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viernes, marzo 29

Heroínas silenciadas por la historia: el caso de Casilda Cundumí

Casilda Cundumí Dembelé, más conocida como la negra Casilda, nace en el año 1823 en Malí y muere en 1945 en Palmira, en el Valle de Colombia, y se la presupone ser una gran líder de la liberación negra en el país sudamericano. Aunque han circulado varias incertidumbres en relación con su real existencia, entre otras muchas cosas por su longevidad, ¿no es acaso verdad que la historia está plagada de Casildas que han sido silenciadas a través de los siglos por ser mujeres y por su raza? Hoy nos proponemos recuperar su historia como forma de devolver la voz a heroínas como ella.

Se cree que llegó junto a su padre, cuando aún era muy niña, en un barco negrero procedente de África Occidental, a Cartagena de Indias, que se había convertido en ese momento, por sus condiciones geográficas, en el principal puerto caribeño en la trata de esclavos.

Una vez allí, fue separada de su padre y vendida junto a otros hombres y mujeres al comerciante español Pedro González, quien, a su vez, la revendió para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar en el Valle de Palmira, a más de 900 km al sur de Cartagena.

Estuvo esclavizada en aquellas tierras hasta 1840 cuando se fugó a las montañas entre Cerrito y Palmira, en el actual corregimiento de los Ceibos, con 45 cimarrones más, con los que organizó un palenque liderado por ella misma. Los palenques eran asentamientos de las personas esclavizadas fugitivas que comenzaron a configurarse en el periodo colonial como sociedades alternativas y continuaron creándose hasta bien entrado el siglo XIX. Son especialmente conocidos el palenque de San Basilio en la provincia de Cartagena y el de El Castigo en Popayán. 

Una vez establecida en lugar seguro, Casilda no detuvo su lucha y comenzó a promover la fuga de otros esclavos durante al menos dos décadas, pues, aunque el 21 de mayo de 1851 se aprueba la abolición de la esclavitud en Colombia, esta no se hace efectiva en todos los territorios por igual y perdura durante bastante tiempo en el Valle del Cauca. Hubo varios intentos por los esclavistas de acceder al palenque y recapturar a quienes se habían liberado, pero estos resistieron con coraje y tesón, a pesar de las fuertes medidas en su contra.

En una ocasión Casilda llegó a ser capturada y dispuesta para la ejecución, con el fin de parar la incitación que ella y los otros cimarrones realizaban sin parar. No obstante, sus conocimientos en magia la ayudaron a liberarse del yugo esclavista una vez más. Y es que Casilda también era conocida en el palenque por sus conocimientos de magia y hierbas medicinales, con las que curaba, especialmente las picaduras de serpientes y otras alimañas.

Imagen en blanco y negro de una persona

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Casilda era una mujer guerrera, de fuertes convicciones y arraigada en las creencias de su pueblo, a pesar de lo joven que era cuando cae víctima de la trata transatlántica.

Su devoción por los dioses africanos la llevaron a rechazar cualquier idea de convertirse al catolicismo, ya que identificaba esta religión con sus verdugos y esclavizadores. Esta idea se refuerza aún más cuando se reencuentra con su padre, que era hougan o sacerdote vudú.

Pero Casilda también se formó y aprendió a leer y escribir cuando vivía con un criollo, padre de sus primeros cinco hijos. Este la ayudó en la causa, haciendo a menudo de intermediario para que las personas cautivas de varias haciendas se fugaran. Parece que esto le valió el fusilamiento en 1857 en la actual Plaza de Bolívar en Palmira, acusado de traición y conspiración. Pero ni siquiera eso detuvo a la joven, que llegó a infiltrarse de nuevo como esclava para facilitar la huida de otros. Allí proporcionó a las personas esclavizadas –trabajadores de las plantaciones y empleadas domésticas– un polvo tóxico para que al final de la jornada se lo echaran a todo blanco que vieran y así poder escapar.

Con todo, llegó el 14 de febrero 1862, momento en que Casilda y alrededor de 200 fugitivos negros, mulatos e indígenas –víctimas también de la explotación blanca– se enfrentaron al ejército y vencieron en su lucha por la libertad. Aunque es verdad que los militares los duplicaban en número, debemos considerar que Colombia durante todo el siglo se encuentra en una situación de gran inestabilidad política y militar, pues no llegaba a alcanzar ningún gobierno verdaderamente estable, mientras se dividía territorialmente y se enfrentaba en continuas luchas civiles. Y, por eso, por suerte, el gobierno no estaba en disposición de un gran poder militar para responder a las rebeliones.

