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viernes, marzo 29

“Hay que buscar tías muy borrachas” – La cultura de la violación

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En Brasil en este último miércoles, 25, un vídeo de una violación colectiva generó indignación en las redes sociales. El crimen de violación en Brasil es cualificado por el articulo 213 del código penal como crimen hediondo. Entretanto, el hombre del vídeo no parece preocuparse. La agresión fue difundida en las redes sociales con un vídeo en el que una chica aparece desnuda y desmayada, con sus órganos sangrando, mientras que el autor de la grabación comenta que fue violada por al menos 30 personas.

Este viernes, 27, la víctima, una adolescente de 16 años, comentó lo ocurrido. “No duele el útero y sí el alma”, y agradeció el apoyo recibido por internet. La chica dijo a la policía no acordarse de haber utilizado drogas, revelo haber sido dopada y haber despertado al día siguiente al lado de decenas de hombres. Al enterarse que estaba siendo violada y sintiendo fuertes dolores, decidió vestirse con la primera ropa que encontró (de hombre), coger un taxi y volver a casa.

Aún que entendemos la violación como uno de los peores crimines que pueden pasar – según estudios de percepción de crueldad, solo pierde posición frente al asesinato –, la violación es el único crimen donde la víctima es prejuzgada al mismo nivel que el criminal.

La cultura de la violación está formada por pequeñas actitudes y juicios cotidianos que favorecen que violadores potenciales se sientan respaldados socialmente. Son pequeñas actitudes que, sumándose, hacen que forzar una mujer a tener sexo no sea visto como crimen.

Diversas personas famosas también estuvieron involucradas en denuncias de violencia sexual, los actores Bill Cosby, Arnold Schwarzenegger, el director Woody Allen y otros tantos más. El argumento en contra de las personas que acusan a celebridades es lo mismo, muchas veces, en contra de las personas anónimas: están interesadas en dinero, locas, buscando llamar la atención y merecen ser demonizadas (la mujer que acusó Kobe Bryant, por ejemplo, recibió más de 70 amenazas de muerte).

Estudios indican que las denuncias falsas de violación no llegan al 8%, entretanto, ante la duda, las victimas acaban teniendo su credibilidad cuestionada.   

De acuerdo con el estudio americano “»Repeat Rape and Multiple Offending Among Undetected Rapist”, el 4% de los hombres ya obligaron a alguien a tener sexo con ellos. De estos, el 63% ya tuvieron esta actitud con más de una mujer (el promedio es de 6 victimas). El 83% de ellos tienen por costumbre emborrachar a la víctima antes de tener sexo. Y el 92% conocían a las chicas que violaron.

Otro estudio, del National Institute of Mental Health, enseña que el 20% de las mujeres universitarias en EEUU fueron violadas, 84% de estas violaciones fueron cometidas por conocidos, de estos, el 57% fueron sus novios o rollos. Entretanto, el 73% no creían que era una violación a pesar de sentir que habían sufrido un crimen.

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Lo que hace que una mujer no sepa si fue violada o no, es justo la cultura de la violación, en la cual buceamos.

En diciembre de 2015, la organización no gubernamental de ‘Care Norway’ lanzó una campaña llamada «Querido papá» (#DearDaddy) que dio la vuelta al mundo con más de 4 millones de reproducciones. La campaña pretendía justamente sensibilizar a la sociedad sobre estos pequeños comportamientos con fondo machista entendidos como “inocentes” por ella, el video enseña como estos comportamientos cotidianos favorecen la perpetuación de la misoginia y en consecuencia, de la cultura de la violación. En el vídeo, la protagonista explica que «una cosa siempre lleva a otra, así que detenlo antes de que tenga la oportunidad de comenzar”.

La cultura de la violación esta perpetuada por los medios, a través del sexismo y del romanticismo de las relaciones abusivas como en 50 Sombras. Está en las películas Disney, donde princesas durmientes son besadas por completos desconocidos, está en películas como Virgen a los 40, cuyo protagonista afirma que «hay que buscar tías muy borrachas».

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La famosa campaña de Dolce & Gabbana glamurizando el abuso, la cultura de la violación está en todas las clases sociales.

Las actitudes machistas cotidianas preparan la violación. Llamar loca a una mujer enfadada, explicar a una mujer cosas obvias, como si no fuera capaz de entenderlas (mansplaining), interrumpir la conversación de una mujer todo el tiempo (manterrupting), hablar de la promiscuidad de una mujer en su ambiente de trabajo, decir que una mujer está mal follada cuando se queja habitualmente de las cosas, los “piropos” callejeros, creer que las mujeres son todas muy complejas, utilizar y creer en términos como “pagafantas” y “calientapollas”, llamar “zorra” una mujer que actúe sexualmente como cualquier hombre de la media, infravalorar a una mujer en cualquier ámbito por su conducta en la vida privada, reírse de bromas y comentarios machistas, ser cómplice u omitir la ayuda en situaciones de abuso hacia una mujer, como por ejemplo, ignorar que el jefe acosa una compañera de trabajo, reírse de la historia de tu amigo, que se acostó con una chica borracha mientras te describe el acto con orgullo, no intervenir cuando una chica seriamente borracha es llevada hacia una situación sexual, compartir fotos de desnudos/sexuales del ligue de tu compañero o cualquiera sin consentimiento. Etiquetar mujeres que entran gratis en una fiesta. Valorar de manera distinta la palabra/ responsabilidad/ profesionalidad/ credibilidad de hombres y mujeres. Creer que las mujeres siempre están jugando. Creer que un “no” no siempre quiere decir “no”. Asumir que el respeto hacia una mujer depende de su postura y manera de vestir. Entender que el valor de una mujer está en su belleza y que tiene suerte el tío que tiene una novia guapa. Llamar a las feministas de feminazis, dando por entendido que todas las feministas son mujeres infelices.

Son ejemplos, existen muchos más. Pero podemos cambiar, empezando por nosotras mismas. La deconstrucción es lenta, pero valiosa. Las cosas no necesitan ser como siempre fueron.

marianaOlisaFoto_Afroféminas_ColaboradoraAutora: Mariana Olisa

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