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viernes, marzo 29

Hablemos de etnias, no de “razas”

Si algo tengo claro son dos cosas: la primera, que el lenguaje confirma realidades; y la segunda, que como mismo las confirma, también las destruye y las reconstruye. Por eso, veo necesario hacer  hincapié en la manera de comunicarnos, pues curiosamente, somos las personas que pertenecemos a grupos oprimidos, las que peor terminamos paradas.  Y es que, aunque no lo parezca, los términos, las expresiones y la tonalidad con la que nos dirigimos al mundo, pueden llegar a convertirse en un arma de fuego que daña directamente a ciertas comunidades.

Fotografía de Jacob Lund

Asimismo, es evidente que todas hemos nacido con las reglas del juego ya establecidas, y que a medida que crecemos, vamos interiorizando determinadas creencias, muchas de ellas basadas en la subjetividad de una sociedad desigual, pero que sin embargo, están tan normalizadas que las hemos entendido como verdaderas.

Una de esas falsas verdades es pensar que las “razas humanas” existen. Sé que es difícil de creer, puesto que, históricamente sí que han habido teorías que hablan de unas supuestas sub-razas dentro de la especie humana. Como es el caso de Carlos Linneo, un científico finlandés del siglo XVIII, que clasificó a los seres humanos en cuatro razas, según su color de piel, textura del pelo y rasgos faciales. Estas fueron: la africana, la europea, la asiática y la americana.

En dicho siglo, también existía una idea llamada Poligenismo, que decía que cada grupo étnico se había originado por separado en cada continente sin ascendentes en común. No obstante, la realidad es que la ciencia actual ha desmentido este mito. Tan solo existe una raza: la raza humana o Mulier Sapiens Sapiens

La evolución humana

Pero vayámonos unos años atrás, hacia el comienzo de la evolución humana, que se da por primera vez en África Oriental hace unos 2,5 millones de años, a partir de un género anterior de simios llamado Australopithecus <<simio austral>>. Hace aproximadamente dos millones de años, algunas de estas mujeres arcaicas dejaron su tierra natal para desplazarse a través de extensas áreas del norte de África, Europa y Asia e instalarse en ellas. Debido a que, la supervivencia en los bosques nevados de Europa septentrional requería diferentes rasgos, las poblaciones humanas evolucionaron en diferentes direcciones. El resultado fueron varias especies distintas. 

Ahora bien, las humanas actuales provenimos de la Mulier Sapiens, que vivió en África Oriental hace unos 200.000 años, y que, por la necesidad de recolectar nuevos recursos alimenticios, se fue expandiendo por el resto del mundo. Los estudios dicen que esta población se encontró con la mulier neanderthalensis, quien ya habitaba en Europa (hace 500.000 años). Las neandertales, más corpulentas y musculosas que nosotras (sapiens), estaban bien adaptadas al frío de Eurasia occidental. Sin embargo, fueron las altas capacidades cognitivas de las sapiens lo que les permitió adquirir un lenguaje mucho más flexible y organizarse en grandes masas. Se dice que, las recién llegadas empezaron a cazar los ciervos y a recolectar las nueces y bayas (alimentos básicos de las neandertales). Eran entonces las sapiens, unas cazadoras y recolectoras más astutas, dado que tenían una mejor tecnología y mejores habilidades sociales. De manera que se multiplicaron y se expandieron. Las neandertales, menos ingeniosas, encontraron cada vez más dificultades para procurarse alimentos, lo que provocó que su población se redujese y se extinguiera lentamente -excepto quizás, por algunas miembras que se unieron a sus vecinas sapiens-. Otra posibilidad, es que la competencia por los recursos derivara en violencia y genocidio. 

Representación de un Neandertal y un Sapiens

Lo que sí se sabe es que, tengan de ello la culpa las sapiens o no, tan pronto como llegaban a un nuevo territorio, la población nativa se extinguía. 

