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viernes, marzo 29

Una carta abierta de mi Alma a la Alma de Carolina

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Alma recibiendo apoyo de mujeres negras que apoyan su causa

El caso de Alma Yadira Cruz es de los más escandalosos de los que últimamente hemos tenido noticia en Afroféminas. Un acoso racista en el colegio que produce un incidente entre niñas en la escuela, termina con ella (la niña negra) arrestada por la policía y enfrentándose a cinco cargos en el Tribunal de Menores: uno por agresión simple, dos por amenaza y otros dos por alteración a la paz.

Alma sufre déficit de atención e hiperactividad, dificultades del habla y de aprendizaje y este tremendo trauma no ayuda en nada a que venza estas dificultades según contó su madre.

Este caso ha puesto de manifiesto las muchas discriminaciones y racismo que persisten en Puerto Rico y en todo el mundo de habla hispana. Racismo institucional y racismo social. Alma necesita ayuda. Al menos visibilicemos su caso entre todas nosotras.

Reproducimos aquí la carta que Chachi Yaniré, una afroactivista de Puerto Rico, escribió en homenaje a Alma y su lucha.

Queridísima Alma de Carolina,

Me encanta tu nombre, Alma. Alma. Me encanta porque todo el mundo tiene alma. El alma es la parte del cuerpo que no se ve, pero que nos da la capacidad de sentir y pensar. Todo el mundo tiene alma, pero no todos tienen la valentía necesaria para expresarse desde el alma. Por eso el alma es sagrada y especial, especial igual que tú. Cuando leí tu historia no me sorprendió que tuvieras un nombre así de grande… grandote.

Mi nombre es Dorothy, pero me dicen Chachi. Soy escritora y estudiante de la Universidad de Puerto Rico. Aparte de ser estudiante y escritora, soy orgullosamente negra con pelo rizo. Soy negra puertorriqueña y sobreviviente de acoso racista, así como el racismo por el que estás pasando. Tengo 23 años y el racismo y el acoso sigue. Cuando tenía tu edad, asistía una escuela primaria bien lejos de Puerto Rico, en Ohio. En todas mis clases yo era la única negra y la única puertorriqueña. Una tarde bien calurosa, unos de los nenes de mi clase me tiraron cosas al pelo a ver si se quedaban entre mis rizos. Lo hacían todos los días como un juego. Cada vez que les respondía me decían “negrita loca” y los maestros me decían “ignorarlos”. La clase de ciencias fue mi clase favorita, pero odiaba tener que hacer proyectos con los otros nenes y nenas de la clase porque nadie me escogía. Le decían a mi maestra “no la queremos en nuestro grupo porque es mala” y me decían, “es que nuestros padres no nos permiten jugar ni trabajar con negros”. Los mismos maestros le decían a mi mama que mi pelo era una distracción porque no era lacio. No podía ver bien la pizarra, pero tuve que sentarme en espacios aislados y lejos de la pizarra porque mi pelo era una supuesta distracción. Pensaba que mis familiares me defenderían, pero en vez de defender a su sobrina, su hija, su primita, ellos también me decían “pelo malo”, “no muy hermosa” y me aseguraban siempre no coger sol.

Me dolía tanto tener que aguantar comentarios racistas de mis maestros y los estudiantes y personas que por la mañana me decían que me amaban por compartir su sangre y su patria y por la noche “no coger sol por ponerme más prieta”, que a veces no comía, peleaba en la escuela porque fue mi manera de lidiar y canalizar la tristeza y el coraje. Entre esa tristeza y ese coraje, y el cansancio de no ser escuchada, encontré mi voz y me ponía a escribir cartas de amor a mi abuela, una negra con pelo lacio de Mayagüez y a mi bisabuela una negra con el mismo pelo que yo que solo he visto una vez en una foto porque las fotos de ella las esconden los mismos negros, coloraos, mulatos y jabaitos que salieron de su vientre. Vivimos en una sociedad muy racista, y nosotras, las negras como tú y yo, NO calladitas lo sufrimos más que cualquier otra persona.

