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jueves, marzo 28

África no es un país, América, tampoco

Sería un gran avance que algún día se llegaran a encontrar los términos adecuados para hablar con propiedad, puesto que las palabras no son solo palabras, sino que tienen un impacto en las sociedades que se van reconstruyendo con el paso del tiempo.

El pasado 25 de mayo se celebraba el día de África. Esta celebración que se remonta al año 1963, pretende revindicar y visibilizar a lo largo y ancho del planeta la diversidad cultural de los diferentes países y pueblos del continente africano. Este día es además es una invitación para reflexionar acerca del pasado, el presente y el futuro político y económico de África, respaldándose en movimientos filosóficos y de reconocimiento histórico como el Parafricanismo, que buscan motivar la unión de los pueblos africanos bajo una diáspora identitaria en oposición a la colonización europea. Sin embargo, las teorías que defienden la necesidad de unión de los pueblos africanos, no pretenden obviar la complejidad de éstos, sino que desde un punto de vista histórico, socio-cultural y anticolonial, intentan estimular el encuentro de puntos comunes basados en la memoria histórica, con el fin de mirar hacia el futuro a través de las ideas de libertad y progreso.

En innumerables ocasiones hemos escuchado comentarios tales como “mi prima y su marido fueron de viaje de novios a África”, “el amigo de mi hermana es africano”, “es que en África hay mucha pobreza…” El tono simplista y reduccionista con el que en tantas ocasiones nos referirnos al continente africano no es casual, sino que se sustenta sobre actitudes neocolonialistas heredadas de tiempos no tan lejanos y que a día de hoy aún cuesta erradicar.

Parece que cuando desde Europa o Estados Unidos se menciona al continente africano, se haga desde la tendencia dentro de la cual cualquier idea de diversidad y multculturalidad, riqueza o poder, se reduzca exclusivamente a una palabra que engloba un ente homogéneo y estanco con la intención inconsciente (a veces no tanto) de mostrarlo al mundo como pobre, necesitado y dependiente del hemisferio Norte. Este paternalismo mal entendido y disfrazado de solidaridad tiene su origen en los abusos que historiacamente los pueblos africanos han sufrido por parte de la vieja Europa y la joven América. Los constantes intentos a lo largo de la historia de borrar su cultura y la diversidad que gira en torno a ella a base de la imposición de la supremacía blanca es sus territorios a través de la colonización, y fuera de ellos con el trafico de sus habitantes como esclavos y esclavas, han sido devastadores en el mantenimiento y reconstrucción de la identidad propia de los países africanos.

Pero África no es un país, es un continente, el tercero en extensión y más antiguo en origen, cuna de la civilización. En África se sitúa la aparición los primeros Homo Sapiens hace más de 300.000 millones de años  desde allí se expandieron a lo largo del planeta a través de movimientos migratorios. A África la rodean tres oceános y la separan de su vecina Europa tan solo 14 km de mar Mediterráneo. África está compuesta por 54 países, cada uno de los cuales posee su propia idiosincrasia y sus propias particularidades, conviviendo en ella diversidad de culturas, etnias, razas, religiones, ideologías y tendencias de todo tipo. En toda África se hablan más de mil lenguas y dialectos, algunos de sus países disponen de alrededor de 200 lenguas distintas.  África posee los ecosistemas más ricos y variados del planeta, sin embargo es la zona con los mayores riesgos asociados con el cambió climático y la contaminación ambiental. África tiene muchas riquezas. África no es pobre, África está empobrecida tras siglos de saqueo económico y cultural.

En la otra cara de la moneda nos encontramos con el contrapunto estadounidense bañado por una egolatría sobrecogedora que arrasa con la fuerza de un Tsunami a su paso por una playa tranquila. Así como puede dar la impresión de que cuando se habla de África parece que nos refiramos a una parte del mundo reducida y uniforme, en el caso de Estados Unidos curiosamente ocurre todo lo contrario. El uso de la palabra América para referirse al país de las hamburguesas y los comedy shows se ha convertido en algo común y arraigado incluso en aquellos más conscientes y comprometidos. El hurto terminológico parece haber pasado a ser la seña de identidad de una sola nación y no logra tener mucho significado más allá de sus fronteras. Hablando en términos puramente geológicos y dependiendo de donde unx haya adquirido los conocimientos básicos de geografía, cabría decir, que desde los Estados Unidos, se ha llevado a cabo una descarada apropiación del nombre de dos continentes, América del Norte y América del Sur, para referirse a un solo país. Análisis de la expresión más vanidosa posible para definirse a si mismo, al más puro estilo imperialista y con los signos más claros del capitalismo reinante. Este nivel de apropiación llega hasta las aulas de educación primaria, donde desde bien temprana edad, a los niños y niñas se les enseña que su país se llama América y que ellxs son americanos y americanas. El mal uso que durante siglos se ha hecho del gentilicio “Americano/Americana” genera mucha controversia, puesto que ni siquiera en inglés existe una manera adecuada para nombrar la nacionalidad de una persona “estadounidense”. Sin embargo, ¿No son tan americanxs unx cubanx, unx chilenx o unx haitianx como unx estadounidense? En ocasiones, trabajando en educación en Nueva York, he tenido que explicar a mis estudiantes ante sus incrédulos y desconfiados ojos que Canadá, Jamaica o Guatemala, también son países que forman parte de América.  Campañas politicas como la conocida “Make America great again” de Donal Trump o programas televisivos de noticiarios como el legendario “Good morning America” emitido cada mañana desde 1975, golpean con fuerza en el imaginario colectivo apoyando la idea de americanidad absorta en la realidad estadounidense. Pero América es inmensa y variada. Desde su Norte hasta su Sur, pasando por su Centro y su infinidad de islas. Tanto como Africa.

Sería un gran avance que algún día se llegaran a encontrar los términos adecuados para hablar con propiedad, puesto que las palabras no son solo palabras, sino que tienen un impacto en las sociedades que se van reconstruyendo con el paso del tiempo. No podemos decir que da lo mismo llamar a las cosas por nombres que no les representan. Con un poco de suerte, llegará el día en que hagamos un uso adecuado de la lengua y el lenguaje en todos sus ámbitos.  


Sandra McClean Montoya

Psicóloga-sexóloga. Máster en Género y Desarrollo en la UB de Barcelona. Presidenta de la Asociación Pro Derechos Sexuales.Actualmente trabaja como profesora de Español, Literatura Española y Culturas Hispanas en el instituto educación especial Aaron School, en Manhattan, NY. Instagram @sandrolamc

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