Esto quiere decir que, la teoría que nos han enseñado en el colegio, en la que el género mulier va evolucionando linealmente, de forma que una se da gracias a la anterior, también es falsa. Todas las mulieres (habilis, erectus, neanderthalensis, sapiens y otras más) coexistieron en el tiempo, hasta tan solo quedar una: la mulier sapiens

Pero, ¿de donde surgen nuestros rasgos?

Conociendo todo esto, se preguntarán por qué entonces existen diferencias físicas entre las que permanecimos. La respuesta es que dichas características se dan por una cuestión de supervivencia a nuestro ecosistema, como por ejemplo:

  • El color de la piel, que en un primer momento fue negra, a medida que las mulieres sapiens fueron migrando, se fue adaptando a la situación climática del lugar. 

Respecto a la variedad de colores que existen, la ciencia se ha percatado de que los tonos más oscuros coinciden con las zonas que reciben mayor luz solar. Esto se debe a que, aunque la luz solar sea beneficiosa para la aportación de Vitamina D, demasiada exposición puede provocar quemaduras e incluso cáncer de piel. Por este motivo, las poblaciones que habitan en climas más cálidos desarrollan mayor cantidad de melanina -una sustancia que oscurece la piel, evitando la entrada severa de rayos uva. A diferencia, en los lugares en donde el sol no es tan potente, las personas son más claras, debido a que no que no necesitan tanta melanina, y de esa forma, reciben la cantidad necesaria de vitamina D.

También se ha observado que si una población se muda a otro lugar, en donde el clima es más caluroso o más frío, el color de la piel de sus descendientes cambiaría en un tiempo de 2.500 años, adaptándose al clima de nuevo territorio. Como es el caso de la población hindú, cuya piel es oscura. Pues sus ancestras, que vivían más al norte, tenían una piel más clara. Y a su vez, las ancestras remotas de estas, provenían de África, por lo que tenían un color de piel mucho más oscuro.

  • Anteriormente, todos los ojos eran de color marrón oscuro. Y aunque a día de hoy, podamos observar diferentes tonalidades, las personas con los ojos oscuros están mejor protegidas del sol, ya que estos también contienen melanina. 

Los ojos más claros son más sensibles a las radiaciones solares, por ello, las mujeres con dicha característica suelen pertenecer a climas más fríos.

  • El color del pelo. Inicialmente las sapiens tenía el pelo oscuro, pero a raíz de una mutación que se dio hace 11.000 años en el norte de Europa, aparecieron individuas con el pelo claro. 

Si bien, las personas rubias y pelirrojas habitan en climas fríos, es porque en climas soleados podrían sufrir problemas en la piel e incluso morir. No obstante, en los climas con menos sol no existe esta presión, lo que permite que puedan sobrevivir y reproducirse perfectamente.

  • La textura del pelo. Pocas personas saben que en su momento todo el mundo tenía el pelo rizado. Esta condición supone una gran ventaja, pues, al mismo tiempo que crea sombra para el cuero cabelludo, también facilita el fluido del aire, haciendo que se genere un microclima que ayuda al funcionamiento del cerebro.

Las comunidades que viven en climas fríos no necesitan esta protección solar, por lo que es habitual que suelan tener el pelo liso u ondulado.  Y digo “suelen”, porque el gen del cabello rizado sigue estando ahí, de modo que, explica que haya personas rubias y pelirrojas con esta textura de pelo.

  • Pliegue epicántico. El doblez tan característico que tienen las mujeres del Asia oriental es mucho más común de lo que imaginamos, y es que, todas lo tenemos en las primeras semanas de gestación, aunque muchas lo perdemos antes de nacer o en los primeros años de vida. 

Es muy probable que la razón por la que la población de origen asiático lo sigue conservando, sea porque les fue útil en la Edad de Hielo para reducir el reflejo solar producido por el hielo y la nieve.

