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jueves, marzo 28

La larga lucha de los jugadores de la NBA contra el racismo

La pasada edición de la NBA, paralizada por el inicio de la pandemia mundial provocada por la Covid-19, se reinició y concluyó en verano, y, si por algo estuvo marcada, además de las medidas sanitarias, es por el apoyo de los jugadores, los equipos y la organización, en general, al movimiento Black Lives Matter, que, a raíz de la muerte de George Floyd el 25 de mayo de 2020, tomó gran relevancia a nivel nacional y mundial en la lucha contra el racismo.

Los jugadores y equipos se han mostrado como altavoces del movimiento Black Lives Matter tanto en Estados Unidos como fuera de él, pero, ¿cuál es la situación dentro de la liga más famosa de baloncesto? ¿Hay racismo en un deporte donde el 80% de los jugadores son de piel negra? Analizamos la historia de la NBA y los casos que mayor repercusión han tenido y han colaborado en que hoy la liga se revele más que nunca contra los ataques racistas.

Los jugadores se han comprometido con el movimiento Black Lives Matter tras la muerte de George Floyd y así lo manifiestan arrodillándose mientras escuchan el himno de EE.UU. Fuente: Reuters

El pasado 26 de agosto se vivía un nuevo episodio de violencia racista, cuando Jacob Blake recibía, en Kenosha (Wisconsin), siete disparos por la espalda, mientras se montaba en su coche, tras una disputa doméstica. Esto provocó que, seguidamente, los Milwuakee Bucks, el equipo del estado, se negara a jugar ante los Orlando Magic en los playoffs de la NBA. “Estamos cansados de los asesinatos y la injusticia”, declaró en ese momento el escolta de los Bucks, George Hill. Además, poco después, un joven de 17 años, blanco y relacionado con grupos supremacistas mató a dos manifestantes y se fue silbando, mientras la policía le espetaba un “agradecemos lo que hacéis”, lo que no hizo sino incendiar las protestas.

Tanta repercusión tuvo el boicot que estuvo a punto de paralizarse la competición. Sin embargo, después de una larga jornada de debate se decidió proseguir, aunque el club manifestaría su posición en la cancha. Tras el boicot de los Bucks ante Orlando, el vicepresidente del equipo, Alex Lasry, escribió en Twitter: “Algunas cosas son más importantes que el baloncesto La posición adoptada hoy por los jugadores muestra que estamos hartos. Suficiente es suficiente. El cambio debe ocurrir. Estoy increíblemente orgulloso de nuestros muchachos y respaldamos al 100% a nuestros jugadores. Listo para ayudar y lograr un cambio real”.

La organización, a su vez, lanzaba este mensaje al respecto: “NBA y la Asociación Nacional de Jugadores de Baloncesto (NBPA) acordaron una serie de mensajes de justicia social que los jugadores podían portar en la parte posterior de sus camisetas en lugar de los habituales apellidos”, en su compromiso con la lucha por la igualdad racial.

Los propios jugadores afrodescendientes son conscientes de que, aunque hoy el número de jugadores de piel negra es muy alto, han tenido que hacer frente a muchos más obstáculos que los baloncestistas blancos. “Cuando te levantas y eres negro sabes que por cada paso que dé cualquiera tú tienes que dar cinco más. Sabes que tienes que recorrer diez yardas más para llegar a donde quieres llegar”, señalaba LeBron James al respecto.

Otra leyenda que ha sufrido y se ha alzado contra el racismo es el ya retirado Bill Russell, que confesó que, al mudarse a Reading, un pueblo de ascendencia católico-irlandés, vivió una auténtico infierno únicamente por ser negro. Tenía problemas para comprar una casa, sufrió numerosos actos vandálicos, incluso un asalto a su casa en el que destrozaron sus trofeos y llegaron a defecar en su cama.

