de libertad. Cuando yo estaba en el CIE, que las personas pasaban por un juez que decretaba su internamiento en el CIE por un plazo no superior a 60 días y luego tú te sentabas con ellos y ellos no habían entendido nada, ni el proceso, y, además, intentabas luchar a toda costa porque no fueran devueltos y después un domingo por la noche a las 12:00 de la noche ya te llamaban porque iba a haber un vuelo de devolución a las 5-6 de la mañana y ellos ya lo sabían y me decían: “mira me voy a tirar, qué hago, cómo lo hago, me autolesiono”, y es en esos momentos en los que tú dices: vaya sistema y vaya mundo injusto, donde alguien ha venido en patera, pagándole a una mafia, a una organización o un pescador o a quien sea una cantidad ingente de dinero, 1500, 2000, 3000€, que no los tiene pero que hacen el esfuerzo, después llega aquí, su familia puede hacer el esfuerzo o no lo puede hacer y tienes un abogado del turno de oficio, que el abogado del turno de oficio, dependiendo de donde te toque, puede estar formado o menos formado y es normal que muchos de ellos digan: “yo no voy a poner mi vida y mi libertad en manos de un abogado del turno oficio que no entiende de dónde soy ni dónde vengo ni cuál es mi realidad”. Entonces, pasas por todo eso y después, encima, ¿te van a devolver? “Me he jugado la vida, he salido, he pagado un dineral, pero que lo más terrible de todo no es el dineral sino mi vida, llego, me someten, me detienen; después de detenerme, me llevan a un juez, el juez dice que me vuelvan a detener, que estoy en una cárcel, porque es una cárcel, 60 días, pero es una cárcel.
Lo más fuerte es que yo he estado en prisión y ves las condiciones en las que están los internos que han cometido delitos de agresión sexual, maltrato, de tráfico de drogas y de muchísimos otros delitos que están en mejores condiciones, tienen un psicólogo, tienen trabajadores sociales, tienen médico, tienen de todo en un centro penitenciario. Pero, ¿en un CIE qué es lo que tienen? Tienen una subcontrata, que eso lo que hace es que al ser una contratación exterior las personas trabajan, digamos, que no son personas que dominen perfectamente la función. Después, tienen carencia de intérpretes, no tienen lo mínimo que es un psicólogo para una persona que estaba en una embarcación, que ha visto cómo han muerto varias personas en esa misma embarcación con él, lo privan de libertad 60 días, que ya por un tema humanitario no deberías privarle de libertad porque no ha cometido ningún delito. Por tanto, una persona que es agresora, violenta, que ha traficado, que ha robado con violencia, todo eso, la persona migrante que ha entrado de manera irregular no, pues al final una persona que está en un centro penitenciario, que tiene que tener sus derechos porque obviamente los tiene, ¿pero la persona migrante? Su derecho qué es: ¿notificarle, dar por sentada su situación y que se quede ahí para devolverle? Y lo más sangrante es que la criminalización es tan alta que yo a veces digo: “vamos a ver, por qué esta está persona aquí. ¿Acaso ha cometido un hecho delictivo? Porque igual me he perdido”. Se le olvida muchas veces a un juez, un abogado, un policía que tienen la barriga llena de privilegios. Y eso es un gran problema que tenemos: hasta que no nos quitemos los privilegios, nos demos cuenta de que están ahí, y que las personas migrantes no comenten un delito por venir aquí a jugarse la vida y mejorar sus condiciones, hasta que eso no ocurra, difícilmente vamos a poder ser una sociedad equitativa e igualitaria. A mí esto me genera muchísima impotencia, entonces, intento no criminalizar. Para mí está claro que las agresiones, la violencia, el uso de la fuerza y todo lo que considera que atenta contra la libertad integridad de otras personas yo no lo tolero, me da igual que esa persona sea migrante o sea nacionalizado del territorio español, no lo tolero, pero que una persona venga a mejorar sus condiciones en una embarcación, jugándose la vida, cuando ha sufrido un tránsito terrible, que no seamos capaces de dejarles seguir su tránsito y de darles unos derechos mínimos, obviamente dice mucho de la sociedad que en la que vivimos y de esta injusticia.
