Las recientes declaraciones de los Sussex sobre los comportamientos racistas perpetrados por la familia real reavivan el debate sobre el racismo que reina en la corona británica. Lejos de afectar únicamente a los miembros de la monarquía, estas declaraciones han caído como un balde de agua fría sobre las prensa y la población británica. La respuesta social ante las confesiones emitidas durante la entrevista ponen en duda la moralidad del país y plantean el racismo como un problema real y cotidiano en Reino Unido.
Hace unas semanas la duquesa y el duque de Sussex se sinceraron ante miles de personas durante una íntima conversación de dos horas con la presentadora Ophra Winfrey. En dicho encuentro se tocaron temas muy diversos tales como el racismo, la salud mental, las presiones de la vida en palacio y la familia real. La pareja y sus devastadoras, puras y reveladoras declaraciones han generado un gran debate y una polémica sin precedentes para la monarquía británica. No hay duda de que la institución se encuentra ante la crisis más grave que ha afrontado la corona desde de la muerte de la princesa Diana.
«Simplemente ya no quería seguir viva». Con estas palabras Meghan Markle protagonizó uno de los momentos duros y reales de la entrevista. Esta confesó haberse planteado el suicidio en más de una ocasión durante su embarazo debido al profundo sentimiento de soledad que le absorvía en esa época. No obstante, la declaración más polémica de la entrevista fue en la que se acusó a algunos miembros de la familia real por sus comportamientos y actitudes racistas. La duquesa aseguró que en palacio se tuvieron varias conversaciones sobre lo oscura que sería la piel de su hijo y sobre los efectos que esto tendría para la corona.
Racismo y xenofobia en las calles británicas
El racismo y la discriminación racial a día de hoy siguen siendo una realidad, el día a día de cientos de personas que sufren los efectos de una tendencia histórica, cotidiana y estructural. Estos comportamientos inmorales se ponen en manifiesto en el seno de la opinión pública, un espacio ideal para la proliferación de expresiones racistas y de actitudes intolerables. A lo largo de su trayectoria, la Organización de las Naciones Unidas, junto a otras instituciones han tomado varias medidas para luchar contra esta tendencia y promover el respeto a los derechos humanos. La magnitud de esta problemática varía en función de un país a otro, pero sin duda sus efectos son lo suficientemente significativos como para suscitar preocupación a nivel mundial.
A pesar de la actitud negacionista que caracteriza al Reino Unido, a raíz de las declaraciones de Meghan Markle se ha hecho eco de los problemas reales que tiene el país con las minorías raciales y el racismo. «Hay partes de la sociedad británica atrapadas en la negación del racismo cotidiano, del racismo estructural, de la esclavitud y del imperio que no solo parecen incapaces de cambiar, sino hasta de dar el imprescindible paso anterior, el de la autorreflexión sincera», denunció el historiador David Olusoga en una columna para The Guardian.
Una encuesta realizada por la doctora Daniela Sime de la Universidad de Strathclyde clarificó que el 77% de los encuestados (jóvenes con edades comprendidas entre los 12 y 18 años procedentes de familias migrantes) afirma haber sido víctima de “agravios xenófobos”. Según otro estudio realizado en 2020 por Number Cruncher Politics, el 83% de la población racializada de UK (que constituye el 13% del total según datos oficiales del censo) declara que existe “mucho o bastante” racismo en el país. Sin embargo, casi el 50% del resto de ciudadanos británicos niega totalmente la subsitencia de discriminación racial en el Reino Unido.
¿Existe una brecha generacional?
Las revelaciones de Meghan Markle y del príncipe Harry sobre la corona británica han evidenciado la clara división de opiniones que existe en el país. A simple vista los sondeos sugieren que la población se ha puesto de parte de la monarquía y en contra de los duques de Sussex. Sin embargo, los datos subyacentes clarifican que jóvenes y adultos observan la polémica desde puntos de vista completamente distintos. Mientras los mayores de 65 años niegan las acusaciones y se posicionan a favor de la familia real, los menores de 25 años simpatizan con la pareja y ratifican los comportamientos y tratos que denuncian.
Su posicionamiento y predisposición a la defensa no hace más que recalcar el hecho de que jóvenes y mayores transitan universos políticos y morales totalmente distintos. Hablamos de una generación cuya mentalidad ha sido labrada con años de luchas sociales. Una generación que ha crecido en un ambiente más libre y progresista, sin tabús hacía la identidad sexual o de género y comprometidos con la lucha de las mujeres y de las minorías.
La generación Z sorprende con su implicación social y su sensibilidad hacía los cuestiones de justicia racial. Se trata de un grupo que protestó y se manifestó por la muerte del afroestadounidense George Floyd a manos de la policía de Minneapolis y que apoyó la acción directa para retirar la estatua de Edward Colston de Bristol. Dicho monumento conmemora la vida de un empresario que consiguió amasar una gran fortuna a costa del sufrimiento humano, es decir, gracias al comercio de esclavos. A pesar de la connotación negativa que esta estatua lleva implícita, su retirada fue catalogada como “daños criminales” y desde la alcaldía se planteó la idea de rescatarla para colocarla en un museo. Es en situaciones como esta donde la brecha generacional que divide un mundo polarizado se hace cada vez más visible.
Judit Martín