Además, en 1960, el entonces jugador de los Boston Celtics fue a Carolina del Norte a disputar un partido. Allí, la plantilla tuvo que alojarse separada en dos hoteles distintos: uno para los jugadores negros y otro para los blancos. Al año siguiente, harto de toda esta situación, efectuó el primer boicot de un partido NBA. Boston Celtics y St Louis Hawks se enfrentaban en Lexington, en Kentucky, y en el hotel donde se alojaron les indicaron que no servían a gente negra. Cuando Bill Russell se enteró y no tardó en comprar los billetes de vuelta a Boston. Ni él ni ninguno de sus compañeros negros jugarían el partido. A la protesta se unió también Cleo Hill, de St Louis Hawks, y el partido se realizó exclusivamente con jugadores blancos. Por esta rebelión, Hill, por ejemplo, sufrió el vacío de sus compañeros hasta que salió de la liga. Russell, sin embargo, mantuvo siempre su activismo, marcado por el día en que presenció, tras la Marcha de Washington, cómo Martin Luther King pronunciaba su célebre frase “I Have a Dream”.

Un hombre en traje con la mano en la cara

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Bill Russell fue el primer jugador en boicotear un partido tras un acto racista y todo un pionero en la lucha por la igualdad racial dentro de la liga de la NBA. Fuente: Danny Moloshok/REUTERS

Algunas décadas después, en 1991, Rodney King, en libertad condicional, recibió una paliza por cuatro policías que luego fueron exonerados, solo por ser negro. Hubo numerosas protestas que dejaron, a su vez, decenas de muertos y centenares de heridos en California. En la NBA, Craig Hodges, jugador de los Bulls, pidió entonces a Michael Jordan y Magic Johnson que boicotearan el primer partido de la final, como modo de rechazar lo ocurrido. “Intenté que ambos equipos boicotearan el primer partido de las Finales de 1991 (…) Mis compañeros de equipo y los jugadores de los Lakers pensaron que un boicot era demasiado extremo”, así lo cuenta Hodges en su libro Tiro de larga distancia, que causó gran polémica después de su marcha de la NBA. El año pasado, el propio Jordan se comprometía, sin embargo, a donar 100 millones de dólares durante 10 años a organizaciones que fomenten la igualdad y justicia social y racial, por lo que deducimos que algo ha cambiado en el 6 veces campeón del anillo con los Chicago Bulls.

Pero no concluyó ahí la cosa. Cuando el equipo gana el anillo en 1992, visitaron al entonces presidente del Gobierno de Estados Unidos, George Bush, en la Casa Blanca. Allí, Hodges fue vestido con un dashiki blanco, un atuendo africano, y entregó al presidente una carta en la que le pedía mayores medidas “para frenar el racismo estructural del país”. Tras ello, el equipo decidió no renovar su contrato y ningún equipo de la NBA se interesó por él. Solo por clamar lo que consideraba y era justo.

Otros boicots famosos han ocurrido en la última década. Así, en 2012 los Miami Heat posaron para una foto con capuchas negras para reivindicar a Trayvon Martin, un adolescente asesinado porque a un vigilante le pareció sospechoso ver a una personas negra vestida así durante la noche. En 2014, Derrick Rose acudió al calentamiento de los Bulls-Warriors con una camiseta que rezaba ‘I can’t breathe’ por el asesinato de Eric Garner, estrangulado por un agente de policía, que luego fue también exculpado. Lo que no hace si no recordarnos lo importante que es cambiar las leyes que protegen a la policía ante hechos tan terribles, como la llamada Ley George Floyd, que actualmente se debate en el Senado.


La NBA en La Tienda de Afroféminas



Más adelante, en 2016, era Colin Kaepernick, jugador de la NFL, quien se arrodillaba mientras sonaba el himno de Estados Unidos porque, según él, “No voy a ponerme de pie para mostrar orgullo por una bandera de un país que oprime a los negros y las personas de color”. Algo similar le ocurrió a LeBron James, que llegó a pedir la cancelación de la NBA tras el boicot de los Bucks el pasado verano. Esta estrella del baloncesto, el 31 mayo de 2017, a punto de jugar el primer partido de las Finales de la NBA ante los Golden State Warriors, encontró pintadas ofensivas en su mansión de Los Ángeles, entre las que se podía leer la palabra nigger, una forma despectiva de referirse a los afroestadounidenses.