¿Cuál es el proceso que siguen las personas migrantes que llegan a nuestras costas? ¿Cuánto tiempo pueden estar en situación de incertidumbre, como en los campamentos que se crearon hace unos meses y en los que hemos visto que se encuentran en situaciones infrahumanas?
Desde que una persona entra de manera irregular, porque no tenga visado ni pasaporte, o, aunque lo tenga, entra en una embarcación violenta a la frontera, el concepto frontera del territorio nacional, a Lanzarote o a Fuerteventura, por ejemplo, es interceptada esa embarcación y ya se inicia un dispositivo porque las competencias dentro del mar son de Guardia Civil, pero una vez que llegan a tierra son de Policía Nacional, porque hay una instrucción que así lo prevé. Entonces, se supone que hay un sistema integral de videovigilancia que conforman la patrullera de la Guardia Civil, una serie de aparatos que tienen para detectar cuando una patera llega y se supone que ellos deberían saberlo. Normalmente saben que han salido embarcaciones por el aviso de organizaciones de Derechos Humanos desde el sitio de origen o bien porque ya se da un aviso porque se ha detectado una desde las medianías de Canarias, entonces se activa un dispositivo de emergencia y acude al lugar Cruz Roja, Protección Civil, Policía, dependiendo de la zona, de si son islas menores o son islas mayores, y dependiendo del sitio de dónde lleguen, si la competencia es de Guardia Civil o Policía Nacional, porque también es por demarcación. Bueno, se activa este dispositivo de emergencia y se tiene que ir a socorrerlos. En muchos casos, como los que estamos viendo ahora en Gran Canaria, dependiendo también de la ruta de dónde salgan, porque las últimas están saliendo del Sáhara occidental, y suelen llegar más al sur de Tenerife, El Hierro, La Gomera, ena las zonas del sur de las islas occidentales. Y si salen más del sur de Marruecos, de Safi o de Agadir, pues llegará másllegarán a Fuerteventura o a Lanzarote, dependiendo de dónde salga. Es verdad que la mayoría últimamente están saliendo del Dajla.
Una vez que llegan, suponiendo que han llegado bien, sanos y salvos, y que se les presume una buena salud, dependiendo de si hay menores extranjeros no acompañados, dependiendo si hay mujeres embarazadas, dependiendo si hay personas con un estado físico crítico, dependiendo de muchas circunstancias, después, en función de cómo están, pues son derivados. Ahora mismo aquí es lo que se está haciendo en Gran Canaria, porque también depende de la provincia, de la isla y de todo, pero también del Covid, porque ahora con el Covid ha cambiado todo el panorama, antes todo el mundo que estuviese bien, pues dependía el procedimiento de si eran mujeres, niños o adultos en régimen general. A estos últimos los detenían durante 72 horas. Si conseguían devolverlos a su país de origen en esas 72 horas, bien, pero si no, se solicitaba el internamiento en un CIE, que es una medida cautelar. Dentro de la normativa de extranjería, toda persona que pretenda entrar de manera regular, que es lo que pasa con las embarcaciones, porque han sido detectadas entrando de manera irregular, pues se les inicia un procedimiento para devolverlas, que no es expulsión, sino devolución, que es un trámite más sencillo, no es tan engorroso porque se prepara todo como para que sea más fácil ejecutar esa medida.
¿Qué pasa? Que antes del Covid, de la pandemia, el trámite era mucho más claro, pero ahora no lo es tanto, por eso hubo gente en Arguineguín que estuvo bajo custodia policial más de 72 horas y gente que ha estado en el CATE de Barranco Seco más de 72 horas, porque es verdad que esas 72 horas de custodia policial son para ellos –Policía Nacional, Grupo de Extranjería y Científica– hacer todo lo relativo a preparar ese acuerdo de devolución, si viene documentado, con qué documentación, y todo con intérprete, las huellas dactilares para ver si antes ya han intentado entrar y, en función de eso, ya después podía ser más clara la parte de detención y de puesta en libertad o la parte de medida cautelar de internamiento y ejecutar la devolución. Todo era en comisaría, a las mujeres, las personas que fueran vulnerables y demás se las ponía en libertad y pasaban al espacio de atención humanitaria que gestionaba, en este caso, Cruz Roja, pero los hombres en régimen general después pasaban a comisaría, de comisaría a disposición judicial, los veía un juez y este juez decretaba su internamiento en alguno de los CIE, que aquí en Canarias tenemos tres, de los cuales dos están habilitados –el de Hoya Fría y el de Barranco Seco.