Todos los hechos que hemos narrado son suficientes para considerar que estamos ante un personaje que presenta el carácter valiente y guerrero de las mujeres, que no agacha la cabeza ni se deja humillar, legado que heredó a quienes la conocieron y a su amplia familia durante toda su vida, así como la importancia de preservar la identidad afro en la música, la gastronomía o las prácticas religiosas, por ejemplo. Es muy probable que en su espíritu indómito influyera haber conocido las acciones libertarias del líder negro Benkos Biohó en Cartagena de Indias en el siglo XVII, el cual fundó, precisamente, el palenque de San Basilio que antes nombrábamos.

Casilda muere en octubre de 1945 en Palmira, Valle del Cauca, y no llegó a ser enterrada en un cementerio porque los blancos, motivados por costumbres y creencias religiosas, consideraron que no era digna de ello, al ser una rebelde y, posiblemente, también por ser negra.

¿Es verdad la historia de Casilda o solo una leyenda?

Todo lo que hemos narrado se ha puesto en cuestionamiento por la falta de evidencias históricas más exactas sobre su existencia, pero, aún con luces y sombras, sabemos que toda leyenda tiene algo de realidad y que la historia de Casilda es ejemplo para numerosos afrodescendientes colombianos y en combate continuo contra la discriminación y el racismo en el país. 

Entre las razones que dan algunos historiadores, como Felipe Arias Escobar, que ha tratado de desmentir la historia catalogándola como “un cuento que solo existe en Facebook”, se encuentran ciertas incoherencias que tienen que ver con la edad a la que murió Casilda, la foto con la que se la ha asociado que, según él, data de 1870 y fue hecha a una persona esclavizada afrobrasileña; el hecho de que se indique su país de nacimiento como Malí, cuando no existía aún como país en el siglo XIX o que el comercio esclavista fuera prohibido en Colombia en 1825. Pero sabemos que la abolición de la trata no supuso el fin efectivo del comercio con personas, solo su prohibición, y haya vivido 120 años u 80 nada resta el valor y el coraje de mujeres que, como Casilda, lucharon por romper las cadenas de la esclavitud, como también hiciera en Estados Unidos Harriet Tubman.

Asimismo, parece que sí que hubo una fuga masiva de personas esclavizadas en las minas y haciendas de la región donde se cree que vivió Casilda, sobre todo tras la aprobación en 1839 de la libertad de vientres, por la que los hijos de una mujer esclavizada no heredaban desde el nacimiento esta condición. 

Nos parece, además, mucho más importante la repercusión social que manifiesta conocer historias como la suya. Así, por ejemplo, destacamos la producción efectuada por Derby Arboleda, en 2018, sobre la vida de la heroína, porque, en palabras de él, existe “la necesidad de contar sobre nuestra presencia en este país y continente”.

Teaser de la película Casilda. Grito de libertad de Derby Arboleda

Además, el grupo Tromboranga compuso La negra Casilda, en homenaje a ella, en 2019; y el pasado verano Julieth Micolta publicaba su libro homónimo, La negra Casilda, como parte del colectivo de mujeres afrodescendientes Microsesiones Negras. Esta colombiana radicada en Chile decía durante su presentación: “Siempre vi La bella durmiente, Heidi, Alicia en el país de las maravillas, e, incluso, la fantástica historia de Ana de Tejas verdes. Ninguna se parecía a mí, todas tenían la piel clara, cabello lacio, eran de Europa y libres. Siempre me pregunté si las mujeres negras tenían historias heroicas. Cuando empiezo a profundizar en estas experiencias, me encuentro con Casilda y decido hacerle su propio cuento”. La historia se centra en el momento en que la joven Cundumí se libera y huye junto a un grupo de cimarrones para constituir su propio palenque.

Canción La negra Casilda de Tromboranga

Con más o menos incongruencias, lo que está claro es que la historia de Casilda, y la de tantas otras Casildas, ha estado aguardando en un cajón la oportunidad de ser contada y escuchada. Hoy hemos querido recordarla como muestra de la deuda que tiene la Historia con las mujeres, y con las mujeres racializadas, especialmente. 

Natalia Ruiz-González


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