¿Sabes el por qué lo sufrimos más, Alma? Porque tú y yo somos el futuro en el presente. No aguantamos el mismo abuso que sufrían y aguantaban hasta nuestras tatarabuelas. Lo luchamos con acciones grandísimas. En esta sociedad, en especial en Puerto Rico, no quedarte callada, no censurarte, no dejar que te abusen son formas de resistencia que van en contra de las normas culturales que han existido en Puerto Rico desde el año 1898. Eres más grande que todos esos 119 años y todos los abusos que sufrimos.

Alma, quiero que sepas que reaccionaste como deberías. Eres una nena, menor de edad y se supone que el principal de tu escuela tuviera la moral suficiente para protegerte a ti y a sus estudiantes. Pero te falló por cobarde, y el sistema judicial de Puerto Rico te está fallando, Alma. Pero en un ningún momento fallaste tú. No hiciste ninguna pataleta, lo que hiciste, mi querida, fue protegerte sin ayuda alguna. La decisión que tomaste fue decisión rabiosa y completamente apropiada para tu edad y por lo que tenías y tienes que cargar.

Mi querida Alma, yo llevo la misma rabia que tú. Soy adulta y yo soy mi responsabilidad ya, así que yo me defiendo. Tengo que escuchar comentarios racistas y lidiar con conductas racistas tanto en la calle como en las instituciones de Puerto Rico. Quiero que entiendas que amo a mi patria con toda mi alma, como si fuera mi mamá y todos los puertorriqueños como si fueran mis hermanos y es por eso que denuncio, sin pelos en la lengua, el racismo que existe y florece aquí en todo como si fuera un bosque de matas venenosas. Quizás te juzguen o te perciban como a mí me perciben, loca y grosera por simplemente ser lo suficientemente libre igual que tú, por luchar contra una violencia que tiene todo Puerto Rico sufriendo de alguna manera. Eres una nena sumamente libre, Alma. La mayoría en este mundo tiene miedo de la libertad y tratarán y tratarán de silenciarte por su propio miedo.

Mi amada Alma, hay una Orisha, una diosa africana que se llama Oyá y vive en las ráfagas del viento. Oyá es el ruido entre el silencio y el silencio entre el ruido. Ella es la Orisha de cambios. A todo el mundo le gusta cuando ella baila, hablan de su fuerza con sonrisas. Es hermosa como tú y anda con una fuerza espectacular, pero muchos la rechazan cuando trae cualquier cambio. La energía de sus cambios es como si fuera tormenta. Las tormentas destruyen, y en el caso de Oyá destruyen lo malo e innecesario para entonces fomentar lo bueno. Eso es lo que hiciste tú a tú edad tan joven. Tú defendiste tú derecho a la libertad cuando todo el mundo se escapó a sus “hogares” construidos de miedo, ignorancia, y complacencia. Que a ellos les guste o no les guste, no importa porque el cambio va. Tú no estás sola.

Alma Yadira, eres valiente. Cada lágrima que se te ha caído por esa situación es una gota de lluvia que está pariendo árboles que tienen los frutos que nuestra sociedad necesita para sanar. Alma Yadira, eres grande. Lucho por ti. No te conozco personalmente, pero quiero que sepas que aquí tienes una hermana de lucha a la orden. Yo te mando todos los abrazos y todo el cariño que no me dieron por ser negra cuando tenía tú edad. Eres valiente y eres el alma que vive en todos nosotros, alma de luchadora, guerrera, y cimarrona negra. Solo hay pocos que reconocen y se conectan con sus almas. Que los ancestros sigan protegiéndote. Mi alma y mi corazón están con la Alma de Carolina.

Con mucho amor,

Chachi

Alma Yadira de Carolina es el alma de resistencia afroboricua

Chachi YaniréChachi Yaniré es escritora y estudiante de doctorado en la Universidad de Puerto Rico. Es licenciada por la Universidad Estatal de Kent en Ciencias Políticas, español y Literatura Latinoamericana. Es activista antirracista afroboricua.

Este post fue publicado originalmente en su blog personal https://insurgentprieta.wordpress.com

 

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