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jueves, abril 18

Cesária Evora y la tierra de la nostalgia

Después de tanto tiempo me encuentro delante del ordenador con el propósito de escribir un nuevo artículo que me obligue a desvelarme en otra espiral de desconciertos. Este artículo ha surgido a raíz de una obsesión con una artista caboverdiana que dedicó su vida a la música de la morna, un género popular que nace de la pasión hacía lo criollo de las tierras lusoafricanas; la genuina voz de Cesária Evora es la cereza del pastel ya que transmitió en sus canciones el espíritu insular por todo el Atlántico. Aunque parece muy interesante hablar sobre la etnomúsica, no me encuentro aquí para teorizar sobre ello, más bien, quiero hacer una reflexión sobre la situación actual en la que nos encontramos detenidos y no comprendemos absolutamente nada porque los muros sustanciales se han desvanecido con la rudeza de la inexactitud.

El mundo que conocíamos se desmorona a pedazos, nos damos contra las paredes de un claustro oscuro y sin salida porque estamos a ciegas… en estos momentos todos tenemos una melodía que define nuestra añoranza y nos devuelve a una dimensión paralela, un recuerdo escondido en la mente que no pensamos encontrar. Todos nos identificamos con una situación así porque somos frágiles y tenemos un lugar recóndito al que regresar cuando estamos atrapados en el miedo. Cesária entona en su música la emoción de la nostalgia, la tristeza, el amor que invade su ser al conectarse con sus raíces y es que el poder de la pasión hace que creemos un universo alternativo para mantenernos a salvo que va de la mano de la aflicción de la lejanía. Debemos entender que como seres humanos las lágrimas no son solo pena, el llanto es una forma de resiliencia que nos libera desde adentro y acciona la válvula de la catarsis. Éramos una sociedad en una mar tempestuosa creyendo en la ilusión del control y del conocimiento perpetuo; nos proyectábamos en el futuro olvidando el instante porque era nuestra forma de vivir la realidad. No obstante, ahora la balanza se ha tornado hacia otro tiempo: el pasado.

Escuchar algo desde lo profundo del ser, del ánima hace que rememoremos lugares, personas, hace que nos enlacemos con quienes éramos cuando no teníamos las mismas preocupaciones; la «sodade» te hace reencontrarte, c’est la vie qui nous parle doucement para que comprendamos que no es malo aquel «caminho longe» sino maestro. Si en algún momento volvemos a caer en la tentación de la certidumbre debemos galopar por las llanuras «dessa minha terra», la tierra de los pensamientos donde algunas veces será el nirvana y otras el mismo infierno.  

Para acabar este pequeño y poético artículo me gustaría decir que muchas veces hace falta desorientarse para levantarnos con los pies descalzos, sentir el frío, sentirse vivo y volver a remarcar quienes somos más allá del sufrimiento, más allá de la partida y todos tenemos derecho a volver donde fuimos felices, donde hallamos el calor hogareño porque es ahí a donde pertenecemos. 

Como diría Césaria…

Sodade, sodade
Sodade dessa minha terra, São Nicolau
Sodade, sodade
Sodade dessa minha terra, São Nicolau…


Solange Luzuriaga

Estoy hecha de una cultura marina entre el pacífico andino y las tierras mediterráneas.Me gusta la «Bamba rebelde» de las CafeterasY creo en Ochún como en las nereidas.


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