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jueves, marzo 28

¿Es Buenos Aires una ciudad racista?

Hace 28 años que se conmemora el 25 de julio como día internacional de la mujer afrodescendiente, afro-latinoamericana y caribeña, en virtud del Primer Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, celebrado en Santo Domingo Republica Dominicana. Está efeméride en el contexto pandémico actual, nos invita a reflexionar sobre la situación de las mujeres afrodescendientes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En esta “nueva normalidad” que estamos atravesando, emergen a la superficie las distintas situaciones que evidencian las precariedades que conforman a las mujeres afrodescendientes, negras y pobres, es por ello, que bajo el marco que engalana la conmemoración del 25 de julio como día internacional de la mujer afrolatinoamericana y caribeña, enarbolamos la bandera de la lucha por la inclusión, por la justicia e igualdad para las mujeres afrodescendientes en la ciudad de Buenos Aires, y es por ello, que AFROFEMINAS, buscó las reflexiones de sus protagonistas, para preguntar: ¿Es Buenos Aires una ciudad racista?.

Cuando ponemos el foco en la discusión sobre si una ciudad es o no es racista, debemos evaluar cuales políticas públicas de integración social ha legislado, a su vez, evaluar cuales son las medidas antidiscriminación que posee esa ciudad.

Para Marcela Lorenzo Pérez, Buenos Aires es una ciudad racista, y justifica su respuesta de la siguiente manera “El racismo para quienes hemos crecido en esta urbe fue algo cotidiano. Crecimos en una ciudad que siempre se creyó blanca, en un país donde el discurso hegemónico no te aceptaba o no te acepta al día de hoy como ciudadano/a propio/a. Recuerdo que desde muy chica me querían tocar el cabello, porque según el imaginario colectivo tocarle el cabello a un negro trae buena suerte. Este tipo de creencia popular es enteramente racista”. A su vez agregó, “La escuela fue un lugar donde padecí mucho racismo por la segregación de mis compañeros. En la adolescencia cuando algún baboso se me acercaba y me acosaba a través de sus dichos o con solo la mirada, le decía a los gritos a mi mamá, ME VOY A PONER UNA REMERA QUE DIGA QUE NO SOY PUTA, constantemente vivo a la defensiva, porque para muchas personas soy exótica, y esta hipersexualización también es producto del racismo”.

Mientras que Louis Yupanqui activista afro y LGBTQ considera que Buenos Aires es racista porque se ha dedicado a invisibilizar la cultura afrodescendiente de la historia, la política y la cultura. “Como mujer trans no binaria me parece importante nombrar que las vivencias de las mujeres blancas no son las mismas que las  de otras mujeres, entonces el mes de la mujer afro es  importante  porque visibiliza, y promueve la conversación sobre lo que es ser una mujer o una feminidad afrodescendiente, en especial en un país como Argentina”.

La legislatura porteña en el 2012 sancionó la Ley N° 4.355 que instituye el 25 de julio como el “Día de la Mujer Afro” en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aun faltan políticas públicas que proporcionen la reivindicación y la visibilización de la mujer afro y todo su aporte cultural y social  en la ciudad porteña. Se necesita algo más que una efeméride, para combatir la discriminación racial, la violencia policial que reciben miembros de nuestra comunidad, y la exclusión social.

Para Louis esta ley es un logro importante, que le genera sentimientos encontrados, “Siento que es un logro en una comunidad que socialmente e históricamente ha sido invisibilizada y siento que es un paso una oportunidad que tiene el colectivo afro para seguir reivindicando su existencia y su resistencia”.

El covid-19 no solo ha desatado el miedo en la población, también nos ha demostrado que hacer una cuarentena también es un privilegio de clase, y que la población no blanca en Argentina se encuentra en una situación de extrema vulnerabilidad, que les impide vivir en una sociedad más igualitaria, mientras que la maquinaria de los medios de comunicación ayudan a perpetuar el racismo, haciendo programas de comedia donde utilizan el blackface como herramienta de estigmatización hacia toda una comunidad, como lo hicieron en el programa Polémica En El Bar de América TV, no es una señalamiento arbitrario, es una realidad.