¿Cómo es la situación ahora?
Ahora todo ese panorama que te comentaba ha cambiado porque con la crisis sanitaria los CIE, si ya antes no funcionaban, ahora menos, porque no hay espacio, no respetan las medidas sanitarias, ni siquiera cumplen con el reglamento que los regula y son muy deficientes por si hay un positivo Covid. De hecho, en el CIE de Hoya Fría hubo un positivo Covid, después dos y luego acabaron en 60 positivos Covid. ¿Por qué? Porque el aforo y cómo está estructurado es una cárcel, al final. Encima, una cárcel con unas condiciones más deficientes todavía que una cárcel.
Entonces, bueno después con todo el tema de la crisis sanitaria empezaron a vaciarse los CIE, estaban abiertos pero vacíos. Pero como se ha vuelto a abrir la ruta desde el año pasado pues se han ido abriendo y acogiendo a gente. Pero también en junio de 2020 entró una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que viene a decir que cualquier persona que solicite protección internacional, que es la figura del asilo, ante un juez, el juez tiene que darle trámite y no decretar su internamiento. Entonces, le piden a juez asilo, el juez no puede entrar a valorar las circunstancias, sino que tiene que ponerlos en libertad y comunicarlo a la Comisaría de Policía Nacional para que estos, a su vez, se lo comuniquen a la oficina de Asilo y Refugio. Ahora bien, esto antes era todo más claro porque estaban bajo custodia policial, iban a comisaria, de comisaría a medida cautelar, pasaban en el CIE 60 días y se ejecutaba la devolución o no se ejecutaba. Si no se ejecutaba, quedaban en libertad, en situación irregular, pero libres y podían seguir con su vida.
Ahora, en cambio, las 23.000 personas que llegaron el año pasado ya no pasaban a comisaría, sino a Arguineguín, al CATE de Barranco Seco, que es como una extensión a la Comisaría de Policía Nacional, y a otro tipo de naves, de espacios y de centros, también por el tema del Covid, ya que, dependiendo de si eran positivos o no tenían que ser derivados a un espacio o a otro. Como Policía Nacional no puede custodiarlos más de 72 horas, pero tanto en el puerto de Arguineguín como en el CATE de Barranco Seco se sobrepasó este tiempo, tenían que ponerlos en libertad, pero quedó ahí un vacío donde preocupaba porque esas personas no tenían acceso a esa información, porque no sabían que estaban en libertad pasadas esas 72 horas, se les tendría que haber notificado su acuerdo de devolución y luego su puesta en libertad, pero se quedaron allí acinados, en esas condiciones, sin ver a un intérprete, a un letrado; los letrados firmaban los acuerdos de devolución sin ver a las personas que estaban asistiendo, sin ver si pedían protección internacional y demás. ¿Qué ocurre cuando sucede todo eso? Que se vulneran derechos, se están pisoteando derechos de personas que no han cometido ningún delito y, aun cometiéndolos tienen sus derechos, pero si, encima, no los han cometido y no les garantizamos sus derechos, pues vamos mal.
Parece que era, más bien, un caos y una situación de total incertidumbre para ellos.
Ha sido una locura porque entre la línea de estás detenido y quedas en libertad ha habido una laguna terrible, que ha hecho que personas hayan estado más tiempo del que deberían y, aparte, una vez que les notificaban acuerdo de devolución, unos se quedaban en la calle, otros en los hoteles, otros estaban en naves haciendo cuarentenas de no sé cuánto tiempo y nadie les explicó nada. Y después de los hoteles, que ellos no querían estar en los hoteles, porque fue algo provisional que se gestionó, pero que las personas querían seguir su tránsito pero no se les dejaba por la crisis y, al final, directamente se cerraron los aeropuertos y puertos de Canarias, pero después de todo este jaleo terrible, eran trasladados de los hoteles a los macrocampamentos que se crearon dentro del Plan Canarias, donde vamos a dividir la población entre el campamento de Canarias 50, en Gran Canaria, y los de Las Raíces y de Las Canteras, en Tenerife, el Matorral, en Fuerteventura, y vamos a vaciar los hoteles porque se prevé que en marzo vuelva el turismo. El problema de todo esto es que las personas fueron trasladadas a estos campamentos y muchas no entendieron qué sucedía, les dio miedo la situación, algunos que eran detectados en la calle fueron llevados a los CIE y algunos que no entendieron qué era todo aquello se quedaron en la calle y, por tanto, fuera del sistema de atención humanitaria y ahora están en situación de exclusión completa y se está pidiendo que se les readmita dentro del sistema de atención humanitaria por un tema de información y de miedos, que son totalmente comprensibles.