Hay que decir también que, las primeras agrupaciones americanas son descendientes de las asiáticas, por ello, es bastante común que estas conserven el pliegue epicántico, aunque también existen mujeres africanas y europeas que lo mantienen.

  • La forma de la nariz. La nariz tiene mecanismos para humedecer y calentar el aire. En climas fríos la nariz ha evolucionado para ser cada vez más estrecha y alargada, que es la mejor opción para atrapar aire durante cierto tiempo, calentarlo y humedecerlo antes de que siga su camino hacia los pulmones. En climas cálidos, sin embargo, la nariz suele tener una forma ancha y corta, ya que el aire generalmente ya es caliente y húmedo, de modo que lo que interesa es dirigirlo hacia los pulmones lo más rápido posible. Eso explica por qué la nariz de las mujeres del norte de Europa es afilada, mientras que la de las africanas suele ser bastante más grande pero aplanada.

El genoma humano nos da la razón

Concluyendo con lo anterior, el estudio realizado por los científicos Jesse Ausubel y Mark Stoeckle -ambos de la Universidad Rockefeller (EE.UU.)- y David Thaler, de la Universidad de Basilea (Suiza), en el que se analizó el material genético de más de 100.000 especies distintas, revela que la diferencia genética entre los seres humanos -como en la mayoría de especies- es de 0,1%. Es decir, mínima como para hablar de “sub-razas”. 

La respuesta que da la ciencia a la tendencia que tienen determinados grupos a no desarrollar según que enfermedades o tener ciertas habilidades, es que se que se debe a mutaciones en el sistema inmunitario, provocadas por la necesidad de adaptarse al medio en el que viven.

La idea de que existen las razas y sus consecuencias históricas

El racismo se define como: los pensamientos, prácticas y acciones que defienden que la humanidad está dividida en distintos grupos biológicos llamados razas, y que, las integrantes de una determinada raza comparten ciertos atributos que las hace superiores o inferiores al resto.

Las primeras muestras de racismo las podemos ver en algunos de los textos religiosos de la antigüedad.

La maldición de Cam y el cristianismo

En el siglo XIX se hizo una interpretación racista de la Biblia. En esta se dice que hay tres razas humanas provenientes de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. De Sem descenderían las personas judías y árabes; de Cam, las negras; y de Jafet, las blancas. 

Cuenta la leyenda que Cam fue maldecido por su padre Noé: «maldito sea Canaán, siervo de siervos será a sus hermanos» (Gén. 9:18-29). Esta interpretación racista de biblia sostuvo que la maldición de Canaán fue una maldición de Dios a la “raza negra”, por lo cual, esta  era condenada de por vida servir a la comunidad blanca.

Las castas españolas

En los virreinatos españoles se ideó un sistema de castas que representaban las mezclas entre las tres etnias europeas: indígenas, negras y sus descendientes, sobre la que se creó una sociedad colonial segmentada que pretendía imponer las posesiones españolas de América en un orden basado en la desigualdad étnica. 

Se formó entonces una jerarquía social en donde quienes más derechos tenían era la población española de “sangre limpia”. El resto de derechos y libertades se iban reduciendo en función al estatus social en el que te encontrabas.

Los zoológicos humanos en España

El racismo fue utilizado por los países europeos, a partir de las últimas décadas del siglo XIX, para legitimar las acciones de dominación colonial, jingoísmo y genocidio, en varias partes del mundo. Entre ellas se encuentran el «reparto de África» legalizado en la Conferencia de Berlín de 1884-1885, en la que doce países europeos, el Imperio otomano y Estados Unidos se consideraron a sí mismos con derechos territoriales exclusivos sobre el continente africano.

La conquista de territorios conllevó exhibiciones públicas de las habitantes de los pueblos nativos por motivos científicos y de ocio.