Entre el 4 y 8 de mayo el Observatorio de Géneros y Políticas Públicas realizó un informe basado en una encuesta virtual en el marco del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) decretado en Argentina desde el día 20 de marzo de 2020 hasta la actualidad, con el objetivo de realizar un análisis interseccional del impacto del ASPO sobre la organización de la vida cotidiana respecto del trabajo productivo y reproductivo en la población residente en el AMBA. Datos sociodemográficos fundamentales como género, edad, lugar de residencia, máximo nivel de estudios alcanzados y tipo de contratación laboral permitieron construir una radiografía de los primeros 50 días de aislamiento. Se obtuvo una muestra compuesta por 75,1% de mujeres cis (1474 personas), 23,2% de varones cis (455 personas) y 1,8% (34 personas) identificadxs con otras identidades de género -entre las que prevalecen identidades no binarias, mujeres trans y lesbianas. Esta encuesta arrojó desde una perspectiva étnica, en el caso de la población negra o afro se observa un alto porcentaje de sensación de angustia (75,8%), y miedo (52,7%). Asimismo se notó que la pérdida de ingresos desde el inicio de la ASPO marcó de manera contundente que el 48,6% de la población afrodescendiente perdió absolutamente sus ingresos.

El colectivo de artistas afrofeministas KUKILE, nos comenta que consideran un acto de voluntad la celebración de la cultura afro, pero destacan que es necesario políticas públicas culturales que proporcionen espacio a creadoras afro, enunciando que “Un par de fechas al año que celebran prácticas artísticas y culturales de origen afro no son equiparables a la gran actividad artística de la Ciudad de Buenos Aires y no compensan la ausencia o la escasa presencia de les afrodescendientes el resto del año en los espacios de arte. Las personas afrodescendientes, son creadores y no sólo y únicamente cuando realizan prácticas de origen afro, sino que también comprendemos una experiencia individual tanto como colectiva en el arte. Es evidente que los espacios más estables, que tienen un poder de alcance, de apoyo, no pertenecen a las personas afro y/o originarias artistas, creadores de la cultura base de la región, entonces también es evidente que políticas de inclusión no son suficientes cuando estos grupos de personas no han accedido a la recuperación de espacios, a distribución de recursos y poder de producción que aseguren su presencia con regularidad”.

Este colectivo de artista propone que dentro de las políticas y programas del Estado, se haga una mejor distribución de recursos, preguntándose “¿Qué han hecho últimamente los programas dirigidos a la población afro para subsanar las dificultades de asistencia de la comunidad misma a estos programas aunque sean gratuitos?, ¿Cuáles son los recursos que ofrecen estos programas a les trabajadores que van a sostener estos espacios? No los suficientes. ¿Por qué estos lugares que se nos ofrecen tienen esta precarización sabiendo que otros espacios públicos de arte y cultura cuentan con mejores recursos pero no somos ubicados allí en estos? El desarrollo debe ser integral, no podemos desde la pobreza sostener lugares de arte y cultura que necesitan de recursos. No se puede seguir pidiendo a artistas y creadores sostener lugares “de onda” y más si estos lugares representan a la institución del Estado”.

Las mujeres AFRO dentro del movimiento feminista ARGENTINO, venimos batallando por la inclusión porque hasta en estos espacios históricamente integrales se nos ha excluido, cuando tomamos en cuenta la integración de los talleres afro dentro del encuentro nacional de mujeres, podemos ver claramente que nuestra participación es relativamente nueva, un evento que se realiza desde el año 1986, que haya permitido la participación del feminismo negro recién en el 2016 es una clara evidencia de lo que la naturalización del racismo puede lograr, pero a su vez, es una ejemplificación de lo que el colectivo de mujeres negras puede lograr.

A usted querido lector le pido que se haga la misma pregunta que detonó este articulo, ¿Es Buenos Aires una ciudad racista?.


Melina Schweizer

Periodista Dominico-Argentina, ciudadana y libre pensandora


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