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jueves, marzo 28

Igualdad, ¿para quién?

Igualdad, ¿para quién?
Imagen de la la serie sueca Real Humans

Cuando en España se habla de políticas de Igualdad/diversidad se hace exclusivamente de políticas de género o identidad sexual. No hay prácticamente ninguna institución pública -tampoco la mayoría de las privadas- que tenga la palabra «Igualdad» en su denominación, que contemple con un mínimo de seriedad el tema de las desigualdades  étnicas. Normalmente las políticas de Igualdad y diversidad dejan en organismos dedicados a la extranjería este tema. Un síntoma claro de la incomodidad que provoca hablar de desigualdades raciales en todo el estado. 

Está claro que un país que niega su racismo es difícil que emprenda políticas serias para combatirlo. Este posicionamiento institucional tiene unas consecuencias graves que van más allá de acudir a una u otra ventanilla en las administraciones. Sus políticas no nos incluyen porque cuando se habla de políticas de Igualdad se habla de blancos, y lo mismo pasa con la diversidad. Nuestros problemas no están en los temas a abordar.

¿Que nos cuentan nuestros regidores de cualquier color político y en cualquier nivel de la administración con este comportamiento? Nos dicen que el tema de las desigualdades raciales no cuenta. No es importante, se tata de un tema accesorio.

La negación y ningunaeamiento de las políticas de igualdad étnica llevan a la irrelevancia de las mismas, la falta de proyectos serios más allá de una serie de ocurrencias muy vistosas, que en la mayoría de los casos acaban en la folclorización de los racializados, lo que perpetúa estereotipos y acaba teniendo una incidencia mínima en la población en general.

Un ejemplo son las políticas de «antirrumores». Es un programa que se sigue en varias ciudades del estado, con mayor o menor fortuna, pero que en ocasiones ha caído en errores de bulto al plantear sus campañas, como cuando pretende combatir los rumores sobre la inmigración con mensajes como  que los inmigrantes pagarán las pensiones del futuro, donan muchos órganos o hacen los trabajos que los españoles no quieren hacer (así, literal).

Cartel campaña antirrumores de Zaragoza
Cartel campaña antirrumores de Zaragoza

Vender la aceptación de las personas migrantes desde un punto de vista casi mercantil, además de vergonzoso es un error de considerables dimensiones y de un efecto nulo en el xenófobo.

Si lo que se quiere combatir son las falsedades sobre la inmigración debería hacerse desde los derechos humanos. Hay que poner al racista y xenófobo contra sus propias contradicciones. Es difícil tener un buen punto de vista si, en la mayoría de los casos, son personas que no sufren la discriminación racial o xenófoba quienes dirigen estas campañas.

La práctica totalidad de las políticas sobre racismo y xenofobia las dirigen personas que no son migrantes o racializados. No han vivido en su propia piel este drama. Su experiencia es meramente política, funcionarial o casual. Hoy resulta extraño ver hombres dirigiendo departamentos que tratan cuestiones de género, debería ser igual con las cuestiones étnicas y raciales.

Se ha reconocido que una mujer tiene desventajas claras en todos los ámbitos sociales en comparación con un hombre, y se han iniciado unas políticas muy potentes para eliminarlas. Entonces, ¿por qué cuesta tanto reconocer el hecho obvio de que una perdona racializada tiene desventajas sociales claras en relación a las personas blancas?

La respuesta es simple: si se reconociera,  no habría ninguna excusa para no emprender políticas parecidas a las que se hacen en cuestiones de género o diversidad sexual.

Tendríamos que hablar de discriminación positiva, de cuotas en el acceso a algunas entidades y puestos, de mayor protección contra la discriminación aumentando las penas y una larga retahíla de medidas (bien tomadas) que se han puesto en marcha en materia de «Igualdad» y «diversidad» al uso.

¿Os imagináis alguna administración que pusiera una cuota para racializados en algún puesto público? Estamos hablando de ciencia ficción. Nuestros  políticos más progresistas saben bien que estas medidas serían contestadas con tal virulencia por la mayoría de la población que tienen miedo, no solo de plantearlas, sino siquiera de verbalizarlas.

¿La razón? Ese racismo soterrado, oculto, intimo y feo que una enorme parte de la sociedad esconde detrás de lo políticamente correcto. Esa cara oscura y poco amable que hay detrás del europeo medio, que teme al diferente.

Si no se nos incluye como iguales y no se acepta nuestra diversidad en el cuerpo social, lo que se está perpetuando es un sistema basado en privilegios que los propios privilegiados quieren negar. Las políticas de Igualdad y pro derechos de la diversidad deben incluirnos y ser activas para que alcancemos esa igualdad plena a la que tenemos derecho.

No estamos hablando de un favor o un regalo. Es nuestro derecho y estamos aquí para luchar por ello.


Tania Carabalí

Tania Castro

Asesora de imagen. Santander (España)


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2 comentarios

  • José

    A la autora del texto
    ¿Racismo?
    Racismo el tuyo al establecer cuotas raciales. Simplemente debe ser igualdad de oportunidades. Si un negro es mas apto para el puesto, suyo será. Pero establecer cuotas por razas como promueves, es racismo y es injusto, no hay que darle mas vueltas.
    Tanto criticar a los europeos, pero luego si vas a sus países, ellos mismos te tratarán peor que nosotros a ellos aquí.

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