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viernes, marzo 29

Las distopías nunca entienden de razón

Janelle Monáe / YouTube

Vivimos en una sociedad enferma, pero eso no lo sabemos. No somos conscientes que estamos hechos por y para un sistema que pretende amoldarnos a unas medidas que no siempre somos capaces de cumplir. A veces, porque difícilmente se pueden cambiar, y otras, porque directamente son inmutables.

Sin embargo, a la niña negra de cinco años que iba a un colegio de blanc@s jamás le explicaron cómo funcionan las estructuras coloniales y patriarcales a las que iba a tener que sobrevivir. Ahora lo entiendo, y es que de eso se basa el juego, al sistema no le interesa explicarte el por qué perteneces a un grupo oprimido, la dinámica consiste en sentirte oprimida y no entender bien el por qué, o mejor, no ser capaz ni siquiera de identificar que estás siendo víctima de una discriminación sistemática.

Cuando hablamos de un juego de poder, en esta comunidad superficial y “primermundista”, la forma más inteligente de avasallar a quienes se salen de la norma, es hacerle creer que dicha norma se rige por el orden natural de las cosas. O si no que nos lo digan a las mujeres negras. ¿Cuántas veces hemos intentado encajar en el modelo del ideal blanco? ¿Cuántas veces nos hemos avergonzado de tener la piel oscura, la nariz ancha, los labios gordos y el pelo demasiado rizado? Estoy segura que a más de una le han dicho “pelo estropajo” en algún momento de su vida. Estoy convencidísima que alguna vez les han soltado el típico comentario de: “Uy, ¿pero tú para qué vas a la playa si ya te llevaste todo el sol?”.

También existen otras cuestiones que influyen en nuestra forma de mirar el mundo, como no encontrar referentes durante nuestra infancia. A las niñas blancas les enseñan a jugar con muñecas blancas, a las niñas negras también. Las mujeres negras no solo tenemos que hacer un análisis sobre los juguetes, las series, películas y medios sexistas, además debemos reflexionar el por qué la mayoría de ellos no tienen en cuenta la diversidad cultural en la que vivimos. Porque existir, existe. El problema se da cuando quienes están en la cúspide de la jerarquía “racial” pretenden invisibilizarnos, haciéndonos sentir inferiores. Lo cual, ha provocado  incluso que busquemos métodos (alisamiento de cabello, blanqueamiento de piel, etc.) para acercarnos al prototipo de mujer blanca occidental.

Pero hermanas, no somos blancas, ni lo seremos nunca. Y no pasa nada, la sociedad tendrá que aprender a contemplar el mundo más allá de la blanquitud impuesta, porque la revolución y el cambio son inevitables.


Victory Collins

Nací en tierras nigerianas, a los 6 meses de vida mi madre y yo migramos a Canarias en busca de un nuevo devenir. Ahora me encuentro con 18 años y con muchas preguntas sin resolver, pues ser una mujer negra en un Estado colonizador tiene sus inconvenientes. Sin embargo, el activismo Afro-feminista me sirve como medicina para sanar muchas de mis heridas.

1 comentario

  • serafinwari

    La leyenda negra española no existe por nada. En general, en España la gente es buena pero es un poco paleta, con perdon.

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