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viernes, marzo 29

Victim Blaming y la cultura de la violación

Cuando las personas adoptan la idea de que el mundo es un lugar justo y que las injusticias solo les ocurren a las personas que se lo merecen, se acaban justificando las injusticias y las atrocidades que pasan en nuestras sociedades. Y se da lugar así al victim blaming, una de las consecuencias de esa hipótesis del “mundo justo”, que se crea para reasegurarnos de que las cosas malas que pasan solo les pasa a los que se lo merecen, por que “el mundo es un lugar justo”. Y así convencernos de que nunca nos pasaría esas cosas.

Por ejemplo, personas que son víctimas de police profiling y reciben comentarios como “seguro que algo hiciste”, “tenías apariencia de criminal”, o sobrevivientes de violaciones a los que les dicen que “tu vestido era muy corto”, “¿por que ibas sola?” o “¿por que no te resististe más?”. 

El victim-blaming se puede aplicar tanto en casos de delitos como en caso de abusos, injusticias sociales, etc. No hay una limitación a este hecho por categoría ni por nivel de gravedad. Y las personas pueden participar en este hecho, directamente otorgándole la culpa a la víctima o de forma indirecta, sugiriendo que podría haber hecho las cosas de diferente manera para no haber resultado víctima de la situación. 

Este fenómeno no solo es un resultado de una concepción idealista del mundo, sino también de un sistema de creencia de causa-efecto que desplaza del centro de cuestionamiento al perpetrador/violador, para colocar a la víctima. Centrando así la culpa en la víctima, en vez de en el culpable. Y cuestionándose la forma de vestir, de maquillarse, la compañía o la horas en las que estaba en la calle, de la superviviente en vez de cuestionarse la conducta y la brutalidad del violador. 

La normalización de la dominación del hombre sobre otras corporeidades, de la violencia y de la agresión sexual y/o de la violencia de género, mediante anuncios publicitarios, juegos de dominación en la pornografía, la televisión, el cine, los chistes, etc., ha acabado promoviendo una cultura de la violación, de una forma tan sutil y tan constante que se ha llegado a interiorizar. Se hace que se tenga la creencia de que la violación es algo inevitable, y por lo tanto las mujeres han de buscar rutas de escape ante cada situación y pensar en todas las hipótesis y escenarios posibles para no caer en una situación de agresión sexual. Y los hombres acaban asumiendo que no pueden “evitar violar”, ya que se ha normalizado tanto esta agresión. 

Porque para ser sinceros, tanto el victim blaming como en la cultura de la violación (en la que se centra la mano acusadora en la sobreviviente y a la forma en la que iban vestidas o donde estaban), no se tiene en cuenta a las hermanas que llevan hiyab, o que llevaban vestidos largos cuando fueron violadas. Tampoco se tiene en cuenta a las mujeres que fueron violadas en sus casas, o en sus trabajos. Y definitivamente tampoco se tiene en cuenta a los menores, niños y niñas, de 2 años, 5 años, 10 años, que fueron violados incluso hasta la muerte. ¿Estos también tenían la culpa de lo ocurrido? ¿Acaso los pañales resultaban seductores? 

Dentro del victim blaming, también se encuentra el cuestionar la historia y el relato de las supervivientes, a corto o a largo plazo. Y al hacer esto lo que se les está diciendo es que su experiencia ha prescrito, que su dolor ya no es válido y que su vivencia no ha de ser considerada verdadera, ni su palabra, ya que el tiempo lo ha borrado. Es invalidar su trauma y minimizar las secuelas de estas. Porque además, no sólo se ejerce victim blaming cuando la violación ha sido forzada, sino también cuando se lleva a cabo mediante manipulación o engaños y se acaba soltando comentarios cómo “te has dejado enredar muy fácil” o “¿como te has podido dejar engañar así?”.

Por lo tanto, vemos que esta idea no es más que una forma de silenciar estas verdades, de desplazar culpas y reforzar la imagen del hombre en el patriarcado como dueño de las corporeidades que hay a sus alrededor. A la vez que se refuerza la imagen que se ha impuesto sobre las mujeres, sobre “cómo deben vestir y/o comportarse”. 

Da igual lo que queramos pensar, pero el mundo no es un lugar justo, y aunque se llegue a pensar que no se está participando en la cultura de la violación, cada vez que le dices a una mujer que “ese modelito enseña mucho”, o que “eso le pasa por ir sola”, o que “ese vestido es muy corto”, se participa de forma indirecta, ya que se asume que si acaba siendo agredida será por la forma en la que iba vestida.

Y para ser sinceros tanto el victim blaming, como la cultura de la violación son resultados de un sistema patriarcal en la que se entiende que la mujer debe de cumplir con un seguido de normativas para poder ser validada, y cuando rompe con esa normativa que ha sido socialmente establecida o cuando se desvía de esas regulaciones, se considera que es merecedora de todo lo negativo que recibe y que le pasa. Incluso en el caso de que no llegue a romper con esa normativa social, no se concibe al hombre como culpable o al menos no como culpable completamente de lo ocurrido, porque se le ha otorgado al varón esa imagen a su masculinidad de “dominador” y por lo tanto como que puede disponer del cuerpo de la mujer. Pero a ella se la culpabiliza, porque se considera que “ha provocado esa situación”, teniendo en cuenta la “naturaleza” de éste.

Una reflexión que debemos hacernos como sociedad es sobre el cómo acabar con esta cultura de la violación. No solo basta escribir sobre ello, sino que hay que ir más allá y crear una cultura del consentimiento (en la que si una persona te dice que no, es que no, su condición de embriaguez o el estado en el que se encuentre no revocan ese NO, e incluso cuando no puede decirte que no, asume el silencio como una negativa). Hay que deshacer la concepción que se tiene sobre la masculinidad, en la que para ser “masculino” y recibir esa verificación social, se ha de ser violento y “fuerte”. También se ha de dejar de culpar a las víctimas de lo que les ha pasado (porque el desequilibrio y la bestialidad de una persona no es culpa de la superviviente). Una violación es una violación, se ha de dejar de buscar excusas, a través de un análisis de lo que hizo la víctima antes, durante y/o después de la agresión, para justificar este hecho horrendo. Y hay que continuar enseñando que una mirada no es permiso ni consentimiento, ni lo es nuestro vestido ajustado, ni el hecho de que se acceda a una cita es consentimiento, ni el hecho de que esté borracha es un consentimiento.

En vez de enseñar a las mujeres mil y una formas de evitar violaciones, ¿porque no se enseña a los hombres a no violar? ¿Acaso es tan complicado? ¿Es tan complicado enseñar a los varones que no pueden disponer del cuerpo de una mujer cuando se les venga en gana?

Y por último señalar que al culpabilizar a las víctimas, se la revictimiza aún más y se desestima tanto su dolor como su experiencia y su trauma, haciéndolas inválidas y poniendo en cuestión la gravedad de lo ocurrido.


Favour Kelechi Ekaezunim

Madrid


1 comentario

  • El mundo es un lugar injusto en donde se culpa a las víctimas, así que intentemos mejorarlo. Las personas que no seguimos lo que el heteropatriarcado espera de nosotras tendríamos que estar más organizadas, tanto al menos como la gente conservadora, que se encuentra todos los fines de semana en sus diferentes templos. En torno a una nueva religión atea/agnóstica, feminista, antirracista y ecologista lo haríamos, y podríamos conseguir que se creasen comunidades autogestionadas en muchos lugares. En infinito5.home.blog escribo sobre ella.

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