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jueves, marzo 28

Del Blackface y otros demonios

Del BlackFace y otros demonios
Los Noriauds (negros) en Bélgica representan a unos supuestos reyes negros y también tienen una presunta intención filantrópica. Incluso algún primer ministro ha participado en este blackface. Foto Vice News

De un tiempo a esta parte me ha causado curiosidad el porque muchas sociedades utilizan en sus performances culturales como el “Blackface”, y me refiero a las poblaciones blancas occidentales en algunos países europeos con pasado esclavista y por supuesto algunos países del continente americano con pasado colonial.

¿Qué es el Blackface y por qué las personas negras racializadas lo consideramos como una expresión racista? De manera somera, es una representación folclórica -popularizada en Estados Unidos- de nuestros ancestros africanos esclavizados. Surge a mediados del siglo XIX, en donde se les representaban como cándidas, torpes, mal habladas, pero sobre todo felices, con el fin de justificar y fortalecer la idea de que su condición social era la que merecían, pero lo cierto era que ocultaba una realidad llena de injusticia social, miseria y violencias. El Blackface en si, es una caricatura de ese otro ser que no era considerado humano, sino salvaje, exótico, que se admira y a la vez se denigra, ese ser que se híper-erotiza y bestializa. Por ello, las mujeres y hombres negros hijxs de la diáspora africana nos sentimos ultrajadxs, es molesto ver como siguen caricaturizando nuestra cultura, nuestros colores de piel y nuestras identidades.

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Cartel Minstrel de William H. West 1900

El Blackface es creado por y para una audiencia blanca, en donde los sujetos caricaturizados vivieron la opresión de la esclavización y en los tiempos actuales otros tipos de opresiones y dominaciones herederas del colonialismo (siglo XX-XXI).

Según la filosofa Iris Marion Young en su texto “Five faces of Oppression” sostiene que la opresión designa las desventajas e injusticias que sufren algunas gentes no porque un poder tiránico lo coaccione, sino por las prácticas cotidianas de una bien intencionada sociedad liberal:

(…) la opresión se refiere a las grandes y profundas injusticias que sufren algunos grupos como consecuencia de presupuestos y reacciones a menudo inconscientes de gente que en las interacciones corrientes tiene buenas intenciones, y como consecuencia también de los estereotipos difundidos por los medios de comunicación, de los estereotipos culturales y de los aspectos estructurales de las jerarquías burocráticas y los mecanismos del mercado; en síntesis, como consecuencia de los procesos normales de la vida cotidiana. (Young, 1990:75)

¿Por qué algunos países que se consideran liberales permiten que este tipo de expresiones mal llamadas “artísticas” sigan circulando y expresándose en fiestas y carnavales como lo son las negritas “Puloy” en Barranquilla, Colombia; los pajes o “Negrets” en Alcoy, España; el Negro Pete en Holanda, y demás representaciones de Blackface en otros lugares del mundo? ¿por qué el racismo reflejado en Blackface merece “tolerancia” en lo público más que el machismo?

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Presentadoras de la tv colombiana disfrazadas de “negritas vende mangos” (2016) Aducían que no buscaban burlarse sino que lo hacían con todo el cariño.

Para entender por qué el Blackface persiste en algunas sociedades europeas o con pasado colonial como en algunos países del continente americano, encontramos en los postulados de Iris Marion que es un síntoma más de las caras de la opresión que la autora plantea como el Imperialismo Cultural: este implica adoptar la cultura de la clase dominante como la norma lo que se debe seguir cultivando. Es decir, son los poderosos quienes controlan y manipulan la información y la interpretación de la sociedad en el caso de las expresiones culturales, como es el caso de Alcoy (con los pajes denominados “Negrets” que se dice que son personajes “ficticios”), Holanda (con Zwarte Piet es decir Pedro el Negro, un personaje divertido que canta reparte dulces, viste ropas del Renacimiento, enormes labios rojos y una peluca afro, esto ocurre el 5 de diciembre) , Bélgica (otro personaje negrito divertido que representa a un Rey africano, para no ser reconocidos por los niños se pintan el rostro con cera negra, se ponen saco negro, gola blanco, pantalón bombacho colorido y sombrero negro), Colombia (el soldado Micolta y personas que en épocas festivas buscan hacer dinero dizque “representando” de manera hipererotizada a las mujeres negras en las calles) y Perú (la Chola Chabuca). Vemos que el grupo dominante pone la regla, también este imperialismo cultural estereotipa a los diferentes y los invisibiliza, y los “estereotipos permean la sociedad de tal modo que no se perciben como cuestionables.” (Young,1990:104) Por ello se define lo que puede y no puede ser.

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Fotografía tomada de la pagina de Facebook de la Alcaldía de la
Ciudad de Alcoi (2017)

¿Qué tienen en común todos estos personajes y por que es racista?

1. Surgen en el contexto poscolonial (finales siglo XIX y XX), con una narrativa estereotipada, como las comedias cubanas del teatro bufo y en el minstrel show de Estados Unidos (Blackface), “es una impostura de lo blanco sobre lo negro, con esos rostros blancos que se pintan de negro para representar aquello que no se es o no se desea ser (Lane,2005)

2. Refuerzan de manera “inconsciente” estereotipos de la población negra que fue esclavizada y que en tiempos modernos viven el racismo institucional.

