Me enteré cuando un amigo me enseñó el primer capítulo de Juego de Tronos. La manera en cómo utilizaban el personaje de la rubita, que representa una adolescente de 16 años, virgen y frágil, vendida a un bárbaro por su propio hermano que no dudaba en destilarle odio molestaba mucho. Sin hablar del desnudo de la misma chica, lento, hecho a medida para los voyeurs, además de la escena de su “primera noche” una violación silenciosa mientras lloraba.
Hacía una lista mental de en cuantos dilemas éticos se encontraba enfrascada sólo la historia de este personaje tan sólo en el primer capítulo, y estaba claro que Juego de Tronos no me hacía ninguna gracia. Los dos chicos, blancos y héteros que estaban conmigo argumentaron que “era una serie de mucho éxito”, que “antiguamente era así”, como si Juego de Tronos casi tuviera carácter didáctico, y aunque tuviera contenido sexual, la serie era muy interesante por su guion. Bueno.
Lo interesante es que veo sexismo no sólo en series para televisión americana, sino en casi todas las películas y propagandas existentes.
La dibujante Alison Bechdel, mencionó sobre un test para detectar el sexismo por primera vez en 1985 en el cómic «Unas lesbianas de cuidado». El test posee apenas cuestiones sencillas y fue llamado “Test de Bechdel”, cuyo aprobado depende de:
1) que haya dos mujeres con nombre en la película;
2) que hablen entre ellas
3) cuyo diálogo no verse sobre un hombre.
Entre 2000 y 2016, solo el 55% de las 108 películas nominadas a Mejor Película en los Oscar pasan el test de Bechdel. De las 16 películas que ganaron el Oscar a mejor película del año en esos mismos años solo 9 superan el test.
¿Y que decir de las propagandas de cremas depiladoras testadas sobre piernas depiladas, alisados instantáneos, que enseñan el pelo encrespado como un problema y de mujeres corriendo en campos de girasoles porque con ésta compresa se sienten libres del trastorno que es sentir que te baja la regla?
Se insiste en vender productos moldeando nuestra propia naturaleza, buscando este patrón caricaturizado de lo que sería lo bello y lo perfecto. Sin hablar de la inexistencia de mujeres (y hombres) negros en la tele perpetuando nuestra invisibilidad como consumidores y ante todo, como personas.
Pero volviendo al sexismo, veo sexismo todo el tiempo, está en “Juventud”, la nueva película de Paolo Sorrentino. Está en el Señor de los Anillos y en Harry Potter, aunque en la época que las vi ni me había enterado. Está en las ropas cortas y en los escotes provocadores de las actrices, está en la delgadez sumaria normalizada en todas las revistas femeninas. Está en el personaje femenino sin historia que sólo es la pareja, que no tiene nombre, ni crisis, ni foco.
Ya lo decía Einstein, que la mente que se abre a una nueva idea jamás volverá a su tamaño original, así que, veo sexismo todo el tiempo y supongo que seguiré viéndolo, entretanto es importante reconocer que existe y saber reconocerlo. Ese es el primer paso para liberarnos de él.
Fuentes:
Sobre la trivialización de las violaciones en Juego de Tronos: http://hipertextual.com/2015/06/violaciones-juego-tronos
Casi la mitad de las premiadas a mejor película en los Oscar no supera el test de Bechdel: http://www.eldiario.es/cultura/feminismo/premiadas-pelicula-Oscar-superan-Bechdel_0_489601645.html
Decálogo para indentificar el sexismo en la publicidad: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1554
Meu Corpo, Minhas Regras – Olmo e A Gaivota / My Body, My Rules – Olmo and The Seagull: https://www.youtube.com/watch?v=CafzeA-9Qz8
Foto Portada: http://www.polyvore.com/