Ahora hay muchas figuras más que no prevé Extranjería y que, además, no existían antes de la crisis sanitaria. Antes era comisaría, Cruz Roja o centro de internamiento de extranjeros. Ahora es comisaría, en algunos casos cuando son detectados en la calle. Que ahora, además es un debate jurídico muy interesante, porque la mayoría de las personas a las que se les notifica el acuerdo de devolución, la normativa de Extranjería contempla que la Policía tiene dos años para ejecutarla, es decir, en dos años pueden devolverte, pero si te han tenido retenido 72 horas, te han pedido CIE, te han tenido 60 días en un CIE y no han conseguido devolverte, se supone que tú ya no puedes estar intentando devolverme toda la vida, sino que lo suyo ya es que me inicies un procedimiento sancionador de expulsión. Pero son muchísimos frentes y en la realidad hemos visto tantas cosas dispares y arbitrarias que al final han generado muchísima incertidumbre. Entonces hemos tenido gente con ACCEM, gente con la OIM, gente que quería viajar y no podía, gente que era detenida en las comisarías de los puertos y aeropuertos, gente que iba a volar y no volvía porque acababa en un CIE o en un vuelo de deportación sobre la marcha, gente en CATE más de 72 horas, gente en el puerto de Arguineguín… se ha producido una variedad de figuras que ni la normativa de Extranjería prevé ni estamos preparados para ello y que, además, el problema parece que es que todo es nuevo y estamos construyendo “a ver qué sale” y no es nada nuevo ni es así. Lo más fuerte es que la mayoría de personas aquí atrapadas no querían estar ni en los hoteles, ni en los muelles, ni en las naves, ni en nada, querían seguir su tránsito porque tenían familia y la normativa de Extranjería no les impide la libre circulación. Sin embargo, se les limitó ese derecho fundamental.
Ese ha sido el panorama. Ahora, por suerte, ya han abierto puertos y aeropuertos y ya la gente puede salir libremente entre comillas y también se han hecho derivaciones, que era otro problema que teníamos, que no se estaba derivando a personas a la península cuando eran vulnerables, estaban enfermos o eran solicitantes de protección internacional. Entonces ahora sí se están haciendo, por lo que también se garantiza el derecho de las personas en tránsito, que no quedan aquí atrapadas. Aunque ahora tenemos el problema de que están atrapadas en la frontera con Francia, porque no pueden salir del Estado.
¿Quién crees que es responsable de toda esta situación? ¿Nadie la ha asumido?
