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martes, marzo 19

Lo no correspondido

“Poco entendimiento y mucha explicación agota”

Una mujer negra encuentra adversidades a medida que va creciendo, y esto no significa que sólo las negritudes enfrentemos problemas pero sí significa que nunca fueron las misma adversidades que enfrentaron muchas a mí alrededor.

Había querido escribir de esto desde hace tiempo pero cada vez que me sentaba a hacerlo, era imposible plasmar todas las emociones. Cuando debatía al respecto del tema a continuación, me daba cuenta que mi experiencia era distinta, todos y todas nos habíamos enfrentado al rechazo en cualquier clase de situación que implique relacionarse pero la significancia de mis experiencia era distinta. Sabía que en algún punto, todas las mujeres negras habíamos quedado un paso atrás y no porque quisiéramos, como muchos suelen dar respuesta a “esta clase de conflictos”,  sabía que todas aquellas personas que nunca hemos sido “correspondidas” somos el resultado de unos cuantos a quienes les cuesta mucho aceptarnos como un igual. Puedo también, asegurar que la mayoría estamos exhaustas que cada interacción social se conviertan en un campo de batalla, convertirse en un agente prevenido, rígido, casi tieso, inundado de incertidumbre a la que alude en su mayoría a un resultado negativo porque no se recibe siempre lo bueno, lo mejor.

Una mujer negra encuentra adversidades a medida que va creciendo, y esto no significa que sólo las negritudes enfrentemos problemas pero sí significa que nunca fueron las misma adversidades que enfrentaron muchas a mí alrededor. En mi caso descubrí a muy corta edad de lo cruel que podían ser las personas, me encontré con un gigante monstruo que se llama racismo pero de cariño le dicen tradición o “lo bonito”. Me hallé distanciada de muchos porque simplemente no pertenecía y muchos no querían que perteneciera a lo que fuera que estuviesen conformando, afronté (a mi manera) toda clase de miradas y comentarios que ni siquiera entendía pero comprendía lo mal intencionadas que eran, provenían de seres tan inesperados que cada vez que sucedía sentía que el corazón se me iba partiendo pedacito a pedacito. Y así avance entre muchos altibajos cuando me ví enfrentada a un inexplorado lugar que resultó tan extraño como lacerante. Es aquí donde intervengo en el amplio y complicadísimo campo de las relaciones y si son sentimentales; vaya que me esperaba un doloroso camino.

Comencé a ver que todos esos monstruos se me juntaban para unírsele a uno peor, entré inexperta y sin mucha expectativa, pero salí con un sentimiento desgastante y desilusionante. Empecé a notar que mi raza determinaba un factor en cada relación que creaba, la connotación podía no verse de inmediato pero tarde o temprano salía a relucir; podía presentarse leve o también podía venir tamaño mundo, gigante, colosal. Fuera o no negro o negra la persona con la que entablara una relación la problemática era la misma. Parece que desde niña se me dijo que para muchos (o la mayoría) jamás sería vista como algo serio o importante, que tenía un rol a seguir y que de no interpretarlo muchos se confundirían, ¿pues adivinen qué? Nunca seguí el molde, pero en muchas circunstancias, interpretarlo fue la salida fácil.

La deshumanización que muchas enfrentamos radica en que no se nos ve como personas, se nos ve como un raza, generalmente inferior con la predecible característica de ser gracioso(a) o alegre todo el tiempo, las del cuerpazo “pal ratico” pero jamás para presentar frente a la familia, a las que nunca se les va a ver en una relación seria porque “por ahí no son las intenciones”, a las que se les coge de chiste porque es fácil y existe un repertorio completo de comedia racista de donde escoger. Las que son tan distintas que resultan como agentes de distorsión, a las que no se les comprende pero sí se les critica, a las que es mejor dejar pasar porque no llenan el molde, las no correspondidas.

Puede sonar exagerado, desdichado y con un sentimiento lúgubre; pues la verdad, así resulta la situación. En ningún momento he exagerado, más bien relato de manera muy general a lo que me he enfrentado desde hace unos años. Con esto, la intención no es promover el discurso de “no ver razas y sólo ver humanos”, el proyecto que puedo ver en muchas de nosotras es encontrar a alguien que nos reconozca rotundamente negras pero no vea el problema en eso, que no son iguales pero eso no resulta afectante, que de la misma diferencia salen un sinfín de momentos prometedores de los que surge una clase de conocimiento que a la vez promueva un cambio. A quienes me dijeron que perdiera la espera, les respondo con una sonrisa y un: “ya la perdí”, y desde hace mucho. Esta utopía no nace de la ingenuidad infantil y tierna de los que muchos creen que abunda en mi cabeza, pero sí tengo la más ferviente intención de incomodarlo a usted, lector, un rato y expresarle que las mujeres negras resultamos ser las nunca correspondidas.

Samara Hudgson Llanos

Escritora y artista. Apasionada por la música y el arte. Bogotá, Colombia


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2 comentarios

  • STEFANIA ANGELICA COROZO QUINONEZ

    Hola..
    Pues la situación en en donde resido, es el vivo relato que nos diste, hay un ambiente de racismo y homofobia fatal !
    Simplemente me mantengo de pie cada día, sin temerle a nadie