Descubrí a Gemma Parrellada por casualidad, como todas las cosas buenas. Me quede quieta frente al ordenador leyendo las palabras de esta mujer reportera en África, en una entrevista en africaye.org. Hablaba de África, sobre África, pero no era lo de siempre. En sus palabras, no había tópicos de ONG, ni de misiones, pero tampoco había una mirada utópica centrada en el colorido o «la alegría en medio de la pobreza”.
En unos minutos estaba tecleando su nombre en google y descubrí a una periodista comprometida. Ha ganado el premio PERIODISMO SOLIDARIO. Trabaja para El País, CNN, Cataluña Radio y RFI, además de colaboraciones con El Mundo, la agencia EFE, HBO y RC, entre otros).
Es una mujer, que no solo ha trabajado y vivido en más de 12 países africanos distintos, desde el año 2006, sino que como demuestran con sus palabras y sus reportajes, se ha esforzado por conocer la realidad o el millón de realidades que suponen el continente africano, para informar desde el compromiso con la objetividad. Por eso creo que sus palabras sobre las mujeres africanas importan.
NM: Se puede afirmar que existe cierta tendencia a homogeneizar la realidad de la mujer africana? es decir cree usted que los mismos tópicos que desde occidente presentan a africa como una única realidad ignorando las diversidad existente entre países e incluso dentro de la misma sociedad, son aplicados también a la mujer africana ?
Para la obtusa mirada occidental: África es un concepto y la mujer africana un matiz.
Sarah, keniana, se esconde debajo de la mesa cuando estalla el primer kamikaze. Es reportera para la televisión SABC. Estamos en Mogadiscio (Somalia) y los radicales de Al Shabab están intentando asesinar al presidente, que tenemos delante.
Somos solo tres mujeres cubriendo Somalia estos días – Sarah, la keniana, Yara, egipcia, y yo- y el intento de asesinato al presidente extrema aún más las férreas medidas de seguridad. Es decir, se alargan las horas de encierro en los campos militares, las charlas, y entre la tensión se estrecha la complicidad. Hijos, marido y el oficio de cubrir conflictos… Sarah es rápida, astuta, valiente.
De vez en cuando, cuando paso por Sudáfrica, como en la universidad con la escritora marfileña Veronique Tadjo. Ella siempre quiere saber cómo veo los colores y la política en su país –que ya es también el mío-, y yo siempre le pregunto cómo lo siente ella. Veronique tiene poesía, literatura, es dulce.
Sha, congoleña, ha importado pescado, ha invertido en minerales –un negocio que no le salió bien- y ha trabajado en la construcción, mientras seduce a los grandes operadores congoleños como si fuera un negocio más. Vive entre un lujo que sabe peligroso pero ha desechado otros caminos. Es una luchadora que juega sabiendo que apuesta demasiado.
Son solo algunos de los pellizcos de mujer que he conocido en el inmenso continente. ¿Qué es la mujer africana? Probablemente solo una absurda simplificación del mundo occidental que sigue teniendo, por cierto, una mirada muy masculina.
La mujer picando el maíz, la que carga el agua, la madera o los bultos inmensos en su cabeza, la que camina horas y cocina. La víctima. Esta imagen de “mujer africana” es la que se ve cuando se pasa rápido por la superficie. Pero los consejos, los perfumes, los trucos y las batallas forman otro universo fascinante.
Otra escena, está en Barcelona: se organiza una mesa redonda para hablar de Mujer y conflicto, con foco en la violencia sexual en Congo. No hay mujeres ni africanos en el panel. Los ponentes son cinco hombres, con apenas alguna remota conexión con Congo. Es así que se esculpe el deformado imaginario de “mujer africana”.La forma cómo estamos contando el continente es una burla, una muestra de desprecio. Queda mucho camino para restablecer la dignidad a esta parte de mundo y un primer paso es ser más respetuoso con la realidad.
NM: En la misma línea , observamos que la idea de la mujer africana presente en los medios de masas hace referencia a la mujer africana madre de numerosos hijos, refugiada, víctima de la guerra, trabajadora en el medio rural y otras ideas en la misma línea. ¿Podemos ser rotundos y hablar de tópicos extendidos? ¿Cree usted que la realidad de la mujer africana se ha transformado lo suficiente y se ha alejado de esta idea única o aunque nos disguste debemos asumir que esta sigue siendo su principal realidad?