Es complicado porque son muchas responsabilidades, pero nosotros poníamos el foco en el Ministerio de Inclusión y Migraciones, y Ministerio del Interior porque eran quienes estaban cerrando Canarias y dejando a las personas vivir acinadas, atrapadas y desesperadas aquí, pero para mí el problema inicial está en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, que es quien está impidiendo que la gente salga con su pasaporte y con un visado. Eso es lo que no se puede permitir porque si yo tengo familia, que me encontraba muchísimas familias con tarjeta de residente, DNI y demás, tengo 1500€ para gastarme en un viaje, jugándome la vida, que tú no quieres que entre de manera irregular, pero mucho menos yo jugándome la vida, ¿por qué no me das un visado para yo poder salir? Porque a lo mejor voy con un visado de 90 días, veo, no me gusta y me quiero volver a mi país; a lo mejor voy con una estancia por estudios, a lo mejor voy con una reagrupación familiar… El problema es que no dejan salir a los africanos con un visado, es el problema principal porque solo tienes que mirar migración, en general, que llega a todo el Estado español. 748.000 personas, según el INE –el Instituto Nacional de Estadística– 748.000 personas entraron el año pasado, 41.000 son las personas que entraron de inmigración irregular, un 4%. Si tú a ese 4%, que se está jugando la vida en la embarcación, lo dejas salir de manera segura, ¿dónde está el problema? Porque cuando tú cierras, taponas, explotas y empujas a la gente a salir de la manera en que puede. Y luego no puedes criminalizarlas y decir que te cuesta tanto un menor extranjero no acompañado, que te cuesta… Pues, déjame primero con mi recursos naturales y si no me dejas… Porque, por ejemplo, yo como saharaui diría: “Jolín, España, mírame que es que tú has tenido un compromiso conmigo. Tú viniste a mi país, lo colonizaste, te fuiste, te lavaste las manos, firmaste un acuerdo con Marruecos, sigues firmando acuerdos con Marruecos, me quitas todo el pescado, la arena, los minerales y demás, y luego quieres que no salga. No, el juego no funciona así”. Y, aparte, si pretendes que el juego funcione, entonces luego asume la responsabilidad y las consecuencias de todos vuestros actos de expolio y de colonización. Que las mismas mafias a las que se les paga 2.000-3.000 para venir por mar son las mismas mafias que desgastan a la gente en los consulados, porque hay gente que llevas años peleando, incluso matrimonios que tienen reagrupación familiar. Y es un desgaste emocional y económico brutal. Entonces, la gente que hace, pues dice: “voy a estar años, pagando, peleando, yendo al Tribunal Superior de Justicia de Madrid, todo esto… pago una embarcación, me juego la vida y voy”. Es que al final, “mafia” habría que determinar este concepto. Si realmente el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, los consulados, las embajadas española, francesa, de toda la Unión Europea facilitasen y promoviesen las salidas dignas, legales y seguras, igual que sale un latinoamericano, un estadounidense, que lo haga un marroquí, un senegalés, documentado, con su pasaporte, porque es que a lo mejor salgo y no me gusta y quiero volver a mi país. A África no nos dan esa posibilidad, nos expolian y luego nos dicen que no salgan. Lo más triste es que hay gente que lo consigue, ¿pero el que no lo consigue? El año pasado fueron 2.000 personas, este año llevamos más de 80, que son vidas…
No son cifras, son vidas humanas, cuánta razón. Y con respecto a Canarias, hablabas en otras entrevistas que, en lugar de territorio de acogida, estaba siendo un espacio de recogida y de prisión. ¿Cómo se trata la inmigración en Canarias? ¿Crees que hay racismo en las islas?
Lo de la frase de “Canarias no es una acogida, sino una recogida” es de un compañero que se llama Teodoro, de la Federación Africana, y para mí define un poco todo lo que ha pasado aquí, que no hemos acogido, sino recogido, y que, además, nos ha dado igual cómo hacerlo, sin escuchar a nuestros compañeros migrantes. Partiendo de esa premisa, ya hay algo que no estamos haciendo bien si hacemos autocrítica, sobre todo porque tenemos vidas de personas en nuestras manos. Creo que es verdad que, aunque las administraciones han sido deficientes e ineficientes y no han estado a la altura, pero a la altura en derechos fundamentales y básicos, sin ir más allá, pienso que la población canaria sí ha entendido la inmigración, aunque hay minorías que se han sentido rechazadas, como lo hemos visto en los hoteles, porque al final la narrativa de los medios en muchas ocasiones es terrible, de que los migrantes llegaron, están en los hoteles y les faltaba decir que estaban en la piscina disfrutando, que también se dijo. Eso hace que haya gente que diga “Guau, ellos ahí disfrutando y yo aquí en la miseria”, si te quedas solo con el mensaje superficial, pues puede generar rechazo y que al final algunos medios cogen de lo peor y explotan lo peor de lo peor para hacer creer que esa realidad es la que hay, como lo vimos en Mogán y en el municipio de San Bartolomé, que yo estaba todas las semanas allí y yo me reunía hotel por hotel con los chicos. Y, obviamente, hay gente irrespetuosa en todos lados, pero es injusto que con todas las personas migrantes que llegaron hicieran un discurso generando una alarma y una crispación cuando no existía, y no existía por la sencilla razón de que yo me he reunido con los grupos y yo he estado en los municipios quedándome, he hecho esa inmersión y esa convivencia, pero nada tiene que ver con las imágenes que empezaron a recrear una y otra vez, que parece que les dolía que incluso se pudieran dar un baño en una piscina, como algo terrible. Al final, la narrativa ha hecho mucho daño, pero pese a ese daño y esta minoría a la que le genera rechazo y la que escucha constantemente “entradas masivas”, “se están yendo a los hoteles…”, una narrativa que en el que no tiene información y no la puede contrastar va calando y yo lo puedo entender. Si tú no tienes algo que te haga ponerlo en contraposición para tú poder evitar ese discurso, lo puedes evitar estudiando, informándote, conociendo gente, buscando otros mecanismos y no quedándote con la única visión de los medios de comunicación. Y eso que en Canarias, en general, exceptuando algunas narrativas, creo que han intentado enseñar todas las vertientes y todas las realidades.
