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viernes, marzo 29

Harriet Tubman: Una Mujer Llamada Moisés


Sabemos mucho de la gente que ayudó a huir a los judíos de la Alemania nazi o de los campos de concentración, pero poco se dice de otro genocidio de la historia: la esclavitud.

Harriet Tubman (nacida como Araminta Ross en 1820 y fallecida el 10 de marzo de 1913) fue una luchadora por la libertad de los afroamericanos durante la Guerra Civil estadounidense.

Nació en 1820 o 1821 (no se sabe con exactitud) en una plantación en Bucktown, Maryland, en una familia de esclavos. Sus padres eran Benjamin Ross y Harriet Greene Ross, un matrimonio que tuvo once hijos.

A los once años dejo de usar el nombre de Araminta y pasaría a usar el mismo que su madre, Harriet.

Con diez años empezó a trabajar en el campo, en las plantaciones de algodón, un trabajo muy duro y con jornadas de trabajo interminables. Un día mientras trabajaba oyó hablar por primera vez de algo llamado el Ferrocarril Subterráneo.



En una oscura noche del verano de 1849, con 29 años, decide escaparse de forma definitiva, guiándose únicamente por la Estrella Polar.

Siguiendo en ocasiones la ruta del ferrocarril, logró llegar a la llamada línea Mason-Dixon, que dividía el Sur esclavista y el Norte abolicionista.

Harriet era conocida por el sobrenombre de Moises, ya que igual que el profeta bíblico había conducido al pueblo judío desde la esclavitud en Egipto hacia la tierra prometida, ella conducía a los esclavos hacía la libertad.

Durante el resto de su vida presumió de que «nunca había perdido ni un solo pasajero».

Llegaron a ofrecer una recompensa de 40.000 dólares por capturarla viva o muerta.

Tras escapar de la esclavitud, realizó trece misiones de rescate en las que liberó a cerca de setenta esclavos utilizando la red antiesclavista conocida como ferrocarril subterráneo.

El Ferrocarril Subterráneo fue una red clandestina organizada en el siglo XIX en Estados Unidos para ayudar a los esclavos afroamericanos que se escapaban de las plantaciones (los llamados cimarrones).



Esta red estaba formada tanto por afroamericanos que habían sido esclavos como por activistas blancos simpatizantes del movimiento abolicionista.

El nombre de Ferrocarril Subterráneo viene por el hecho de que sus miembros utilizaban términos ferroviarios de modo metafórico para referirse a sus actividades. Por ejemplo, los «conductores» o «maquinistas» eran quienes ayudaban a los negros fugitivos en los propios estados esclavistas de Sur. Les proporcionaban disfraces, mapas, instrucciones sobre sitios para hospedarse y en ocasiones los acompañaban guiándoles durante el trayecto. Otros activistas establecían «estaciones» del ferrocarril, es decir, lugares (normalmente casas particulares) a donde los fugitivos llegaban y podían esconderse, comer, descansar, recibir asistencia médica, e información sobre la siguiente etapa del viaje. Los esclavos fugitivos eran los «pasajeros». Las rutas de escape se llamaban «carriles». La jefatura era la «Estación Central», y los estados del norte eran el «destino».

Harriet Tubman es sin duda la «conductora» más popular en la historia del Ferrocarril Subterráneo, y en su labor regresó hasta 19 veces al Sur para ayudar a escapar a cientos de esclavos. Los blancos esclavistas llegaron a ofrecer una recompensa de 40.000 dolares por capturarla viva o muerta, una cifra enorme para la época, pero pese a todo ella prosiguió su labor.



Activismo sufragista

Durante sus últimos años trabajó para promover la causa sufragista (reclamo del derecho a votar de las mujeres). En una ocasión una mujer blanca le preguntó a Tubman, si creía que las mujeres debían poder votar a lo que respondió: «He sufrido lo suficiente como para creerlo».

Tubman comenzó asistiendo a actos de organizaciones sufragistas y pronto empezó a trabajar con Susan B. Anthony y Emily Howland, dos grandes y reconocidas sufragistas. Viajó a Nueva York, Boston y Washington para dar discursos a favor del derecho al voto de las mujeres. En ellos describía sus propias acciones durante la Guerra Civil y utilizaba los sacrificios cometidos por mujeres en la historia moderna como evidencia de la igualdad entre hombres y mujeres. Cuando se fundó en 1886 la Federación Nacional de mujeres afroamericanas, Tubman pronunció el discurso de apertura.

Idaika Iglesias


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