Pero el racismo también se ha vivido desde dentro con casos como el de Donald Sterling, dueño de los Clippers, que en 2014 fue pillado enviando a su pareja, de piel negra y latina, este mensaje: “Me molesta mucho que tengas que retransmitir a todo el mundo que te relacionas con gente negra, ¿tienes que hacerlo?”. Y este mismo año, Meyers Leonard, pívot de los Miami Heat, fue apartado del equipo y ha perdido todos sus patrocinadores por emitir insultos racistas y antisemitas mientras realizaba un directo de Call of Duty: Warzone.

De hecho, en la actualidad destacan las denuncias de Rui Hachimura y su hermano Aren. El primero es jugador de los Washington Wizards, tiene 23 años y nació en la Prefectura de Toyama en Japón, pero tiene ascendencia también beninesa. El jugador se ha quejado en redes del odio que recibe por “no ser estadounidense y por sus rasgos asiáticos”, mientras que su hermano hacía lo propio porque juega en el equipo Sun Rockers Shibuya de Japón, donde sus rasgos afrodescendientes han sido duramente atacados por voces llenas de odio y racismo.

Un jugador de baloncesto

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En 2014, Derrick Rose acudió al calentamiento de un Bulls-Warriors con una camiseta que rezaba ‘I can’t breathe’, lo que alentó a otros compañeros a colocar mensajes reivindicativos en sus camisetas. Fuente: El Salto

Por su parte, Jeremy Lin, campeón de la NBA en 2019 con Toronto Raptors y actualmente jugador de los Santa Cruz Warriors, denunciaba recientemente que estaba harto de que lo llamaran “coronavirus” por su origen asiático. “Algo está cambiando en esta generación de asiáticos americanos. Estamos cansados de que nos digan que no experimentamos racismo, estamos cansados de agachar la cabeza y no decir nada. Nos agotamos de que los niños asiáticos crezcan y se les pregunte de dónde son ‘realmente’, de que se burlen de nuestros ojos, de que nos consideren exóticos o que nos digan que somos inherentemente poco atractivos”, afirmó sobre ello.

El boicot iniciado por los Bucks y los jugadores de la NBA se ha trasladado también a otros deportes y ligas profesionales. Por ejemplo, la WNBA, la liga femenina, suspendió tres partidos, y en la Liga de Béisbol los Milwaukee Brewers acordaron con los Cincinatti Reds no disputar un encuentro como protesta.

La NBA rompió la barrera racial cuando en 1950 los Celtics de Walter Brown, contratan a Chuck Cooper, el primer afroestadounidense drafteado en la NBA. Más tarde, en 1964, este equipo jugó por primera vez con un quinteto totalmente negro. Y también fue el primer club en tener un entrenador afrodescendiente, el propio Bill Russell. Tendremos, no obstante, que esperar a 2003, para ver cómo Robert Johnson se convertía en el primer afroestadounidense en ser dueño mayoritario de una franquicia NBA, cuando crea los Charlotte Bobcat, que hoy es propiedad de Michael Jordan.

Pero no solo se trata esta de una protesta amparada en el sentido ético de la liga de baloncesto o los equipos participante, luchar contra el racismo parece que es un negocio que sale rentable. “Solo en 2019, las franquicias de la NBA generaron más de 7.000 millones de euros en ingresos, todo un récord”, según la revista Forbes, y se achaca que uno de los motivos fue su alta implicación en cuestiones sociales. 

Hoy las reivindicaciones han estado presentes en cada partido desde el pasado 31 de julio: mensajes en las camisetas, el nombre de Black Lives Matter en las pistas y la rodilla en el suelo de los jugadores mientras suena el himno de EE.UU., entre otras acciones. Esperamos que algún día ninguna de ellas sea necesaria porque habremos conseguido verdadera equidad racial.

Natalia Ruiz-González

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