Y yo desde la perspectiva de la gente con la que he trabajado, la que he conocido, la gente que me ha parado en los aeropuertos preguntando qué es lo que pasa, con eso es con lo que me quedo, que tras una denuncia, gente te pare y te pregunte qué es esto. Pues esto es que hay personas atrapadas en Canarias, a las que no se les deja salir y tienen esta realidad. Y te dicen: “ay, pobrecitos, jolines, si no nosotros nos podemos ir con nuestro pasaporte, ellos por qué no”. Yo me quedo con todas las conversaciones, con toda la gente que me he encontrado ayudando, con toda la gente que ha venido y se ha sentado en la Corte a apoyarlos, que han venido a colaborar, a aportar, emocionada porque quieren ayudar a alguien. Y esa es muchísima más.
¿Cómo podemos salir de nuestra visión occidental para entender verdaderamente cuál es el problema de la migración?
Hay una frase muy buena que circula por ahí y que dice “Tu privilegio nubla tu empatía”. Al final, para mí de eso se trata, de que seamos empáticos y considerados porque no sabemos la historia de los demás. Da igual si es la historia de Ahmed, que viene del Sáhara occidental o de Aliu, que viene de Senegal, o de Juana, mi vecina del quinto, que es canariona, o de Pepe, que es de La Gomera. Al final es que hay que ser empático y la empatía se traslada en “No te conozco, no sé quién eres, pero no te voy a juzgar. Y si puedo ayudarte, te voy a ayudar y me pongo en tu lugar y soy capaz de entenderte”. Entonces, cuando entendamos que nuestros privilegios de quienes vivimos en Occidente se sostienen a base de nuestras políticas de bienestar y de comodidades, de confort, de paseo y de móviles y demás, de las que yo también soy partícipe, se sostienen a costa de que hay gente que se muere. Cuando entendamos eso, seremos capaces de decir “Ojo, que soy un privilegiado y como soy un privilegiado me voy a dar un puntito”, u “Ojo, que esta persona lo está pasando mal”, y no hace falta un poco que sea desde una perspectiva de nacional europeo a migrante, sino, en general, que te conmuevan las vidas humanas, el sufrimiento de otra persona. Me da igual si es de China, de España, de Francia o de África. Entonces, yo creo que la empatía es esencial, quitarte tus privilegios para poder ver todo lo demás. Para mí tiene que estar clarísimo para que alguien pueda moverse por las injusticias y sobre todo por el dolor de los demás, y ver que hay otras personas que sufren y hay personas que lo están pasando mal, que no solo es uno y su ombligo y su individualismo, y que uno puede hacer por facilitarle la vida y la existencia y da igual el tema de las nacionalidades, sin dañar a nadie, aportando mi granito de arena y tratando de hacer un mundo más justo. En definitiva, se trata de usar nuestros privilegios para ayudar a los demás porque hoy son ellos, pero mañana puedo ser yo. Todos estamos en tránsito en la vida y hoy estás aquí y mañana allí.
Qué bonita reflexión final, Louelia, nos quedamos con ella y con esa importancia que subrayas de empatizar con los demás. Muchas gracias.
Natalia Ruiz-González