En España, el Parque del Retiro fue escenario -mayo del año 1887- de un zoo humano, en el que a la comunidad madrileña se les mostraba cómo eran las filipinas, pero no fue el único recinto de exhibición en España: en Barcelona se podían ver “negras salvajes”.

Esta foto fue tomada en un zoológico, un zoológico humano. Una niña procedente del Congo en la sección dedicada a este país en la Exposición General de Bruselas de 1958

A Madrid, llegaron 43 filipinas, junto a “algunos igorrotes, un negrito, varios tagalos, los chamorros, los carolinos, los moros de Joló y un grupo de bisayos”, como recoge el investigador Christian Báez Allende en su libro Zoológicos Humanos: fotografías de fueguinos y mapuche. Estas fueron expuestas en la Casa de Fieras. La prensa de entonces, concretamente el diario El Imparcial, escribió lo siguiente: “En su constitución, en su aspecto, en su lenguaje, en sus maneras, en sus costumbres, en su color y hasta en sus trajes, esos compatriotas nuestros difieren grandemente de las filipinos más civilizados y hasta ahora conocidos», declara el blog ‘El bazar de Jim’.

A estas personas se les obligó a entrar en el Palacio Real de Madrid y  fueron exhibidas en audiencia para la infanta Isabel y la regente María Cristina, para después entregarlas de vuelta a su país de origen, ya que fue denegado su “préstamo” a una presentación parisina. 

En el verano de 2017 se hizo una exposición recordando lo acontecido en el Museo de Antropología de Madrid.

¿Y si nos apropiamos del término?

Algunas compañeras tienen la teoría de que, aun sabiendo que las razas como tal no existen, puede haber la posibilidad de referirnos a ellas como un concepto construido socialmente. Es decir, expresarnos en términos de “raza”, pero, entendiendo que esta es una construcción social. “Como cuando hablamos de género”, explican. 

No obstante, el origen de ambas terminologías es distinto. El término género sí que fue creado para darle nombre al conjunto de estereotipos y roles sociales impuestos a las mujeres por el patriarcado. Por tanto, género no se refiere a algo biológico o natural, sino a un pensamiento y una actitud adquirida educacionalmente. Sin embargo, cuando nos referimos a <<raza>>, estamos aludiendo a una supuesta condición biológica, entendiendo las diferencias entre los seres humanos, como diferencias «raciales», y eso, científicamente es un error.

<<Género>> sólo es comparable con palabras como “racismo” o “personas racializadas”, ya que estas terminologías sí que se refieren a un comportamiento (racismo) y a una condición social (personas racializadas), producto de una desigualdad étnica, que comenzó con la falsa creencia de que las razas humanas existen.


Quiero darle las gracias a mi amiga Clara Fernández, que con todo su corazón me ha brindado su ayuda para la elaboración de este artículo, facilitándome información sobre algunas de las cuestiones planteadas.


Victory Collins

Nací en tierras nigerianas, a los 6 meses de vida mi madre y yo migramos a Canarias en busca de un nuevo devenir. Ahora me encuentro con 18 años y con muchas preguntas sin resolver, pues ser una mujer negra en un Estado colonizador tiene sus inconvenientes. Sin embargo, el activismo Afro-feminista me sirve como medicina para sanar muchas de mis heridas.


Fuentes

Rasgos faciales:
https://www.youtube.com/watch?v=TITKgT3iOOY
https://www.youtube.com/watch?v=2CPTBOeyEQ4
Forma de la nariz:
https://www.muyinteresante.es/curiosidades/preguntas-respuestas/de-que-depende-la-forma-de-la-nariz
Evolución humana: Libro Sapiens de Yuval Noah Harari.
Estudio del material genético:
https://www.clarin.com/sociedad/distintos-revelan-diferencia-genetica-humanos-infima_0_rkDUIRgyX.html
https://www.eldiario.es/s.ociedad/razas-humanas-existen_0_902210052.html
Racismo en el cristianismo, las castas y los zoológicos humanos en España:
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_racismo

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