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jueves, marzo 28

Najat El Hachmi y la mentira sobre una supuesta censura «woke»


El término «woke» no era muy conocido ni utilizado en contextos académicos o políticos. Hoy en día, utilizado por la derecha como arma política, es uno de los principales arietes contra la izquierda.

«Woke»(Despertar) es una expresión que viene de Estados Unidos. Durante décadas, el término ha sido parte de la lengua vernácula afroestadounidense. Significa estar alerta y consciente. Las personas despiertas en la comunidad negra eran atletas, músicos o estudiantes universitarios. Eran geniales, modernas, inteligentes y, lo más importante, modelos a seguir para los más jóvenes.

Después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos de 2016, que auparon a Donald Trump al poder, los conservadores blancos y los opinadores de derecha se apropiaron del término y le dieron un nuevo significado, utilizándolo como una herramienta para atacar a los políticos y opinadores de izquierda. Las consecuencias de esta ofensiva la estamos viendo hoy en estados como Florida o Missuri y están siendo devastadoras para la libertad de expresión y la educación.



Recientemente la Junta de Educación de Florida aprobó nuevas pautas para la enseñanza de la historia negra después de que el gobernador Ron DeSantis y los legisladores republicanos del estado aprobaran, en el contexto de su campaña contra la cultura “woke”, nuevas leyes que restringen el contenido que se puede enseñar en las aulas. Las nuevas normas incluyen enseñar a los escolares que “los esclavos desarrollaron habilidades que, en algunos casos, pudieron utilizar para su beneficio personal”. Asimismo, se instruye a los educadores a enseñar sobre los actos de violencia cometidos por personas negras.

El Senado de Missouri aprobó recientemente un proyecto de ley de educación multifacético que incluye prohibir la enseñanza de ciertos conceptos que a menudo se han incluido bajo el término general de teoría crítica de la raza.

Si bien la frase teoría crítica de la raza no se define ni se enumera en el proyecto de ley, la legislación incluye varios conceptos que dice que las escuelas no deben enseñar ni obligar a los maestros o estudiantes a adherirse o adoptar.

Además, el proyecto de ley prohíbe enseñar:

  • Que los individuos de cualquier raza, etnia, color u origen nacional son inherentemente superiores o inferiores.
  •  Que las personas deben recibir un trato adverso o ventajoso en función de su raza, etnia, color u origen nacional.
  •  Que los individuos, en virtud de su raza, etnia, color u origen nacional, cargan con la culpa colectiva y son inherentemente responsables de las acciones cometidas en el pasado por otros.

Realmente nada de esto tiene que ver con la teoría crítica de la raza, si con la interpretación que hace la derecha y la extrema derecha de esa teoría y de cualquier avance en el cuestionamiento de los privilegios por razón de raza, clase o sexo. Es una resistencia desde el poder a perder esos privilegios y lo hacen desde donde más poder se tiene para moldear a futuros ciudadanos. La educación.

Censura

La palabra «censura» hace referencia a la restricción o control de la información, expresión o ideas, generalmente por parte del gobierno o de una entidad con poder. La censura puede manifestarse de diferentes maneras, como la prohibición de ciertos discursos, la supresión de medios de comunicación o la limitación de la libertad de expresión.

Esto es lo que nos pretende colar la derecha y la extrema derecha y que viene con la ola conservadora y antidemocrática que nació en Estados Unidos y que replicarán todos sus émulos europeos en cuanto tengan oportunidad y poder para hacerlo.

Pero hay que preparar a la gente para ello, y para eso sirve el término «censura woke» o «progre», como coartada para la reacción más conservadora.

En España tiene como propagandistas, además de los políticos de ultraderecha, a periodistas y personajes varios como Juan Soto Ivars, Iker Jimenez o Hasel Paris, Paula Fraga, etc. Todos en la órbita de la extrema derecha o en eso que llaman rojipardismo.

Ahora esta historia tiene su último capitulo con el caso de la la elección de Najat El Hachmi para dar el pregón de las fiestas de la Mercé en Barcelona.

Los propagandistas de extrema derecha que luchan contra una supuesta dictadura de pensamiento progre, son insistentemente eficaces. Se han apresurado a comparar las protestas legítimas de colectivos antirracistas y trans contra la elección de la escritora para el pregón, con las decisiones de algunas concejalías de cultura gobernadas por la derecha de desprogramar algunas obras y películas.

Lo primero que diremos es que Najat El Hachmi tiene derecho a verter sus opiniones transfóbicas e islamófobas, legítimamente, ya que vivimos en un estado democrático de derecho y la libertad de expresión es para todas. De hecho, tiene muchas plataformas para hacerlo y nunca se le ha negado la oportunidad.

Es interesada está comparación, porque lo que se desea instaurar desde el poder en las concejalías de cultura de VOX, luego pretende llevarse a la educación en la autonomías y replicar lo que se está haciendo desde el conservadurismo en los Estados Unidos.

Najat El Hachmi es parte de este juego, ya que se está dejando utilizar para este objetivo. Está ayudando a legitimar la expulsión de una parte de la sociedad de la cultura y la diversidad. Está expulsión se va a hacer desde el poder.

Ella ha decidido ponerse del lado de aquellos que aplauden sus ideas, pero que si no fuera una escritora de renombre, y simplemente fuera una limpiadora nacida en marruecos, la escupirían a la cara.

Najat El Hachmi dará el pregón a pesar de la críticas. Igual que Pablo Motos sigue estando en la televisión, contando chistes machistas y homófobos y que Iker Jiménez sigue invitando a nazis a sus programas. Porque la crítica legítima a lo que llaman censura woke, es solo opinión y libertad de expresión, y es con ello con lo que quieren acabar. Con la nuestra.

No podemos permitirlo.

Afroféminas


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