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jueves, marzo 28

Una transición. Testimonio

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Cuando descubrí su página y me enteré que ustedes hacían públicas las historias de muchas chicas, me emocioné demasiado, porque precisamente ahora llevo casi tres meses de transición y conmueve saber que, como yo, existen muchas chicas que ahora son conscientes del legado ancestral que poseen nuestras melenas y nuestra piel.

Pero ahora quiero contar mi historia.

Durante algún tiempo de mi adolescencia me sentía insegura de mi misma, ya que para mis compañeros(as) era diferente por llevar mi pelo trenzado, y eso que estudie en un colegio donde la mayoría éramos negros. Pero esto no era entendido por mis compañeros, a los cuales su entorno los había blanqueado, e hizo que muchas se alisaran desde muy jóvenes. Ésto, acompañado de la adultización temprana de sus hermosos cuerpos las hacía potenciales víctimas para los depredadores, que en ese entonces acechaban por las calles.

Y a pesar de todo, para ser considerada bonita debía tener características, que según la sociedad y mis compañeras, debía tener una mujer negra. Debía ser exótica.

Yo en esa época simplemente trataba de cumplir con mis deberes como estudiante y disfrutar de lo que me hacía feliz, pero fue tanta la presión que deje de hacer las cosas que disfrutaba por ser la niña sexy que atrae a los chicos por su cuerpo, aún si era discriminada de otra forma.

Durante dos años estuve haciendo cosas que atentaban a mi dignidad y a mi ser, pero no me importaba, solo quería ser amiga de las niñas lindas. Aun así, siempre hubo un problema para poder estar con tan prestigiado grupo de jovencitas y era que yo seguía teniendo mi pelo afro y eso era una desventaja a la hora de que alguien se fijara en mí. Siempre escuche frases como “La niña es linda, pero tiene ese pelo muy feo” “Pues tiene un cuerpo lindo, pero y su pelo que?” “Parece que tiene el cabello cortico” y muchos otros comentarios que agredían mi corazón y que dejaba pasar solo por sentir a alguien a mi lado, sin importar lo que pensase.

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Detrás del alisado químico hay todo un sistema de negación de identidad y autorechazo innegable que principalmente hace daño a las adolescentes que están formando su personalidad. El cambio y la transición nunca es un proceso fácil, ya que se trata de una reconstrucción total de la personalidad y eliminación de ideas muy arraigadas por la sociedad, la familia y el entorno.

Y ustedes pensarán ¿Qué hacia una adolescente pensando en ese tipo de cosas? Pues déjenme decirles que eso se ha convertido en algo normal hoy en día.  Incluso ha dejado huellas con niñas embarazadas. Nunca me enseñaron a valorar mi pelo o mi cuerpo, y en cuanto a la sexualidad sólo me decían que el coito debía realizarse solo cuando una se casara, porque de lo contrario sería un gran pecado y eso sí que me atemorizaba en ese entonces.

Luego comencé aquellas pretendido grupo de amigas con las que quería estar cambiaron su actitud hacia mi, se volvieron mentirosas y falsas y empezaron a agredirse entre ellas para ganar reconocimiento con sus nuevos amoríos y por seguir esos patrones que tanto daño nos hacían.

Me di cuenta que esas actitudes me estaban haciendo perder el nivel académico, cosa que tampoco era permitida por mis padres. Ya en 10º grado comencé andar con una nueva amiga y ella me hizo caer en cuenta de todo lo que estaba haciendo mal, e incluso me motivó hasta tal punto que los mismos profesores se quedaron impresionados con los cambios.

Pero aún seguía en mi corazón esa inconformidad y no veía la hora de graduarme de once grado para realizar el ritual del alisarme. En mi casa nadie se aplicaba el alisado hasta que no llegaba   su ceremonia de grado, ya que se consideraba este evento más importante que los quince. Terminé once feliz de haber logrado una meta, pero inconforme con mi imagen y motivada por llevar algo que no era mío, decidí atentar con mi esencia y me desrice el cabello con el fin de ser “Bonita”.

Hoy tengo 20 años y estoy a punto de terminar mi carrera, después de casi 4 años y meses de andar con alisado en mi cabeza, me he dado cuenta que no era feliz con mi imagen.

Ahora que ya era linda según los estándares sociales y que (aunque me negara a aceptarlo) cada mes y medio borrara toda huella de lo que soy, así me quemara, así me picará, así me ardiese, llevada solo por la idea de tener que lucir bella, la única verdad es que me estaba faltando con mis actos día a día, aun habiendo superado algunas cosas del pasado. Me estaba dejando llevar y tratando de negar mi ser.

Cuando me ponía el alisado en mi cabello, solo estaba así máximo por dos semanas y a la tercera él iba tomando su forma habitual. Eso me llevo hace tres meses a mirarme al espejo y preguntarme que a quien quería engañar. Me dije que estaba gastando dinero en vano para parecer lo que no soy  y tener que volver a pasar por el proceso doloroso de quemarme el pelo.

Comencé a investigar sobre la transición y mi historia como afro y he quedado maravillada.  Me ha alegrado saber que mi historia va más allá de ser esclava y que mi pelo no es referencia de desaseo.

¡Porque mi historia es más fuerte que eso!
Hoy me siento hermosa y valiente.
Hoy me siento como una diosa y no veo la hora de terminar mi transición para gozar con mi melena.

 

MAYRA LIZEHT CUAMA VALENCIAMayra Cuama
Estudiante de Administración de Empresas X semestre
Buenaventura – Valle del Cauca

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