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jueves, marzo 28

Mataron a mi hijx. Nadie dice nada, el estado no responde

Foto AFP

Una vez más, se abren heridas permanentes en los corazones de las madres colombianas, que hoy lloran a sus hijos y que piden justicia al país, pero ¿será que habrá justicia? 

La promesa de una paz estable y duradera en Colombia ha quedado en puro cuento, ha sido reemplazada por días sangrientos, por noches de llantos y por la incertidumbre de no saber si mañana la prensa anunciará una masacre más o si la muerte le va a tomar a uno mismo, desprevenido. Porque esas vidas, que ya no están, eran inocentes. No eran culpables de ser jóvenes colombianos, de ser líderes sociales colombianos, de ser mujeres colombianas.

Hoy veo, cómo muchxs son tan insensibles al dolor y a las pérdidas que estás madres y familias están padeciendo. Nuestra Colombia de amarillo, azul y rojo nos está haciendo normalizar estás masacres, porque nos estamos haciendo lxs vista gorda frente a lo que está aconteciendo, porque ya, nos estamos olvidando o nos hemos olvidado? Que el respeto a la vida debe existir, aquí, donde la madres lloran desde hace 7 meses, 4 años, 9 años, una semana? Y  todavía no se ve ningún horizonte, y todavía casi nadie dice nada, y todavía la gente le grita al gobierno que quiere paz.

 Las madres, familias y niñxs recordarán a la patria colombiana, como esa nación que le arrebató a sus seres queridos. La recordaran como ese lugar donde la guerra no cesa. La van a recordar, siempre, como ese territorio, en el cual debes huir de la muerte, de los encapuchados, de las bombas, de los fusiles, porque aquí, las aguas del dolor parecen no reposar nunca.

 ¿Hacia dónde se fue la no repetición? ¿Por qué todxs bailamos, si Colombia está de luto? ¿Por qué no nos unimos, si a los jóvenes los están matando? ¿Por qué no decimos nada? ¿Acaso no somos un país solidario? ¿Acaso no sentimos,  son nuestros hermanxs? ¿Acaso no somos un pueblo?

Colombia es un país donde por todo hay que luchar. El campesino lucha por la supervivencia en el campo, si una mina no lo descuartiza antes. Las madres afros temen que sus hijxs desaparezcan de la nada, y aparezcan al día siguiente con la sangre fría. Los indígenas luchan por sus tierras, por sus vidas que les son arrebatadas sin ninguna compasión. Estos son lxs olvidados por el estado, los desposeídos por un gobierno que es incapaz de ofrecer paz a estas comunidades. Estos llantos, estas voces, estas vidas llenas de desesperanzadas, de dolor y de profunda tristeza. Estos sucesos deben quedar en nuestra mente, en nuestra memoria individual, y deben dejar de ser vistos por las y los colombianos como simples acontecimientos, que pasan en el país, porque sí, y la expresión es solo “Pobre gente” mientras más personas inocentes siguen siendo asesinadas.

Hoy no alcanzo a comprender porque está pasando, lo que está pasando. Porque hoy, quizás, hemos retrocedido, y todxs estamos en contra de todxs. Despreciamos al pobre, al viejo, al desvalido. Y ya no importa si son niñxs, si son jóvenes, si son afros, si son indígenas, si son mujeres.

 ¿Desde cuándo dejó de importarnos? Si la vida es un derecho inviolable.


Betty Zambrano Zabaleta

Soy una mujer, negra, Afrocolombiana, Afrocaribeña y Afrobolivarence. Estudiante de comunicación social y periodismo.


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