Siento que mi afán de escribirlo todo, me viene precisamente de la necesidad de recordar sus innumerables cuentos y vivencias, especialmente de sus antepasadas, porque el género femenino era el centro de sus conversaciones: las madres, las abuelas, las parteras, las matas, las hierbas, las fieras, las lágrimas, la vida, la muerte, la maldad, la bondad, la flojera, las hermanas, todo acompañado de una frase firme y permanentemente repetida, “somos la semilla y la mata, los hombres nacieron para regarnos a nuestro antojo” sin comprender su significado, me divertía poniéndole música a esas palabras, imitando su postura con las manos en la cintura, bailando cuando las repetía.