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viernes, abril 19

Disputar las preguntas

Antes de que finalice el reivindicado mes de la mujer, es importante pensar algunas de las discusiones que históricamente han habido dentro del feminismo, pero que en el contexto del 8M se agitan, se profundizan, se retoman. Me gusta pensar que para eso sirven estas fechas: para no asumir que todas las respuestas están dadas, para entregarse al dilema, a la contradicción, a las incomodidades que supone ser activista, ser antipatriarcal, ser antirracista. 

DAWN OKORO, ROSHI , TÉCNICA MIXTA, 2018

Sabemos que el feminismo es, desde su fundación, un movimiento occidental y blanco… y también sabemos que ha sido necesaria mucha discusión para que la categoría de “mujer” se desuniversalice. Al respecto, mucho nos han dicho las islámicas, las negras, las indígenas, las trans, las gordas y las periféricas cada vez que cuestionaron dicha categoría para visibilizar cómo vivimos el feminismo las mujeres no hegemónicas. 

Así, la lucha antirracista dentro del movimiento feminista persiste, porque para el pensamiento colonial y su sistema dominante, las racializadas no eran mujeres, no eran humanas y mucho menos feministas. Las racializadas no eran sujetas de derecho como sí lo eran las mujeres blancas. Sabemos que importantes sufragistas, como Carrie Chapman Cat (1859-1947), veían en el voto femenino una posibilidad de fortalecer la supremacía blanca y de ninguna manera desmantelar las relaciones de poder que existían entre mujeres blancas y mujeres racializadas. Hoy en día persiste un feminismo carcelario, un feminismo trans-excluyente, un feminismo que disfrazado de empoderamiento, se apropia de las identidades de las culturas no dominantes. La discusión antirracista, como muchas otras, todavía tiene vigencia. 

Sabemos también que el feminismo no es la única manera de ser antipatriarcal y que muchas mujeres se han posicionado políticamente en contra de las opresiones de género sin haberse llamado feministas, precisamente porque no se han sentido convocadas por el feminismo hegemónico. Aún así, maestras como María Lugones, bell hooks y Oyèrónkẹ Oyěwùmí, por nombrar solo algunas, han venido a disputar el término para descolonizarlo… para pensar en otro feminismo, en otros cuerpos y en otras latitudes, pero hoy en día ¿cómo se vive esa otredad? ¿cómo las feministas negras, caribeñas, latinas responden a la mujeridad?

Desde República Dominicana y a propósito del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el Colectivo Feminista Antirracista y Decolonial Junta de Prietas, publicó en su cuenta de Instagram un video de su performance que lleva por título la indeleble pregunta de Sojourner Truth: ¿Acaso no soy una mujer?. Bajo la dirección teatral de Isabel Spencer, de Colectivo Maleducadas, y a través del lente de Joannè Gòmez, la Junta de Prietas trae de nuevo la pregunta ¿son mujeres las negras? ¿reconoce el feminismo las perspectivas de mujeres no normativas?

En un video de primeros planos que encierran la gestualidad irreverente de Agatha Jamine, Alicia Méndez, Isis Amador, Johanna Agustín, Fátima González, Ruth C. y Yuderkys Espinosa, cada una agita con insolencia pequeñas telas que recuerdan la parafernalia del pañuelo morado, símbolo del feminismo hegemónico. De pie frente a cámara nos recuerdan que:

  • ¿Acaso son mujeres sólo aquellas cultas, estudiosas y conocedoras del mundo? Cuando hablamos de mujeres estudiosas ¿a qué conocimiento nos referimos? ¿Legitimamos otra producción de saberes que no sea la blanca, académica y occidental? ¿Realmente nos preguntamos cuáles mujeres pueden acceder a esas esferas del conocimiento?
  • El feminismo será antirracista o no será, dicen todas las pancartas… Pero ¿qué prácticas establecemos más allá de mencionar la interseccionalidad? ¿Por qué cuando una mujer blanca habla de interseccionalidad con tono incluyente, está deconstruyendo su privilegio; pero cuando una mujer negra menciona las opresiones del feminismo, está dividiendo el movimiento? ¿Estamos en efecto relacionándonos antirracistamente? 
  • ¿En qué consiste la feminidad? ¿Cómo se encarna? ¿Es la biología la que decide por nosotras? Dice la Junta de Prietas las muertas de hambre ¿no somos mujeres?… Entonces ¿Sólo las damas son mujeres? ¿Pueden las negras tercermundistas ser damas? ¿Quieren las negras tercermundistas ser damas? Y por supuesto ¿acaso las que nacen con pene, no son mujeres?
  • Honrar la ancestralidad, la memoria y la comunidad es otra forma de hacer historia. El feminismo empoderado e individualista no es la respuesta para las que buscamos tejer otras narrativas, salir del fantasma de la productividad y del pensamiento binario ¿Cómo reivindicar, en palabras de la Junta de Prietas, nuestra historia no contada?

En esta performance, Junta de Prietas acuerpa muy contundentemente tensiones y críticas históricas por las cuales muchas personas nunca han pisado el feminismo, mientras que otras que sí han sido feministas, hoy no lo son. 

Desde mi subjetividad disfruto pensar que el feminismo sigue siendo un camino por el cual podemos transitar las mujeres de la otredad, gracias al trabajo de nuestras maestras, gracias a mis amigas con las que comparto y reflexiono diariamente, gracias a las migrantes que deconstruyen la pertenencia. Sin embargo, no he venido a defender el feminismo abanderadamente, por el contrario, he venido a pensar en lo que significa mantener vigentes las discusiones y disputarse ciertos terrenos, no para ser incluidas, sino para que la inclusión no siga siendo necesaria. El feminismo no puede ser algo que no nos cuestionemos, no puede ser una imposición, no puede vivirse con instrucciones ni actitudes supuestamente merecedoras del título. El feminismo no puede ser intocable ni sagrado. El feminismo no debe generarnos idolatrías pero tampoco arruinarnos la vida, como muchas rezan. Pienso que el feminismo debe ser ese espacio al que acudimos para deconstruirnos en función de construir formas de sentipensar que no estén basadas en relaciones de poder ni en conductas punitivas. El feminismo puede ser un espacio para abrazar nuestras contradicciones, para imaginar las realidades que queremos e intentar levantarlas, pero más importante que eso, el feminismo debe seguir siendo un punto de partida para discutir, problematizar y denunciar, dentro o fuera de él. 

La performance de la Junta de Prietas me deja claro que más allá de llamarnos o no feministas, por lo que debemos trabajar, es por acuerparnos, por participar en la discusión, por disputarse los términos, porque lo que no se nombra, no existe. 


Mariana Álvarez Castillo

Feminista decolonial, diaspórica y caribeña. Licenciada en Artes por la Universidad Central de Venezuela y Magíster en Estudios de la Imagen por la Universidad Alberto Hurtado de Chile. Actualmente Productora Audiovisual en Ciudad de México. 

Imstagram @desvariotropical



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