Despreciar a los intelectuales, a los empresarios o a las mujeres es una arma más infalible que la artillería pesada. Los tópicos son muy útiles para seguir minimizando a los ciudadanos que viven en las bodegas del mundo desarrollado. Y siguen nutriendo el discurso sobre “África” en España.
Madre y víctima. Bailarina o traficada. Humillada. Son las pinceladas con las que se pinta esta imagen simplista de mujer africana. Siempre aparece como alguien a quien le suceden cosas, una especie de sujeto pasivo sin voz. Y eso porque se sigue describiendo desde lejos, desde fuera, desconociendo la realidad y los matices, desde el exotismo más básico y también, porque la siguen determinando hombres. Y aquí aflora “nuestro” machismo -que me avergüenza más que otros, porque, camuflado e hipócrita, se permite dar lecciones de libertad de la mujer-. El “reportero en África” tiene que ser hombre, barbudo, y vestir camisa mal abrochada. La experiencia, la cercanía con la realidad, el respeto a la verdad y a las personas con las que se habla y trabaja, son criterios secundarios, incluso prescindibles.
La mujer africana es vulnerable y el corresponsal en África tiene barba. Esta es la idea. Estamos en el preescolar de la información africana y en este contexto se permiten y agudizan los excesos machistas. Las historias africanas se siguen construyendo desde el prisma paternalista de la cooperación. Y las mujeres, como los niños, tienen un aura de vulnerabilidad muy práctica para este discurso. Priman el dramatismo y los extremos – a menudo exagerados-. Falta reclamar una dosis de realidad.La mujer es miliciana, es enferma, es negociante y es madre. Putas dignas, monjas dobles, intelectuales y presidentas. Periodistas. Cremas para emblanquecer la piel, pelucas, maquillaje y batallas de telas -que tienen su propio lenguaje-. En este caleidoscopio hay que navegar, no generalizar.
NM: ¿Tradición o modernismo? ¿Cree que abrazar completamente la cultura occidental, es el paso necesario para lograr el empoderamiento de aquellas mujeres africanas (l0a mayoría) que aún no lo logran, o cabe empoderamiento de la mujer africana sin renunciar a sus tradiciones?
Tradición y modernismo, ambas son necesarias para reforzar a la mujer. Las culturas se besan, se pelean, se pisan y se abrazan. También las tradiciones y la modernidad. Pero los valores tradicionales dan muchas herramientas para el cambio. “Para saber dónde vas hay que saber de dónde vienes”, dice un proverbio senegalés.
La mujer se empodera a su manera. El colonialismo de ONG ha secuestrado incluso la lucha por la libertad de la mujer. Yo no me fío de los cambios impuestos o propuestos desde fuera. Son las comunidades las que saben lo que necesitan.
Los debates sobre el llevar o no el hijab son interesantes. En Somalia, donde tenemos que cubrirnos el pelo obligatoriamente, se entiende muy bien. Algunas mujeres -que se creen liberadas por ser occidentales y no llevar velo- deciden que la revolución en Somalia consiste en desnudarse el pelo… y te das cuenta, una vez más, de lo infantil que sigue siendo la mirada África.La mujer somalí, tuareg, chiluba, bemba, está, como toda mujer, llena de secretos. Con ellos llevan años luchando y con ellos lo seguirán haciendo.
NM: ¿Cree usted que África y sus mujeres tienen algo que ofrecer al mundo? ¿Hay sitio para nosotras?
Por supuesto. Las mujeres tienen una idea más humilde y práctica del “lograr” o “conseguir”, sin necesidad del aplauso público. Y su capacidad organizativa y la fuerza de grupo son muy potentes.
En República Centroafricana, tras meses de matanzas terribles en los barrios de la capital, la ciudad se paralizó – y tembló- el día que las mujeres salieron semidesnudas a la calle, para decir basta.
África y sus mujeres siempre han ofrecido mucho al mundo. Creatividad, dignidad y una fuerza inmensa de resistencia. El tejido social, que se ha perdido con el individualismo en las sociedades occidentales, es un valor muy poderoso. Y la mujer sigue siendo el pilar económico de muchas familias.Conocer a mujeres senegalesas, marfileñas, sudafricanas o somalíes, zambianas o congoleñas, me ha enseñado mucho, no sobre el machismo de sus comunidades, sino sobre el machismo de las nuestras…
Entrevistada realizada por Nso Mangue