3. El fantasma del racismo es transformado como “ícono” carnavalesco, y los eventos son institucionalizados (racismo institucional).

4. Con la cara pintada de negro y los labios rojos carmesí buscan “no ser reconocidos”, ya sean para fines “altruistas” como dar regalos o donaciones anónimas, como el negro pedro en Holanda, Bélgica y Alcoy, o para hacer reír como las negritas Puloy en Barranquilla a costa de la estética burlesca de las personas negras.

5. Son representaciones caricaturescas de las mujeres y hombres negros, como si fuésemos ese “otro” exótico no integrado en las identidades nacionales.

6. Disfrazan la discriminación al “visibilizar” la negritud con un supuesto orgullo, utilizando estereotipos acerca de la mujer y el hombre negro.

7. Ninguna de las sociedades que se toman el privilegio de hacer una mala representación de nosotros reconocerá que hay racismo “implícito” en dichas prácticas.

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Negrita Puloy en el Carnaval de Barranquilla, Colombia. En sus orígenes (1966) mujeres blancas se disfrazaban de mujeres negras con vestidos, delantales y pañuelos en las cabezas,  las mujeres negras estaban asociadas a la limpieza y a la servidumbre, portando todo tipo de elementos caseros, ollas, tapas, escobas, sartenes y limpiones salían a desfilar en las calles simulando estar limpiando

8. Nos despersonaliza, convirtiéndonos en una masa sin cara, sin rasgos propios, sin identidad, pieles manchadas de betún y labios rojos carmesí y caricatura mal hecha.

9. Los personajes además de ser creados a partir de todo lo mencionado anteriormente, en la actualidad transforma el discurso por el cual surgió para excusarse en la tradición y en la cultura.

Con todo lo anterior no se puede seguir defendiendo y maquillando dichas tradiciones, puesto que son una prueba fehaciente de violencia simbólica. Según Bourdieu (2000) la violencia simbólica, al igual que la dominación simbólica, es algo así como el aire, como una atmósfera que envuelve todo, que está en todas partes y nos absorbe al punto que la aceptemos, incluso de manera inconsciente, como el aire que respiramos para vivir. Pero está en nuestro ejercicio crítico de quitarnos el sesgo y luchar contra este tipo de violencias que también se ven reflejadas en otros aspectos de la vida social como lo es el machismo y el sexismo que están generalizadas y que están siendo cuestionadas.

Defender la tradición sin un contexto histórico, cultural y de poder en donde se trivializan las realidades del otro como “exótico”, diferente, de lo que viene de afuera supone un problema ético de las sociedades que la viven.

Hallo respuesta también en los postulados del filosofo Franz Fanón en su texto, “Piel Negra, Máscaras Blancas¨, aduce que es un caso de “disonancia cognitiva” cuando todo un pueblo está en estado de negación y no aceptan que existe el racismo simbólico en sus performances:

“A veces las personas tienen una creencia fundamental que es muy fuerte. Cuando se les presenta pruebas que van en contra de esa creencia, la nueva evidencia no puede ser aceptada. Se crearía un sentimiento que es muy incómodo, y como es tan importante proteger la creencia central, se racionaliza, ignora e incluso se niega todo lo que no encaja con la creencia central” (Fanón, 1973)

Denunciar que no nos gusta el blackface por ser una expresión que esconde un racismo sistémico y simbólico “implícito” NO nos hace racistas, ni tampoco acomplejados, rencorosas o demás adjetivos que nos atribuyen cada vez que hablamos de este tema en redes sociales, o en la esfera pública,. Vemos que es un ejemplo más de disonancia cognitiva, de negación, de violencia simbólica y una manera más de mantener el statu quo cultural que ejerce opresión sobre toda las diásporas africanas alrededor del mundo. No se puede seguir presentándola como una estructura inocente e inofensiva, o disfrazada de caridad (como el caso del blackface en en Holanda o en Alcoy, hay muchas formas de dar regalos y donar dinero anónimamente sin necesidad de disfrazarse de “negritxs dandis” o esclavos porteadores)

También quiero decir que la discusión no se puede evitar argumentando que es una “fiesta tradicional” inofensiva, porque es evidente que las raíces de esa tradición están construidos bajo el cimiento del neocolonialismo, por eso hago la invitación a las sociedades que se regodean con performances como el Blackface, que revisen la proyección colonial de sus países, y vean que la participación en el comercio de esclavos, en la trata transatlántica de africanos y la esclavización fue vergonzosa; por ello recrear gente negra en sus festividades es despersonalizarnos, homogenizarnos, folclorizarnos, despojarnos de nuestros rasgos e identidades. Asimismo hago otro llamado dirigido a la clase dirigente, política, periodística, intelectual y cultural de estos países a que hagan pedagogía en espacios sociales, que se debatan temas como estos en la radio y televisión publica, que tomen posición sobre las representaciones culturales racistas profundamente arraigadas en la sociedad, conectándolo al pasado y a la tradición colonial del país.

Por último NO se pueden seguir encumbrando performances como estos, es un insulto vergonzoso a la memoria histórica de las diásporas africanas que hoy desde diferentes partes del mundo tratamos de reivindicar la historia de nuestros ancestros y nuestra historia en movimiento.

 

Katherine GranjaKatherine Granja
Hija de la diáspora africana en Colombia
Historiadora y Politóloga
Universidad del Valle

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